Hay rumores sobre…
... una plaga de ratas infectadas por un extraño virus en el Refugio de Goat.
[Común] [C-Pasado] Diamante en bruto
Ragnheidr Grosdttir
Stormbreaker
La respuesta de Airgid llamó la atención de todo el mundo. Nadie allí solía ser tan directo con Padre, no al menos de aquella forma. En algunos ocasionó sonoras risotadas, las cuales tuvieron muy poco recorrido, pues Josis las cortó con una simple mirada. Dejó que la mujer se explayara, que comentara todo lo que tuviera que decir. A decir verdad era una buena forma de entrar en los demás, hacerles ver que respetabas cualquier punto de vista si era expresado de forma concienzuda. Josis afirmó con el rostro, como entendiendo que le estaba contando. Al mencionar lo que Ming hizo y lo que Hammond resultó que estaba haciendo, le cambió el rostro. — Comprendo, niña. — Se llevó la diestra a la barbilla, acariciando los pelos de su barba de una semana con suma tranquilidad. La calma, tensa como una vena a punto de estallar, se extendió con franca velocidad entre los ciudadanos. Mucho más lejos, por lo menos a unas cincuenta personas de la acción, los hombres y mujeres se iban transportando la información. Cuchicheando. A fin de cuentas alcanzar a escuchar algo desde allí sería una tarea de verdadero terror. Es decir, imposible. El Padre Josis avanzó hacia Hammond, desplegando una piedosa mano sobre el pecho del hombre. No llegaba hasta su hombro, de ahí que decidiera tocarle el pectoral. Hammond le miró con indiferencia, la mirada de un hombre que no confiaba ni en su propia sombra. — Así que has intentado salvar a esta joven. No fue tu plan escapar, como se nos comunicó. — Clavó unos ojos penetrantes en un indeciso Ming que bajó la mirada, asustado. — ¡Padre eso es mentira! — Respondió, alzando el rostro de nuevo. — ¡No se te ocurra decirme qué es verdad o es mentira! — Se proyectó la voz de Josis como un barreño de agua fría. Todo el mundo lo respetaba y temía al mismo nivel, Ming también. — Has cometido una de las peores decisiones que un seguidor de nuestra fe puede ... Tomar. — Caminó un par de pasos hacia Ming, dejando atrás a un Hammond que se giró para ver que pretendía hacer y a Airgid y Melys algo más lejos. El nórdico se centró ahora en la rubia. No podía hablar, ¿de qué serviría? no le entendía, nadie le entendía, solo Josis. No podía comunicar nada emocional, solo gestos directos sin emotividad ninguna. Era como un muñeco de carne, así se sentía. Así le hacían sentir. Sin embargo aquellos azules ojos reflejaban una pena ... Al mismo tiempo un fuego, las llamas de un animal indomable, pero atrapado. El viento sopló para mecer de nuevo aquellos cabellos rubios, ocultando parcialmente su rostro, cortando brevemente la intensidad de su mirada en Airgid. ¿Había intentado ayudarle? Hammond desconocía si eso había sido así, por eso tampoco tuvo intención de darle ningún tipo de gratitud a la mujer. Simplemente la miró. ¿Y si las personas pudieran comunicarse por la mirada? ¿Y si un sentimiento trascendiera el uso de las palabras? ¿Si dos almas estuvieran conectadas a tal nivel, que nada fuera necesario para entenderse? era muy apresurado decir eso de Hammond y la mujer, de hecho, era una fantasía. Una recurrente en la mente de Venture. ¿Qué extraño no? un sueño de película para un hombre que necesitaba hacerse entender de mil formas, salvo por la básica, verbalmente. Hammond bufó mientras sucedía el regaño de Josis a su perro. No apartó la mirada de Airgid.

