Drake Longspan
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28-08-2024, 04:18 AM
(Última modificación: 28-08-2024, 04:18 AM por Drake Longspan.)
Drake Longspan había estado en el pueblo de Rostock durante varios años, lo visitaba a menudo y era considerado un local más de la Isla Kilombro. El carpintero, aunque disfrutaba del bullicio y las constantes sorpresas que la ciudad le ofrecía, no podía negar que los momentos de tranquilidad tenían su propio encanto. Después de un tiempo inmerso en el caos y la acción, a veces era necesario detenerse y simplemente disfrutar de lo que la vida cotidiana tenía para ofrecer.
Ese día, decidió darse un gusto. Había escuchado hablar del "Rey Venado", un restaurante conocido por su exquisita carne de venado y, siendo un hombre de apetito voraz, le pareció el lugar perfecto para una buena comida. Cuando entró, el ambiente le resultó cómodo, aunque no pasó desapercibido el aire de elegancia y formalidad que impregnaba el lugar. No era precisamente su estilo, pero un buen filete justificaba la adaptación a entornos más sofisticados.
Mientras cruzaba el salón en busca de una mesa libre, sus ojos rubíes captaron una figura inusual cerca de un ventanal en el costado oeste del restaurante. Un hombre de piel gris, una rareza en sí misma, vestido de una manera que desafiaba la norma de los comensales, estaba sentado solo. Lo que más llamó la atención de Drake, sin embargo, no fue la apariencia del extraño, sino su evidente frustración. Tamborileaba con impaciencia los dedos sobre la mesa, mientras su mirada se perdía en la nada, claramente molesto por la falta de atención de los meseros.
Drake no pudo evitar esbozar una sonrisa. Había algo en la escena que le resultaba familiar, como si viera en aquel hombre un reflejo de sí mismo en otras circunstancias, en otros lugares, en otros tiempos. Sin pensarlo demasiado, se acercó a la mesa y, con la confianza y la naturalidad de quien está acostumbrado a interactuar con todo tipo de personas, se sentó en la silla libre frente a él.
— Parece que el servicio aquí no es tan rápido como la reputación del lugar sugiere, ¿eh? — dijo Drake con una sonrisa ladeada, sus ojos rubíes destellando con un brillo amistoso — Pero no te preocupes, amigo. A veces, solo necesitas hacer un poco de ruido para que te noten.
Hizo un gesto con la mano, llamando la atención de un mesero que pasaba cerca. El joven se giró rápidamente al escuchar la voz de Drake y, con una mezcla de sorpresa y algo de temor en su rostro, se acercó de inmediato.
— Mi amigo aquí está muriendo de hambre — dijo Drake, enfatizando la palabra "muriendo" con una exageración dramática — ¿Qué tal si nos traes el mejor filete de venado que tengan en la casa? Y asegúrate de que sea grande, como para calmar el hambre de un hombre que ha estado en el desierto durante días. Paga él.
El mesero asintió nerviosamente, visiblemente aliviado de que su error estuviera siendo abordado de manera tan directa pero no hostil, y se apresuró a cumplir con el pedido.
Drake volvió su atención al hombre frente a él, notando el asombro en sus ojos amatista. Aunque no se conocían, la situación había creado una especie de camaradería instantánea. O al menos eso creía él...
Bueno en verdad le daba igual, el caso era comer gratis.
— Por cierto, soy Drake Longspan — dijo, extendiendo su mano y moviéndola como un tentáculo — No pude evitar notar que estabas teniendo un mal rato aquí. ¿Cómo te llamas?
La naturaleza directa y sociable de Longspan era a menudo exasperante para aquellos que no lo conocían, pero su tono era amistoso, sin un ápice de malicia. Había algo en aquel hombre que despertaba su curiosidad, y aunque su encuentro había comenzado por un simple acto de cortesía, aquel muchacho de brazos largos sentía que había más en él de lo que parecía a primera vista.
«Ojalá sea rico y quiera compartir algo conmigo.» Fantaseó para si mismo
— Entonces... ¿Qué te trae a un lugar como Isla Kilombo, amigo? — preguntó, reclinándose en su silla con una expresión relajada, mientras observaba cómo el mesero se alejaba apresuradamente hacia la cocina — No parece el tipo de lugar que atrae a alguien como tú, si me permites decirlo, eres... peculiar.
