Alguien dijo una vez...
Monkey D. Luffy
Digamos que hay un pedazo de carne. Los piratas tendrían un banquete y se lo comerían, pero los héroes lo compartirían con otras personas. ¡Yo quiero toda la carne!
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[Diario] [D - Pasado] Introspección.
Gautama D. Lovecraft
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Plantado como era habitual en mis meditaciones, desde la posición del loto continué en el útil hábito de templar la mente y simplemente estar. La fragancia del aceite de lavanda, comenzaba a anteponerse al humo del palo santo que previamente había encendido, embriagaba la habitación y empezaría a hacer su efecto cuando reposara finalmente. Desde mi quietud, contemplaba mi ser más interno y genuino, aquel tan poco escuchado en los momentos de exposición del día, pero tan presente durante las tareas cotidianas que nos concernían.

Aunque a penas era atendido como debería, esa parte tan poco explorada garantizaba instintos tan primarios dentro de nosotros que ni si quiera eran vistos y sentidos como tal. Pues su presencia era pura percepción, una brújula del alma con la que encaminar la vida, pues no había mayor veredicto que el del corazón a la hora de dictar una decisión vital. La mente aunque tuviera otro tipo de utilidad, era un arma de doble filo para el ser humano, pues a pesar de su función vital para determinadas cosas, jugaba incontables veces malas pasadas, y era comúnmente extendido que resultaba traicionera en determinadas ocasiones.

La mente procuraba ser fiel siempre así misma, y aunque nosotros le pidiéramos las soluciones para resolver cualquiera de los propósitos que tengamos entre manos, ella, por mucho que quisiera, siempre trabajaría con las herramientas de la lógica, la mecánica y la razón entre otras, por lo que para motivos en donde nuestra cualidad de ser seres humanos debía de predominar, la mente no podía obrar en bien para este fin ya que ella no reúne un sentir, ni una emoción, eso solo se encontraba en el pecho. Además, era constantemente asediada por el ego, el veneno más tóxico de nuestra sociedad, otra parte de nosotros mismos que tenía la tendencia de adueñarse del órgano superior para su propio beneficio y crecimiento, llegando a consumir al ser y al individuo.

El ego solo obra para su propio regocijo, es un superviviendo muy bien adaptado que se beneficia de la corriente social con miedos, juicios, odio, desconfianza y maldad, es otro mecanismo más de la persona, pero un mecanismo que hoy en día toma las riendas de la vida de más gente de la que creemos y se adueña de estas hasta borrar por completo la identidad que los define, una identidad que recae 100% en el ser, nuestro interior, nuestro ser consciente, es decir, La Conciencia.

La conciencia, o el ser, una vez despertada, está en una constante lucha con el ego para ser elegida o elegido por el individuo para la toma de decisiones de su día a día. Solo este tiene la capacidad de tomar una decisión en la que enteramente sea llevada por una parte o por otra, la conciencia siempre obra queriendo guiarse por los pálpitos marcados de lo que se sienta, la percepción viaja más allá de lo que el entendimiento puede, se deja llevar por las auras que irradian las personas, los animales, los lugares o las situaciones. ¿Cómo si no podrías justificar cuando entras a un sitio y sientes que no es tu lugar?, o cuando conoces a alguien con la de verdad congenias, ¿Cómo si no sabes cual es el camino de tu vida que quieres trabajar y la meta que quieres alcanzar? Son en mayor o menor medida, manifestaciones del ser extraídas de tu conciencia, donde íntegramente se responde acorde a lo que te nace del pecho.

El ser, es la principal fuente para deshacernos del lastre del ego, así como de las cadenas de los patrones que tenemos asimilados con y en nosotros mismos, y que son al fin y al cabo, mandamientos del ego que tenemos muy dentro, y que están cosidos a nosotros. Pero, ¿Cómo entrenar nuestra conciencia? Hacerla más presente en nosotros y que tomemos con ella la mayor parte de nuestras decisiones diarias, a través de la meditación.

En la meditación, se busca ese temple que necesitamos para traernos la conciencia a un plano más superficial, inundando nuestra mente de quietud y silencio, le damos a esta la capacidad de salir a fuera, de tomar las riendas, y operar en favor del individuo, es nuestra herramienta más poderosa para cambiarnos, reformularnos como seres humanos y predicar con ello.

Tal era mi función allí dentro, mi meta vital era extender esta doctrina de estar presente, de tener presente a la conciencia en todos nuestros hábitos. Deshacernos en la medida de lo posible del ego y los patrones que nos componen, pues solo trabajando y actuando desde el pecho, y trayendo a esa poderosa herramienta del ser, seremos capaces de encauzar la corriente que va adquiriendo la sociedad, hacia una más humana, hacia una más serena consigo misma. Despertar la conciencia, y hacer su voluntad, es la mayor y más creíble cualidad que tiene el ser humano para cambiar el mundo.
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RE: [D - Pasado] Introspección. - por Gautama D. Lovecraft - 27-08-2024, 03:06 PM

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