Juuken
Juuken
27-08-2024, 11:36 PM
Los dos peliblancos tomaron su asiento, Shiro fue antes que Lance, quien se quedó hablando con un hombre de la propia organización, yo fui a coger asiento y quise reservarle el de mi lado a Lance, pero se sentó alguien rápidamente. Antes de llegar a sentarme, mi compañero me entregó un papel donde ponía un número, entonces me di cuenta que los asientos estaban numerados.
Un hombre alzaba la voz mientras se preparaba para dar paso al inicio de la competencia, con esas palabras busqué la mirada de mis compañeros.
-Solo recuerden, no es solo sobre cuánto coman, sino también sobre disfrutarlo. ¡Eso es lo que hace a un verdadero campeón!
-¿Disfrutar? Si está rico seguro -Dije a mis compañeros con una sonrisa.
-¡Buena suerte, señores! -Tragué saliva. Empezó a darme hambre de verdad- Y tengan presente que el récord está en cinco platos de carne asada con guarnición de patatas y sólo hay un vaso de agua por persona incluida en la competición. ¿Quién sabe? ¡Quizás hoy sea el día en que se rompa nuestro récord!
Miré a Lance con una sonrisa algo avergonzada, tan solo quería sentarme en un sitio y ya está. Busqué el número de la silla que me tocaba, resultó ser la número veintitrés. Muy lejos de Shiro y de Lance, pero bueno, tampoco me importaba demasiado. Aunque siempre prefería comer junto a los amigos.
Alcé la mirada buscando encontrar la de mis compañeros, aunque sobre todo buscaba a Lance, ese otro muchacho, Shiro, apenas lo acabamos de conocer. Mi mirada se cruzó con la de un hombre con una corpulencia bastante abusiva que estaba a mi lado. Nuestras miradas se cruzaron. Se rió.
-Pobre muchacho, ni un plato aguantarás -comentó ese grandullón-. ¿Tan hambriento estás que no te importa ser humillado? -Echó a reírse de una forma bastante cómica. Me recordaba a los cerdos que tenía Tom en su granja.
Sonreí mirándole.
-Suerte amigo. Alomejor ganas -aunque con las reservas que tenía igual tenía poco espacio en el estómago.
Él simplemente frunció el ceño, seguramente se pensaría que me estaba burlando de él, la gente siempre pone esa cara cuando se siente molesto, pero yo no había dicho nada agresivo ni ofensivo, no entendía esa reacción, por lo que directamente le volví la mirada y me centré en el hombre que estaba delante de mí, un camarero que tenía un plato preparado para servir delante de mí.
Solo con verlo se me empezaba a hacer la boca agua, las entrañas me rugían y mi mirada se quedó completamente ida. Nunca había visto un plato tan lleno. Una gran pieza de carne atravesada por un hueso todavía más grande destacaba en el centro de un plato increíblemente enorme. A su alrededor, unas patatas, pero no me importaban esas patatas. ¿Qué tipo de carne sería esa? Tenía una pinta exquisita.
Pusieron el plato enfrente mío, no podía creer lo que tenía delante, parecía más grande que yo mismo, dudaba que pudiera ser capaz de terminar siquiera ese plato. ¿Y el récord estaba en cinco? Eso era demasiado.
Una risotada arrogante sonó a mi derecha. Ese grandullón me estaba mirando directamente y riéndose. Empezaba a resultarme incómoda la compañía. Como no dejara de reír de esa forma acabaría con el estómago ensartado. Yo también sé divertirme a costa de otros.
Comenzó la competición. Un pitido dió inicio a la gran ingesta, momento en el que pude comenzar a degustar ese plato. El grandullón a mi derecha comenzó a devorar como su verdadero animal de granja, engullir de una forma increíblemente rápida, pronto todas las patatas habían desaparecido de su plato. Yo, sin embargo, me lo tomé con más calma.
