Lionhart D. Cadmus
Tigre Blanco de la Marina
26-08-2024, 02:41 AM
Séptimo Día en la Base G-23
El séptimo día de Lionhart D. Cadmus en la Base G-23 comenzó con una tarea inusual. En lugar de patrullar o enfrentarse a peligros, se le asignó algo completamente diferente: cuidar a un grupo de niños que habían venido a la base para una visita especial. Estos niños, emocionados y llenos de energía, soñaban con un día unirse a la Marina.
Al principio, Cadmus no estaba entusiasmado con la tarea. No veía cómo cuidar a un grupo de niños encajaba con su visión de lo que significaba ser un marine. Se mantuvo distante, con su expresión seria mientras observaba a los pequeños correr por el patio interior de la base, emocionados por ver de cerca la vida en la Marina.
—¿Eres un verdadero marine? —preguntó uno de los niños, tirando de la manga de Cadmus.
—Sí, lo soy —respondió Cadmus, manteniendo su tono neutral.
Los niños lo miraron con admiración, pero su entusiasmo no logró contagiar a Cadmus. Pasó la mañana asegurándose de que los niños no se metieran en problemas, guiándolos por la base y respondiendo a sus preguntas con brevedad. No era exactamente lo que había imaginado cuando se unió a la Marina.
Sin embargo, a medida que el día avanzaba, algo cambió. Uno de los niños, un pequeño con una gorra de marinero demasiado grande para su cabeza, se acercó a Cadmus mientras los demás estaban ocupados jugando.
—Yo quiero ser como tú cuando crezca —dijo el niño con una seriedad sorprendente para su edad—. Quiero proteger a la gente.
Las palabras del niño resonaron en Cadmus. Por un momento, se vio reflejado en ese niño, recordando cuando él mismo era un joven soñador. Aunque aún mantuvo su exterior serio, algo en él se suavizó.
A partir de ese momento, aunque su tono siguió siendo formal, Cadmus comenzó a ver la importancia de lo que estaba haciendo. Estos niños eran el futuro de la Marina, y su ejemplo podría influir en ellos más de lo que imaginaba. Se dedicó con más atención a su tarea, mostrándoles las áreas de entrenamiento, los dormitorios, y contándoles, de manera sobria pero inspiradora, sobre la importancia de la disciplina y el trabajo en equipo.
Al final del día, cuando los niños se despidieron con una mezcla de alegría y cansancio, Cadmus se sintió sorprendentemente satisfecho. Había sido un día diferente, pero no menos importante. Cuidar de las futuras generaciones era, en cierto modo, tan crucial como cualquier misión en la Marina. Y aunque todavía era serio, ahora entendía que incluso las tareas más simples podían tener un impacto duradero.
El séptimo día de Lionhart D. Cadmus en la Base G-23 comenzó con una tarea inusual. En lugar de patrullar o enfrentarse a peligros, se le asignó algo completamente diferente: cuidar a un grupo de niños que habían venido a la base para una visita especial. Estos niños, emocionados y llenos de energía, soñaban con un día unirse a la Marina.
Al principio, Cadmus no estaba entusiasmado con la tarea. No veía cómo cuidar a un grupo de niños encajaba con su visión de lo que significaba ser un marine. Se mantuvo distante, con su expresión seria mientras observaba a los pequeños correr por el patio interior de la base, emocionados por ver de cerca la vida en la Marina.
—¿Eres un verdadero marine? —preguntó uno de los niños, tirando de la manga de Cadmus.
—Sí, lo soy —respondió Cadmus, manteniendo su tono neutral.
Los niños lo miraron con admiración, pero su entusiasmo no logró contagiar a Cadmus. Pasó la mañana asegurándose de que los niños no se metieran en problemas, guiándolos por la base y respondiendo a sus preguntas con brevedad. No era exactamente lo que había imaginado cuando se unió a la Marina.
Sin embargo, a medida que el día avanzaba, algo cambió. Uno de los niños, un pequeño con una gorra de marinero demasiado grande para su cabeza, se acercó a Cadmus mientras los demás estaban ocupados jugando.
—Yo quiero ser como tú cuando crezca —dijo el niño con una seriedad sorprendente para su edad—. Quiero proteger a la gente.
Las palabras del niño resonaron en Cadmus. Por un momento, se vio reflejado en ese niño, recordando cuando él mismo era un joven soñador. Aunque aún mantuvo su exterior serio, algo en él se suavizó.
A partir de ese momento, aunque su tono siguió siendo formal, Cadmus comenzó a ver la importancia de lo que estaba haciendo. Estos niños eran el futuro de la Marina, y su ejemplo podría influir en ellos más de lo que imaginaba. Se dedicó con más atención a su tarea, mostrándoles las áreas de entrenamiento, los dormitorios, y contándoles, de manera sobria pero inspiradora, sobre la importancia de la disciplina y el trabajo en equipo.
Al final del día, cuando los niños se despidieron con una mezcla de alegría y cansancio, Cadmus se sintió sorprendentemente satisfecho. Había sido un día diferente, pero no menos importante. Cuidar de las futuras generaciones era, en cierto modo, tan crucial como cualquier misión en la Marina. Y aunque todavía era serio, ahora entendía que incluso las tareas más simples podían tener un impacto duradero.