Ming estaba de rodillas, Josis delante. Había sacado una daga de unos veinte centímetros de lo que parecía una cruz blanca. Y estaba rezando. — Has culpado a un hermano de la granja sin motivo ninguno. Hoy el no será ajusticiado. — !Ming se levantó rápidamente. — ¡Eso no es justo! ¡Se está equivocando, padre! — Josis le golpeó con la mano abierta, seco, fuerte, duro. Le abrió una brecha en el labio inferior. Ming se quedó con la cara de incrédulo que cualquiera pondría en una situación así. — No hables. No te doy permiso para dirigirme la palabra. Hammond se libra. Pero tú pagarás por tus pecados. — Alzó la misma mano utilizada para darle el golpe al muchacho. Tres hombres lo tomaron por los hombros, brazos y piernas. Ming no forzó, parecía resignado a lo que le había tocado, hundido. Más aún de lo que parecía de por sí con aquel rostro oscuro y decrépito. Se lo llevaron mientras Josis se daba la vuelta. — Os pido disculpas. Tanto a Hammond como a ti, niña. — Cerró los ojos, su rostro, los gestos, era relativamente entrañable, pero con dosis de dureza, mano dura, como decían de él.

Puede que no fuera tan malvado como se solía decir. — ¡Padre, ella es Dayana! — Le tiró de la sotana. — Dayana, es un nombre muy bonito, te pega con ese pelo rubio que tienes. — Esbozó una sonrisa. — Hammond, puedes marcharte. — Ni lo miró. — Este error será subsanado esta tarde a la hora de los cánticos. Ming será ajusticiado como debe ser. Y tú, jovencita. Me gustaría invitarte a mi hogar, Melys y yo queremos explicarte lo que somos y qué podemos ofrecerte. — Comenzó a darse la vuelta para caminar hacia ella. — Ikke drep ham. — La ruda voz de Hammond ... Cortada por el viento, agrietada por la naturaleza, en su impoluto idioma materno, sonaba tan ... A soledad. — Ikke drep noen i mitt navn. — Josis sonreía. Frenó, se dio la vuelta, todavía con su sonrisa en el rostro. — Hammond, du vet at det ikke er opp til deg å bestemme. Heldigvis for alle tar jeg disse avgjørelsene. Og hvis Ming dør i dag for dette, vil det selvfølgelig skitne til hendene dine. Har jeg ikke fortalt deg mer enn en gang at alt her i livet har konsekvenser? — Venture bajó la cabeza. — Og henne? hva vil du gjøre med det?— Josis abrió la boca, todavía con la sonrisa. Era tan convincente. — Eso, de nuevo, no te importa. — Respondió ya en otro idioma, buscando confundir a Hammond, pues este no entendió esas últimas palabras. Un hombre como él, con esas heridas internas tan sangrantes, era muy fácil de manipular, de herir. — Hva om det er henne? Hva om det er min sjel? — La conversación tomo otro matiz. Además, de forma muy clara. Hammond parecía ahora más procupado. ¿El alma? Uniendo temas anteriores, había hombres en Elbaf, sobre todo varones, que creían en la unión de almas. Almas diseñadas para estar juntas, para encontrarse. Un tema de conversación que trató varias veces con Josis, para desgracia de Hammond, cuando aún confiaba en aquel viejo tipo. ¿Y si ella era ...? ¿Y si Argid? —At? Nå lar du meg virkelig stå målløs. Du tror virkelig på de historiene, du så ut til å ha kommet til fornuft når vi delte erfaringer. Din hedenske tro er ikke annet enn løgn. Det er ingen sjeler som er her for det eneste oppdraget å slutte seg til en likeverdig. Når du dør, går du til et sted hvor du vil bli dømt for dine handlinger, og det er det. Han vil aldri sette sin fot i de levendes verden. — Hammond agrietó el ceño, apretó el puño. — Hun er ikke din "sjel". Selvfølgelig er det ikke det. — No se molestó en responder, tan solo miró de nuevo a los ojos de Airgid. ¿Por qué con ella?