Cogí el tenedor y el cuchillo. Recordé cómo Tom y Marin me enseñaron a comer correctamente con la gente, aunque allí parecía que nadie lo sabía. Probé el primer trozo de carne, y nada más hacerlo ocurrió lo inesperado. Mis pupilas se abrieron como nunca. Mi lengua experimentó unas sensaciones como jamás había experimentado. ¿Qué era esa carne? Era lo mejor que había probado en mi vida.
Olvidando todos los modales, directamente mis manos se aflojaron, cayendo los cubiertos sobre la mesa. Unos segundos eternos, y a la vez instantáneos. El tiempo se detuvo cuando mi paladar comenzó a saborear todos los matices de esa carne. Cuando me quise dar cuenta, mis manos estaban aferrando ese hueso y mi boca devorando ávidamente cada pedazo de ese trozo de carne.
No tardé demasiado en acabarme ese plato, algo que jamás había pensado que llegaría a ocurrir dada la inmensidad del mismo. Trajeron otro plato. Más risas a mi derecha. Miré de reojo, el mastodonte llevaba ya casi dos platos. Esto estaba convirtiéndose en algo personal. Agarré el nuevo trozo de carne y continué comiendo, como si no hubiera comido en mi vida. Aunque en parte era cierto, en mi vida había comido algo tan delicioso.
Cuando terminé el segundo hueso miré a mi lado. Ese hombre estaba empezando el tercer plato y me miraba de reojo con superioridad. Disimuladamente, con el hueso que me había terminado, lo deslicé por debajo de la mesa, golpeándole directamente en su enorme estómago mientras esperaba en tercer plato, ávido de seguir degustando esos sabores.
Muchos ya habían abandonado la mesa, todavía quedaban unas cinco personas, pude ver cómo mis compañeros todavía estaban sentados. Un sonido de dolor provino de mi lateral, y eso sí provocó mi sonrisa. Ese grandullón se llevó las manos al estómago. Al momento cambió una mano del estómago a la boca y salió corriendo hacia atrás. Que desperdicio de comida.
Continué comiendo, aunque sentía que ya estaba llegando a mi límite, en mi vida había comido tanto, comenzaba a sentirme el estómago tan repleto que sentía que la carne y las patatas se me iban a salir por las orejas de tanto comer, pero tenía que aguantar un poco más.
-Me rindo -se escuchó un poco a lo lejos. Miré y Lance se había levantado-. ¡PERO ELLOS CONTINÚAN! ¡VAMOS CHICOS! ¡GANAD POR MÍ! -Lance alzó la voz, y me di cuenta que ya solo quedábamos Shiro, yo y otra persona más que estaba al lado de Lance.- ¡VAMOS PÚBLICO! ¡¡Apoyemos a estas dos jóvenes promesas de tan bonita competición!!
En ese momento llegó mi tercer plato. Era demasiado, pero el listón estaba muy alto. ¿Qué era lo peor que podía pasar? Comencé a devorar con ferocidad ese tercer plato, aunque ya me notaba que estaba demasiado lleno como para que todo entrase a la velocidad que debería. El tercer plato terminó, el cuarto llegó, Solo quedábamos Shiro y yo.
Aquello era demasiado, estaba hasta cansado de comer. Alcé la mano en señal de rendición. Me había pasado. Nunca había pensado que llegaría a comer tanto. Ni siquiera estaba seguro de poder hablar o moverme.
-No puedo más.
Me levanté. Eso dejaría a Shiro como ganador. Me bebí lo que me quedaba de agua, intenté andar. Comencé a sentirme algo mareado. Un gran dolor se centraba en mi estómago, tal vez aquello habría sido una mala idea, debí haber abandonado en el segundo plato, me apoyé en una pared mientras sentía subir una extraña sensación desde mi estómago.
Una sensación muy desagradable, acompañada de un gran dolor que oprimía mi torso. De pronto no pude contenerlo.
Un terrible gas, y bastante prolongado salió directo de mi interior, y con él desapareció esa increíble presión que sentía, y la mayor parte del dolor, el resto se iba disipando poco a poco.
