Ray
Kuroi Ya
27-08-2024, 05:59 PM
El saludo de Masao fue un tanto peculiar, llamando en tono amistoso pijo a Ray y diciéndole que le gustaba su... ¿qué? El joven no tenía la menor idea de lo que la palabra "flow" significaba, pero no había sonado a nada malo por la forma en la que su interlocutor lo había comentado. Tendría que enterarse de qué quería decir esa curiosa expresión.
Lo que sin duda le generó una mezcla entre diversión y extrañeza fue el hecho de que le catalogase como pijo. El peliblanco sabía lo que esa palabra significaba, y era curioso lo lejos que estaba de la realidad. No sabía mucho del origen de aquel tipo, pues desconocía la ubicación de Tres Hermanas, pero sus orígenes eran con mucha diferencia los más humildes de todo el grupo. Al menos durante su niñez en el orfanato no había pasado hambre pese a no haber conocido siquiera el menor de los lujos, pero desde que cumplió la mayoría de edad hasta que se alistó en la Marina apenas había dormido contadas noches bajo techo, y eran más los días que se había acostado con el estómago vacío que los que había encontrado algo que llevarse a la boca. Aunque claro, podía entender la confusión. Una vez con acceso a unas medidas básicas de higiene la natural belleza de Ray le confería un porte y un aspecto que cualquier ricachón podría firmar.
Poco después Taka amenazó con romper nuevamente la inestable calma que se había instalado en su particular grupo al lanzar una pulla a Camille. A juzgar por su comportamiento parecía aún algo dolido por el frontal rechazo con el que la joven había respondido a su insinuación inicial. En esta ocasión sin embargo, pese al tono de voz cortante que dejaba bien claro que no le hacían gracia aquellas tonterías, la enorme marine fue bastante menos antipática en su respuesta.
A Ray casi le daba pena Camille. Ya había visto en varias ocasiones lo fácil que su amigo se enamoraba a primera vista y después se desenamoraba, y en ocasiones sus intentos de aproximación eran poco sutiles. Podía entender que algunos pudieran resultar incluso algo incómodos para las receptoras de los mismos, en particular si estas eran un poco más tímidas de lo habitual. Lo divertido era que en este caso el blanco de sus flirteos daba la sensación de poder abrirle la cabeza con facilidad si se enfadaba, lo que no parecía inquietar lo más mínimo al peliverde.
Tras la petición de Masao de pasar por una capilla su guía le informó de que llegarían no mucho tiempo después a la iglesia de Loguetown, que se encontraba al lado del principal mercado de la ciudad. Al ser esta una de las paradas ya planificadas en su itinerario probablemente el musculoso marine podría entrar y dedicar una o dos oraciones a su Dios.
A decir verdad las religiones eran algo que Ray no llegaba a comprender del todo bien. Y tenía sentido. Cuando se es tan pobre como él había sido toda su vida las preocupaciones van dirigidas a continuar vivo y con el estómago lleno, no hay tiempo de pensar en qué habrá más allá. El mismo concepto de más allá le resultaba totalmente extraño y ajeno. En su cabeza tan solo existía ese mundo y la vida que se vivía en él.
Se dirigieron entonces hacia el mercado, dirigidos nuevamente por Camille. Atlas, ni corto ni perezoso, le preguntó si conocía algún lugar donde pudiera llevar a cabo con éxito su pasatiempo favorito: esconderse de Shawn. El peliblanco esperó a que su guía le contestara para poco después preguntar a Masao:
- ¿Qué tal ha ido el viaje? ¿Habéis tenido algún incidente o ha sido tranquilo?
Sabía por experiencia propia que en el camino hacia Loguetown uno podía encontrarse con considerables dificultades, y el grandullón además parecía venir de bastante más lejos que él, por lo que interesarse por su camino le pareció la mínima cortesía para empezar a conocer al nuevo integrante de su Cuartel General.
Lo que sin duda le generó una mezcla entre diversión y extrañeza fue el hecho de que le catalogase como pijo. El peliblanco sabía lo que esa palabra significaba, y era curioso lo lejos que estaba de la realidad. No sabía mucho del origen de aquel tipo, pues desconocía la ubicación de Tres Hermanas, pero sus orígenes eran con mucha diferencia los más humildes de todo el grupo. Al menos durante su niñez en el orfanato no había pasado hambre pese a no haber conocido siquiera el menor de los lujos, pero desde que cumplió la mayoría de edad hasta que se alistó en la Marina apenas había dormido contadas noches bajo techo, y eran más los días que se había acostado con el estómago vacío que los que había encontrado algo que llevarse a la boca. Aunque claro, podía entender la confusión. Una vez con acceso a unas medidas básicas de higiene la natural belleza de Ray le confería un porte y un aspecto que cualquier ricachón podría firmar.
Poco después Taka amenazó con romper nuevamente la inestable calma que se había instalado en su particular grupo al lanzar una pulla a Camille. A juzgar por su comportamiento parecía aún algo dolido por el frontal rechazo con el que la joven había respondido a su insinuación inicial. En esta ocasión sin embargo, pese al tono de voz cortante que dejaba bien claro que no le hacían gracia aquellas tonterías, la enorme marine fue bastante menos antipática en su respuesta.
A Ray casi le daba pena Camille. Ya había visto en varias ocasiones lo fácil que su amigo se enamoraba a primera vista y después se desenamoraba, y en ocasiones sus intentos de aproximación eran poco sutiles. Podía entender que algunos pudieran resultar incluso algo incómodos para las receptoras de los mismos, en particular si estas eran un poco más tímidas de lo habitual. Lo divertido era que en este caso el blanco de sus flirteos daba la sensación de poder abrirle la cabeza con facilidad si se enfadaba, lo que no parecía inquietar lo más mínimo al peliverde.
Tras la petición de Masao de pasar por una capilla su guía le informó de que llegarían no mucho tiempo después a la iglesia de Loguetown, que se encontraba al lado del principal mercado de la ciudad. Al ser esta una de las paradas ya planificadas en su itinerario probablemente el musculoso marine podría entrar y dedicar una o dos oraciones a su Dios.
A decir verdad las religiones eran algo que Ray no llegaba a comprender del todo bien. Y tenía sentido. Cuando se es tan pobre como él había sido toda su vida las preocupaciones van dirigidas a continuar vivo y con el estómago lleno, no hay tiempo de pensar en qué habrá más allá. El mismo concepto de más allá le resultaba totalmente extraño y ajeno. En su cabeza tan solo existía ese mundo y la vida que se vivía en él.
Se dirigieron entonces hacia el mercado, dirigidos nuevamente por Camille. Atlas, ni corto ni perezoso, le preguntó si conocía algún lugar donde pudiera llevar a cabo con éxito su pasatiempo favorito: esconderse de Shawn. El peliblanco esperó a que su guía le contestara para poco después preguntar a Masao:
- ¿Qué tal ha ido el viaje? ¿Habéis tenido algún incidente o ha sido tranquilo?
Sabía por experiencia propia que en el camino hacia Loguetown uno podía encontrarse con considerables dificultades, y el grandullón además parecía venir de bastante más lejos que él, por lo que interesarse por su camino le pareció la mínima cortesía para empezar a conocer al nuevo integrante de su Cuartel General.