Secundino Morales
El tio la vara
26-08-2024, 02:04 PM
Una voz interrumpió la escena, los dos timadores (el trilero y el gancho) elevaron la vista para ver como el pato y su sirviente interrumpían su jornada laboral, ambos arrugaron sus rostros enfadados por la intervención. Asintieron a desgana a sabiendas de que no eran duchos en el combate, su punto fuerte era el engaño, una técnica que no funcionaba contra "la mafia". Recogieron sus pertenencias y abandonaron el lugar sin mediar palabras, dedicando una última mirada de impotencia al joven campesino, totalmente sorprendido por la situación.
Una voz formal y seria interrumpió mi intento de participar en aquel desafío, de esas que tiene la gente que ha estudiado y sabe comportarse. Me giré de inmediato mientras los estafadores recogían su puesto y mis ojos casi se salen de sus cuencas. - ¿¡Pato!? - Grité sorprendido. Yo era un desgraciado, no sabía nada del mundo exterior, no sabía leer ni escribir. Pero si que sabía del campo, de sus costumbres, de los animales, podía reconocer a cualquier oveja de mi pueblo por la forma de su lana. Y eso me llevaba a reconocer a aquel ser, su pelaje sin imperfecciones, la curvatura de su pico ligeramente torcido, el tamaño de sus patas palmeadas. ¡Era el! ¡El pato que tiempo atrás me había hecho reflexionar! Era algo que había olvidado de mi memoria pero ahora el recuerdo había sido reactivado como un recuerdo de mi injusto destino. Estaba suspendido en un cojín que sostenía su... ¿Su sirviente? ¿Qué le había ocurrido? ¿Qué hacia ahí? ¿Cómo seguía vivo? ¿Porqué estaba sobre un cojín? Mi mente estaba tan aturdida que mi mandíbula se movía pero las palabras no salían de mi boca, aquello superaba mi imaginación. - ¡Eres tu! ¡Mírate! - Logré decir tras hacer el mejor de mis esfuerzos, me acerqué para observarlo mas de cerca elevando entonces la mirada para mirar al sirviente que los sostenía. - ¿Y tu quien eres? ¿Su dueño? - Tras preguntar miré a aquel tipo de abajo arriba y de arriba abajo, tenía menos pinta de granjero que el sobrino de Benito.
Una voz formal y seria interrumpió mi intento de participar en aquel desafío, de esas que tiene la gente que ha estudiado y sabe comportarse. Me giré de inmediato mientras los estafadores recogían su puesto y mis ojos casi se salen de sus cuencas. - ¿¡Pato!? - Grité sorprendido. Yo era un desgraciado, no sabía nada del mundo exterior, no sabía leer ni escribir. Pero si que sabía del campo, de sus costumbres, de los animales, podía reconocer a cualquier oveja de mi pueblo por la forma de su lana. Y eso me llevaba a reconocer a aquel ser, su pelaje sin imperfecciones, la curvatura de su pico ligeramente torcido, el tamaño de sus patas palmeadas. ¡Era el! ¡El pato que tiempo atrás me había hecho reflexionar! Era algo que había olvidado de mi memoria pero ahora el recuerdo había sido reactivado como un recuerdo de mi injusto destino. Estaba suspendido en un cojín que sostenía su... ¿Su sirviente? ¿Qué le había ocurrido? ¿Qué hacia ahí? ¿Cómo seguía vivo? ¿Porqué estaba sobre un cojín? Mi mente estaba tan aturdida que mi mandíbula se movía pero las palabras no salían de mi boca, aquello superaba mi imaginación. - ¡Eres tu! ¡Mírate! - Logré decir tras hacer el mejor de mis esfuerzos, me acerqué para observarlo mas de cerca elevando entonces la mirada para mirar al sirviente que los sostenía. - ¿Y tu quien eres? ¿Su dueño? - Tras preguntar miré a aquel tipo de abajo arriba y de arriba abajo, tenía menos pinta de granjero que el sobrino de Benito.