Drake Longspan
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26-08-2024, 06:56 PM
(Última modificación: 26-08-2024, 08:02 PM por Drake Longspan.)
Drake Longspan dejó escapar un largo suspiro mientras acomodaba su pesado cuerpo en la silla. La taberna, con su ambiente cálido y modesto, era un refugio temporal, un lugar donde las preocupaciones parecían disiparse, aunque solo fuera por un rato. Al observar a Byron, quien aún parecía algo abochornado por el incidente de colgarse de su brazo, no pudo evitar esbozar una carcajada bastante sonora. El muchacho, aunque excéntrico, tenía una energía curiosa que le recordaba a sí mismo en días más despreocupados, cuando la vida no era una constante lucha por sobrevivir o pelear por un plato de comida.
— Rorororohahaha. Está todo bien.
Le caía bien.
Con un leve movimiento de su mano, el humano de los brazos largos señaló hacia Byron, como si quisiera restar importancia a lo ocurrido. No era la primera vez que alguien se mostraba intrigado por sus brazos anormalmente largos, pero a diferencia de otros encuentros, este le pareció más genuino, menos cargado de prejuicios o malas intenciones.
— No te preocupes, chico. No soy de esos que se toman las cosas demasiado en serio, al final estamos aquí de paso. — dijo, con su voz profunda resonando con una calma que parecía haberse convertido en su sello distintivo — Además, si cada vez que alguien me tocara el brazo tuviera que soltar un sermón, no haría otra cosa en todo el día. Y si me pelease no daría a basto con las facturas médicas.
Cuando Lance Turner habló, su tono era reflexivo, casi como si estuviera más sumido en sus propios pensamientos que en la conversación. Drake notó la curiosidad en sus ojos, especialmente cuando sus miradas se cruzaron. Las ojeras de Drake, testigos silenciosos de noches inquietas, de combates y días de trabajo extenuante, no pasaron desapercibidas. Sin embargo, en lugar de incomodarse, Drake decidió enfrentar la pregunta de Lance con la misma honestidad que solía aplicar a su trabajo.
— Sueños... — repitió, dejando que la palabra flotara en el aire por un momento mientras inclinaba la cabeza hacia un lado, pensativo — La verdad, no pienso mucho en eso últimamente. Tal vez porque cuando tienes que luchar para conseguir la próxima comida o un techo bajo el que dormir, los sueños se convierten en un lujo, algo que solo puedes permitirte cuando todo lo demás está en orden.
Drake Longspan hizo una pausa, sus ojos se perdieron en el Bentō frente a él. La vida de un carpintero errante no ofrecía muchas oportunidades para el lujo, pero había aprendido a valorar las pequeñas cosas, como una comida caliente, o un momento de paz en una taberna como aquella. Miró de reojo a Lance Turner y a Byron, luego devolvió la mirada al plato.
— Me preocupa cenar hoy, no lo que haya después de esta vida.
Y así se colocó el primer trozo de atún en la boca. Tras masticarlo y saborearlo con cara de placer durante unos segundos, se cruza de brazos de manera casi cómica, llegando con sus dedos a tocarse la espalda. La imagen sería similar a una camisa de fuerza en un manicomio.
— Pero si tuviera que decir algo... — continuó, mientras giraba lentamente una pieza de aquel pescado con sus dedos largos y hábiles — Supongo que sería encontrar un lugar que pueda llamar hogar. Un sitio donde no tenga que estar siempre al borde del abismo, donde pueda levantar un taller y hacer algo más que construir muebles baratos. Me gustaría poder crear algo que dure, algo que la gente pueda mirar y decir: "Eso lo hizo Drake Longspan". Como dije, todos vamos a morir, pero lo que hacemos en vida, lo que dejamos aquí... Es lo que importa.
El silencio que siguió a sus palabras fue pesado, cargado de significados no expresados, la imagen de sus padres pasó por su cabeza. Drake no era un hombre de muchas palabras, pero las pocas que compartía siempre llevaban consigo el peso de su experiencia, y por alguna razón, decidió compartir parte de su carga. Sabía que, al igual que él, Lance, Byron y Jun tenían sus propios sueños, sus propias luchas, y que en aquel momento, todos estaban unidos por una especie de camaradería no planeada, un entendimiento tácito de que la vida podía ser dura, pero que también ofrecía momentos de conexión inesperada.
Jun Gunslinger había sido una sorpresa. Cuando la vio entrar en la taberna y tomar asiento sin pedir permiso, Drake notó algo diferente en ella. Su gesto al dejar caer las monedas sobre la mesa fue tan firme como su determinación. Estaba claro que era una chica que no aceptaba deudas, ni siquiera cuando se trataba de algo tan sencillo como desviar a un grupo de perseguidores.
— Yo invito — dijo ella con una sonrisa que no alcanzaba a borrar del todo la desconfianza en sus ojos amatista.
Drake tomó una de las monedas, sintiendo su frío metal entre los dedos. No era la primera vez que alguien le ofrecía dinero por un favor, pero esta vez se trataba de algo más. En Jun, vio un reflejo de sí mismo, alguien que había aprendido a sobrevivir en un mundo que no siempre era amable, alguien que había sido moldeado por la necesidad y la soledad. Pero, a diferencia de muchos, ella había decidido devolver el favor, mostrando que todavía tenía un código, un sentido de honor que respetaba, aunque fuera en su propia forma.
— Gracias, Jun — dijo finalmente, lanzando la moneda al aire y dejando por un tiempo esta sobre la barra con un gesto que indicaba que no buscaba más que lo que ya tenía — No lo hice por esto, pero aprecio el gesto.
Drake Longpsan se acomodó en la silla y guardó la moneda en el bolsillo, sintiendo cómo el ambiente se volvía más relajado, más íntimo. Aunque eran cuatro desconocidos reunidos por el azar, había una conexión emergente, algo que no podía explicarse solo con palabras. Fue entonces cuando decidió devolver la pregunta a sus compañeros, curioso por saber qué era lo que realmente buscaban en sus vidas.
— Pero ahora que estamos aquí... — comenzó, dirigiendo su mirada primero a Byron, luego a Lance, y finalmente a Jun — ¿Qué es lo que os mueve? ¿Qué buscáis en este mundo? Porque, seamos sinceros, no estamos aquí solo por el Bentō de atún, ¿verdad?
Su tono era sereno, más no severo. Había en sus palabras una invitación a abrirse, a compartir algo más que una comida en una taberna. Drake no era un héroe, ni pretendía serlo, pero entendía que la vida no era solo sobrevivir, sino encontrar algo, lo que fuera, que hiciera que todo valiera la pena. Y, en ese momento, rodeado de personas que, al igual que él, cargaban con sus propios sueños y cicatrices, Drake sintió que tal vez, solo tal vez, habían encontrado un pequeño respiro en medio de la tormenta.
Mientras esperaba las respuestas de sus compañeros, tomó un sorbo de su bebida, dejando que el calor del alcohol se mezclara con la calidez del ambiente. A veces, pensó, los momentos más importantes eran los que se compartían en silencio, en la compañía de aquellos que entendían, aunque solo fuera por un instante, lo que significaba buscar algo más allá de la mera supervivencia.