Shiro
Ninguno
27-08-2024, 01:44 AM
La joven terminó acompañando a Shiro a pesar de mostrar un poco de reticencia. Seguramente el espadachín le había dado un buen susto, pero este había estado en situaciones mucho peores… Si lo hubiera visto el día que le hicieron la herida del pecho lo hubiese mantenido en cama varias semanas.
Mientras la pareja charlaba y caminaba la gente de la villa iba saludando a Akari. Se notaba que era una joven conocida y querida por su pueblo. Era una sensación de lo más extraña para el peliblanco. De donde él venía la gente intentaba no hacer contacto visual si no era necesario y siempre caminaban con una mano junto a la bolsa de las monedas; mientras que aquí todo el mundo parecía vivir en paz y armonía. Sin ir más lejos la familia de la joven parecía tener un comercio local y la chica soñaba con estudiar y ser doctora ¿Qué se sentiría teniendo una vida así? Suzume en vez de acabar muerta en una refriega cualquiera quizás hubiese trabajado también en una pastelería. Seguramente Hayato hubiese acabado trabajando en un astillero, siempre andaba tallando algo; mientras que a lo mejor Nanako no los hubiese traicionado a todos si hubiesen tenido una vida tranquila y normal y la chica también hubiese estudiado medicina como una chica normal más en vez andando robando para sobrevivir.
El pasado del espadachín estaba cargado de malos momentos y dificultades. Sus únicos recuerdos agradables se remontaban a cuando todos eran una panda de mozalbetes que simplemente se dedicaban a recoger chatarra para conseguir unas monedas y así comprar algo que llevarse. Luego crecieron y todo se torció…
Durante su reflexión Akari los había llevado a un pequeño parque, donde había un par de bancos de piedra bajo la sombra de una pareja de grandes árboles mientras toda la zona la cubría un manto de hierba verde. El sitio empujaba a tenderse en aquel mar verde, pero el espadachín guardó la compostura y se sentó junto a la chica.
- Qué envidia - dijo Shiro sin poder evitarlo siguiendo el hilo de sus pensamientos. Obviamente Akari no tenía culpa de haber nacido en esa familia mientras su madre se quedó esperando a un hombre que nunca apareció. El chico se negaba a ser como su madre y por eso había salido en busca de Nanako. Él no moriría en aquel vertedero esperando respuestas, sino que saldría a buscarlas. - Ojalá pudiera decir que mi casa también es mi sitio favorito - continuó mientras de forma inconsciente acariciaba el colgante con forma de lágrima inversa que había dejado su madre tras su muerte. Hacía mucho que no pensaba en ella. Siempre le causaba una vorágine de sensaciones que a Shiro no le gustaba afrontar. - No te llevaría a mi casa ni aunque me pagaras… Ese sitio no merece tu encanto - prosiguió intentando llevar la conversación de nuevo a un tono más amigable. No quería que su pasado mancharse el encuentro, por lo que se obligó a volver a sonreír.
- Me encantaría ver la pastelería de tus padres. Soy un excelente cocinero y me encanta probar cosas nuevas para añadir a mis platos, así que me gustaría mucho probar algo local - dijo cambiando de tema mientras se giraba en el asiento y se colocaba a horcajadas sobre el banco de piedra. - Es más, se me ha ocurrido una idea. Ya se como agradecerte la ayuda - continuó cuando al final le terminó sobreviniendo la manera de agradecer a la chica su ayuda. Estaba claro que la joven era una chica con una vida tranquila y con pocas emociones… por lo que quizás un paseo de los suyos le daba una experiencia nueva a vivir.
- Si quieres puedo apostarte lo que quieras a que puedo enseñarte tu villa desde una perspectiva única - aseguró el joven mientras clavaba su mirada azul verdosa en Akari. - Te puedo asegurar que esto es mejor que si supiera tocar un instrumento… Si es que te atreves a comprobarlo - acabó el joven mientras le sacaba lengua como gesto de broma.
Mientras la pareja charlaba y caminaba la gente de la villa iba saludando a Akari. Se notaba que era una joven conocida y querida por su pueblo. Era una sensación de lo más extraña para el peliblanco. De donde él venía la gente intentaba no hacer contacto visual si no era necesario y siempre caminaban con una mano junto a la bolsa de las monedas; mientras que aquí todo el mundo parecía vivir en paz y armonía. Sin ir más lejos la familia de la joven parecía tener un comercio local y la chica soñaba con estudiar y ser doctora ¿Qué se sentiría teniendo una vida así? Suzume en vez de acabar muerta en una refriega cualquiera quizás hubiese trabajado también en una pastelería. Seguramente Hayato hubiese acabado trabajando en un astillero, siempre andaba tallando algo; mientras que a lo mejor Nanako no los hubiese traicionado a todos si hubiesen tenido una vida tranquila y normal y la chica también hubiese estudiado medicina como una chica normal más en vez andando robando para sobrevivir.
El pasado del espadachín estaba cargado de malos momentos y dificultades. Sus únicos recuerdos agradables se remontaban a cuando todos eran una panda de mozalbetes que simplemente se dedicaban a recoger chatarra para conseguir unas monedas y así comprar algo que llevarse. Luego crecieron y todo se torció…
Durante su reflexión Akari los había llevado a un pequeño parque, donde había un par de bancos de piedra bajo la sombra de una pareja de grandes árboles mientras toda la zona la cubría un manto de hierba verde. El sitio empujaba a tenderse en aquel mar verde, pero el espadachín guardó la compostura y se sentó junto a la chica.
- Qué envidia - dijo Shiro sin poder evitarlo siguiendo el hilo de sus pensamientos. Obviamente Akari no tenía culpa de haber nacido en esa familia mientras su madre se quedó esperando a un hombre que nunca apareció. El chico se negaba a ser como su madre y por eso había salido en busca de Nanako. Él no moriría en aquel vertedero esperando respuestas, sino que saldría a buscarlas. - Ojalá pudiera decir que mi casa también es mi sitio favorito - continuó mientras de forma inconsciente acariciaba el colgante con forma de lágrima inversa que había dejado su madre tras su muerte. Hacía mucho que no pensaba en ella. Siempre le causaba una vorágine de sensaciones que a Shiro no le gustaba afrontar. - No te llevaría a mi casa ni aunque me pagaras… Ese sitio no merece tu encanto - prosiguió intentando llevar la conversación de nuevo a un tono más amigable. No quería que su pasado mancharse el encuentro, por lo que se obligó a volver a sonreír.
- Me encantaría ver la pastelería de tus padres. Soy un excelente cocinero y me encanta probar cosas nuevas para añadir a mis platos, así que me gustaría mucho probar algo local - dijo cambiando de tema mientras se giraba en el asiento y se colocaba a horcajadas sobre el banco de piedra. - Es más, se me ha ocurrido una idea. Ya se como agradecerte la ayuda - continuó cuando al final le terminó sobreviniendo la manera de agradecer a la chica su ayuda. Estaba claro que la joven era una chica con una vida tranquila y con pocas emociones… por lo que quizás un paseo de los suyos le daba una experiencia nueva a vivir.
- Si quieres puedo apostarte lo que quieras a que puedo enseñarte tu villa desde una perspectiva única - aseguró el joven mientras clavaba su mirada azul verdosa en Akari. - Te puedo asegurar que esto es mejor que si supiera tocar un instrumento… Si es que te atreves a comprobarlo - acabó el joven mientras le sacaba lengua como gesto de broma.