Nada. Se sintió bastante estúpido por haber estado agitando la bolsa de las canicas sin resultado. Imaginó que, de haber alguien acechándole, se estaría echando unas buenas risas, viéndole intentar encomendarse a la divinidad de aquella pesadilla y fallar miserablemente. Volvió a atarse la bolsa al cinturón mientras mascullaba con pesadumbre.
Incluso cuando había encontrado algo fuera de lo común -aunque nada tenía de común aquella situación- y había seguido las instrucciones, Shy sintió que había dado con otro obstáculo, otra pared invisible en aquel sinsentido de desventura. Y para colmo, el penetrante frío no cesaba. Sentía un dolor grave intensificarse en sus huesudas rodillas y codos. Iba a morir otra vez. Si a aquello podía llamársele morir, claro.
Repentinamente, el viento cesó para dar lugar a un relampagueante espectáculo. Shy se encogió de hombros. Tanto le daba ser fulminado por un rayo otra vez como morir de frío, algo que también estuvo cerca de suceder en su anterior... ¿Vida?
Algo más le sorprendió. Un número "1" flotaba sobre su cabeza.
"De acuerdo" pensó. "Ahora sí que sí, esto es un sueño, de eso no me cabe duda. Esto empieza a desafiar toda lógica. ¿Qué querrá decir ese número? ¿Alguna instrucción? ¿Me señala como objetivo? ¿Como parte de un grupo, tal vez?
Shy caviló sobre aquella cuestión algunos minutos antes de desistir. Estaba claro que no le iba a llegar una respuesta en ningún momento. Decidió encontrar a alguien que pudiera contarle de que iba todo aquello, aunque, entre la extraña naturaleza de lo que estaba sucediendo, y su incapacidad para comunicarse con facilidad, tratar el tema iba a suponer un auténtico reto.
Shy avanzó por el pedregoso paraje, en silencio. Ahora tendría que pensar cómo proceder. Quizás bastaría con sumar algunas canicas a su haber. Aunque el latrocinio nunca había estado entre sus escasos dones.
Pronto volvió a dar con la chica que había salido corriendo, y estaba frente a lo que parecía ser un gigante. Si bien Shy sabía de su existencia y de la isla de Elbaf, aquello no suponía más que otra rareza que hacía más increíble aun la circunstancia con la que tenía que lidiar. Para colmo, ambos parecían enfrascados en una refriega.
Shy pensó en hacer gala de su agilidad natural y robar una de las bolsas en cuanto uno de los dos cayera. Así pues, se escondió tras un arbusto, esperando para proceder.
Incluso cuando había encontrado algo fuera de lo común -aunque nada tenía de común aquella situación- y había seguido las instrucciones, Shy sintió que había dado con otro obstáculo, otra pared invisible en aquel sinsentido de desventura. Y para colmo, el penetrante frío no cesaba. Sentía un dolor grave intensificarse en sus huesudas rodillas y codos. Iba a morir otra vez. Si a aquello podía llamársele morir, claro.
Repentinamente, el viento cesó para dar lugar a un relampagueante espectáculo. Shy se encogió de hombros. Tanto le daba ser fulminado por un rayo otra vez como morir de frío, algo que también estuvo cerca de suceder en su anterior... ¿Vida?
Algo más le sorprendió. Un número "1" flotaba sobre su cabeza.
"De acuerdo" pensó. "Ahora sí que sí, esto es un sueño, de eso no me cabe duda. Esto empieza a desafiar toda lógica. ¿Qué querrá decir ese número? ¿Alguna instrucción? ¿Me señala como objetivo? ¿Como parte de un grupo, tal vez?
Shy caviló sobre aquella cuestión algunos minutos antes de desistir. Estaba claro que no le iba a llegar una respuesta en ningún momento. Decidió encontrar a alguien que pudiera contarle de que iba todo aquello, aunque, entre la extraña naturaleza de lo que estaba sucediendo, y su incapacidad para comunicarse con facilidad, tratar el tema iba a suponer un auténtico reto.
Shy avanzó por el pedregoso paraje, en silencio. Ahora tendría que pensar cómo proceder. Quizás bastaría con sumar algunas canicas a su haber. Aunque el latrocinio nunca había estado entre sus escasos dones.
Pronto volvió a dar con la chica que había salido corriendo, y estaba frente a lo que parecía ser un gigante. Si bien Shy sabía de su existencia y de la isla de Elbaf, aquello no suponía más que otra rareza que hacía más increíble aun la circunstancia con la que tenía que lidiar. Para colmo, ambos parecían enfrascados en una refriega.
Shy pensó en hacer gala de su agilidad natural y robar una de las bolsas en cuanto uno de los dos cayera. Así pues, se escondió tras un arbusto, esperando para proceder.