Me relajé tanto que mi cuerpo perdió las pocas fuerzas que quedaban, menos mal que había una silla al lado.
-Nunca había comido tanto. Estaba increíble.
Un hombre alzaba la voz mientras se preparaba para dar paso al inicio de la competencia, con esas palabras busqué la mirada de mis compañeros.
-Solo recuerden, no es solo sobre cuánto coman, sino también sobre disfrutarlo. ¡Eso es lo que hace a un verdadero campeón!
-¿Disfrutar? Si está rico seguro -Dije a mis compañeros con una sonrisa.
-¡Buena suerte, señores! -Tragué saliva. Empezó a darme hambre de verdad- Y tengan presente que el récord está en cinco platos de carne asada con guarnición de patatas y sólo hay un vaso de agua por persona incluida en la competición. ¿Quién sabe? ¡Quizás hoy sea el día en que se rompa nuestro récord!
Miré a Lance con una sonrisa algo avergonzada, tan solo quería sentarme en un sitio y ya está. Busqué el número de la silla que me tocaba, resultó ser la número veintitrés. Muy lejos de Shiro y de Lance, pero bueno, tampoco me importaba demasiado. Aunque siempre prefería comer junto a los amigos.
Alcé la mirada buscando encontrar la de mis compañeros, aunque sobre todo buscaba a Lance, ese otro muchacho, Shiro, apenas lo acabamos de conocer. Mi mirada se cruzó con la de un hombre con una corpulencia bastante abusiva que estaba a mi lado. Nuestras miradas se cruzaron. Se rió.
-Pobre muchacho, ni un plato aguantarás -comentó ese grandullón-. ¿Tan hambriento estás que no te importa ser humillado? -Echó a reírse de una forma bastante cómica. Me recordaba a los cerdos que tenía Tom en su granja.
Sonreí mirándole.
-Suerte amigo. Alomejor ganas -aunque con las reservas que tenía igual tenía poco espacio en el estómago.
Él simplemente frunció el ceño, seguramente se pensaría que me estaba burlando de él, la gente siempre pone esa cara cuando se siente molesto, pero yo no había dicho nada agresivo ni ofensivo, no entendía esa reacción, por lo que directamente le volví la mirada y me centré en el hombre que estaba delante de mí, un camarero que tenía un plato preparado para servir delante de mí.
Solo con verlo se me empezaba a hacer la boca agua, las entrañas me rugían y mi mirada se quedó completamente ida. Nunca había visto un plato tan lleno. Una gran pieza de carne atravesada por un hueso todavía más grande destacaba en el centro de un plato increíblemente enorme. A su alrededor, unas patatas, pero no me importaban esas patatas. ¿Qué tipo de carne sería esa? Tenía una pinta exquisita.
Pusieron el plato enfrente mío, no podía creer lo que tenía delante, parecía más grande que yo mismo, dudaba que pudiera ser capaz de terminar siquiera ese plato. ¿Y el récord estaba en cinco? Eso era demasiado.
Una risotada arrogante sonó a mi derecha. Ese grandullón me estaba mirando directamente y riéndose. Empezaba a resultarme incómoda la compañía. Como no dejara de reír de esa forma acabaría con el estómago ensartado. Yo también sé divertirme a costa de otros.
Comenzó la competición. Un pitido dió inicio a la gran ingesta, momento en el que pude comenzar a degustar ese plato. El grandullón a mi derecha comenzó a devorar como su verdadero animal de granja, engullir de una forma increíblemente rápida, pronto todas las patatas habían desaparecido de su plato. Yo, sin embargo, me lo tomé con más calma.
Cogí el tenedor y el cuchillo. Recordé cómo Tom y Marin me enseñaron a comer correctamente con la gente, aunque allí parecía que nadie lo sabía. Probé el primer trozo de carne, y nada más hacerlo ocurrió lo inesperado. Mis pupilas se abrieron como nunca. Mi lengua experimentó unas sensaciones como jamás había experimentado. ¿Qué era esa carne? Era lo mejor que había probado en mi vida.