Melys la agarró de la mano y comenzó a tirarla hacia Josis. — !Bah me aburro! ¡Vamos, vamos! — Josis volvió a avanzar, dejando atrás a Hammond. — Si si ... Perdón, este viejo ya no corre tanto como antes jajaja. Seguidme, jovencitas. — El cuerpo de aquel Bucanner permaneció quieto, estoico, observando como se iban, fijo en la mujer. La figura de los tres se alejaban, se volvían pequeñas, tan pequeñas que en poco tiempo serían ya invisibles. Un tipo de aspecto normal se acercó. No destacaba en nada, tan solo en que portaba una barba ligeramente más poblada de lo normal. Vestía una sudadera negra muy desgastada, zapatos de trabajador y pantalones gris. Ni siquiera tenía algo destacable en el rostro. La representación de un tío sin más. Ese tipo le puso una mano en la espalda al gigantón, sin miedo. No como los demás que le miraban como a un apestado. — Vamos, Grande, quita esa cara y vamos a comer algo. — Como si lo entendiera, Hammond le siguió.

Josis caminaba casi con dificultad, escondiendo una probable lesión peligrosa bajo aquella tela tan extensa que tocaba casi el suelo. Melys seguía sujetando la mano de Airgid, tirando de ella. Es como si tuviera prisa porque viera lo que hay. Pasaron por lo que perfectamente podría ser una zona de la isla, recreada con la basura recolectada por la gente, era increíble el ingenio que habían mostrado para llevar a cabo algo como aquello. ¿A quién se le pudo ocurrir? bueno, aquella duda no tardó en ser despejada. — ¿Qué te parece? no ha sido fácil llegar hasta este punto que puedes ver. Este lugar no fue siempre así, ¿verdad Melys? — La niña negó con la cabeza, juguetona. — Cuando yo era pequeña, todo esto era como el resto del basurero, el que llegaba primero se lo quedaba todo. Padre cambió eso. Por suerte para todos ahora La granja es el mejor lugar del muuuuuuuuundo mundial. — Saltaba, contenta. Eso fue lo único que vivió en su corta edad. Para ella eso era un lugar maravilloso. — Aquí todos convivimos como hermanos, bajo el poder de la fe, hemos encontrado la manera de coexistir perfectamente. Si uno sabe construir, centramos todo lo posible nuestros recursos en que pueda desarrollarse por el bien de la comunidad. — Le explicaba, mirándola cada poco tiempo mientras seguían avanzando de camino al hogar de Josis. Os ibais cruzando con muchas personas, algunas trabajando, otras con sus familias. Todas sin falta saludaban a Josis, incluso alguno se inclinaba, pero rápidamente el sacerdote les pedía que no lo hicieran, que se levantaran, que él no merecía tal trato de privilegio. Eso contrarrestaba mucho lo vivido con Ming y Hammond, aunque claro, Airgid y Melys no conocían lo que pudo hablar en el idioma natural del salvaje hombre de cabello rubio.

Poco se tardó en llegar hasta lo que era el "hogar" de padre. Nada más ni nada menos que una carpa gigantesca a diferencia de las demás viviendas que había alrededor. Incluso antes de entrar, la explanada que tenía alrededor, no sería difícil quitar la mirada de unas plantas artificiales que decoraban el exterior. Por supuesto con hombres manteniéndolas en condiciones óptimas para Josis. Al mover la tela de la entrada, se pudo apreciar que el olor cambió. El apestoso y putrefacto tufillo a basura se fue, dejando paso a un refrescante tinte de vainilla con frutos silvestres. Melys se lanzó sobre un sofá de aparente comodidad, hundiéndose entre los cojines. — ¡Esto si es buen olor! — Gritó. — No lo que dijo el bobo de Ming ... — Tras el sofá una biblioteca kilométrica en dirección lateral, abarcando decenas y decanas de metros. Varios de los libros estaban en zonas con jaulas y candados. — Por favor, Dayana, toma asiento. — Él así lo hizo, colocando su culo en una silla de madera de Adan. Solo con esa silla podría alimentar a decenas de personas durante días. Y lo sabía. — Ahora, cuéntame tu historia. Me ha parecido gracioso la acentuación en tu hablar. ¿No eres de aquí, cierto? Muero de ganas por saber tu historia pequeña. — Finalizó, al tiempo que le llegó un té bien caliente. Sin pedirlo.
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[C-Pasado] Diamante en bruto - por Airgid Vanaidiam - 22-08-2024, 10:50 PM
RE: [C-Pasado] Diamante en bruto - por Ragnheidr Grosdttir - 27-08-2024, 09:27 PM

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