Olvidando todos los modales, directamente mis manos se aflojaron, cayendo los cubiertos sobre la mesa. Unos segundos eternos, y a la vez instantáneos. El tiempo se detuvo cuando mi paladar comenzó a saborear todos los matices de esa carne. Cuando me quise dar cuenta, mis manos estaban aferrando ese hueso y mi boca devorando ávidamente cada pedazo de ese trozo de carne.
No tardé demasiado en acabarme ese plato, algo que jamás había pensado que llegaría a ocurrir dada la inmensidad del mismo. Trajeron otro plato. Más risas a mi derecha. Miré de reojo, el mastodonte llevaba ya casi dos platos. Esto estaba convirtiéndose en algo personal. Agarré el nuevo trozo de carne y continué comiendo, como si no hubiera comido en mi vida. Aunque en parte era cierto, en mi vida había comido algo tan delicioso.
Cuando terminé el segundo hueso miré a mi lado. Ese hombre estaba empezando el tercer plato y me miraba de reojo con superioridad. Disimuladamente, con el hueso que me había terminado, lo deslicé por debajo de la mesa, golpeándole directamente en su enorme estómago mientras esperaba en tercer plato, ávido de seguir degustando esos sabores.
Muchos ya habían abandonado la mesa, todavía quedaban unas cinco personas, pude ver cómo mis compañeros todavía estaban sentados. Un sonido de dolor provino de mi lateral, y eso sí provocó mi sonrisa. Ese grandullón se llevó las manos al estómago. Al momento cambió una mano del estómago a la boca y salió corriendo hacia atrás. Que desperdicio de comida.
Continué comiendo, aunque sentía que ya estaba llegando a mi límite, en mi vida había comido tanto, comenzaba a sentirme el estómago tan repleto que sentía que la carne y las patatas se me iban a salir por las orejas de tanto comer, pero tenía que aguantar un poco más.
-Me rindo -se escuchó un poco a lo lejos. Miré y Lance se había levantado-. ¡PERO ELLOS CONTINÚAN! ¡VAMOS CHICOS! ¡GANAD POR MÍ! -Lance alzó la voz, y me di cuenta que ya solo quedábamos Shiro, yo y otra persona más que estaba al lado de Lance.- ¡VAMOS PÚBLICO! ¡¡Apoyemos a estas dos jóvenes promesas de tan bonita competición!!
En ese momento llegó mi tercer plato. Era demasiado, pero el listón estaba muy alto. ¿Qué era lo peor que podía pasar? Comencé a devorar con ferocidad ese tercer plato, aunque ya me notaba que estaba demasiado lleno como para que todo entrase a la velocidad que debería. El tercer plato terminó, el cuarto llegó, Solo quedábamos Shiro y yo.
Aquello era demasiado, estaba hasta cansado de comer. Alcé la mano en señal de rendición. Me había pasado. Nunca había pensado que llegaría a comer tanto. Ni siquiera estaba seguro de poder hablar o moverme.
-No puedo más.
Me levanté. Eso dejaría a Shiro como ganador. Me bebí lo que me quedaba de agua, intenté andar. Comencé a sentirme algo mareado. Un gran dolor se centraba en mi estómago, tal vez aquello habría sido una mala idea, debí haber abandonado en el segundo plato, me apoyé en una pared mientras sentía subir una extraña sensación desde mi estómago.
Una sensación muy desagradable, acompañada de un gran dolor que oprimía mi torso. De pronto no pude contenerlo.
¡BLUUUUUUUUUUUUUUUUUUUURP!
Un terrible gas, y bastante prolongado salió directo de mi interior, y con él desapareció esa increíble presión que sentía, y la mayor parte del dolor, el resto se iba disipando poco a poco.
Me relajé tanto que mi cuerpo perdió las pocas fuerzas que quedaban, menos mal que había una silla al lado.
-Nunca había comido tanto. Estaba increíble.