Y lo dice él, el que literalmente podría estar sentado y cerrar las cortinas dos mesas más allá con sus brazos.
Drake siempre había tenido un instinto para detectar cuando alguien no encajaba en su entorno, solo había que mirarlo a él. Aquel hombre de piel gris ciertamente parecía estar fuera de lugar en el "Rey Venado". Sin embargo, en lugar de juzgarlo, esto solo aumentaba su interés. Después de todo, Rostock era un pueblo lleno de historias que merecen ser contadas y compartidas, y quizás este hombre, este "Dr. Bonez", tenía una historia particularmente interesante que contar. La capacidad de escucha es posiblemente, la mejor forma de detectar necesidades y generar nuevas oportunidades de negocio, y eso el boxeador lo sabía.
Ese día, decidió darse un gusto. Había escuchado hablar del "Rey Venado", un restaurante conocido por su exquisita carne de venado y, siendo un hombre de apetito voraz, le pareció el lugar perfecto para una buena comida. Cuando entró, el ambiente le resultó cómodo, aunque no pasó desapercibido el aire de elegancia y formalidad que impregnaba el lugar. No era precisamente su estilo, pero un buen filete justificaba la adaptación a entornos más sofisticados.
Mientras cruzaba el salón en busca de una mesa libre, sus ojos rubíes captaron una figura inusual cerca de un ventanal en el costado oeste del restaurante. Un hombre de piel gris, una rareza en sí misma, vestido de una manera que desafiaba la norma de los comensales, estaba sentado solo. Lo que más llamó la atención de Drake, sin embargo, no fue la apariencia del extraño, sino su evidente frustración. Tamborileaba con impaciencia los dedos sobre la mesa, mientras su mirada se perdía en la nada, claramente molesto por la falta de atención de los meseros.
Drake no pudo evitar esbozar una sonrisa. Había algo en la escena que le resultaba familiar, como si viera en aquel hombre un reflejo de sí mismo en otras circunstancias, en otros lugares, en otros tiempos. Sin pensarlo demasiado, se acercó a la mesa y, con la confianza y la naturalidad de quien está acostumbrado a interactuar con todo tipo de personas, se sentó en la silla libre frente a él.
— Parece que el servicio aquí no es tan rápido como la reputación del lugar sugiere, ¿eh? — dijo Drake con una sonrisa ladeada, sus ojos rubíes destellando con un brillo amistoso — Pero no te preocupes, amigo. A veces, solo necesitas hacer un poco de ruido para que te noten.
Hizo un gesto con la mano, llamando la atención de un mesero que pasaba cerca. El joven se giró rápidamente al escuchar la voz de Drake y, con una mezcla de sorpresa y algo de temor en su rostro, se acercó de inmediato.
— Mi amigo aquí está muriendo de hambre — dijo Drake, enfatizando la palabra "muriendo" con una exageración dramática — ¿Qué tal si nos traes el mejor filete de venado que tengan en la casa? Y asegúrate de que sea grande, como para calmar el hambre de un hombre que ha estado en el desierto durante días. Paga él.
El mesero asintió nerviosamente, visiblemente aliviado de que su error estuviera siendo abordado de manera tan directa pero no hostil, y se apresuró a cumplir con el pedido.
Drake volvió su atención al hombre frente a él, notando el asombro en sus ojos amatista. Aunque no se conocían, la situación había creado una especie de camaradería instantánea. O al menos eso creía él...
Bueno en verdad le daba igual, el caso era comer gratis.
— Por cierto, soy Drake Longspan — dijo, extendiendo su mano y moviéndola como un tentáculo — No pude evitar notar que estabas teniendo un mal rato aquí. ¿Cómo te llamas?
La naturaleza directa y sociable de Longspan era a menudo exasperante para aquellos que no lo conocían, pero su tono era amistoso, sin un ápice de malicia. Había algo en aquel hombre que despertaba su curiosidad, y aunque su encuentro había comenzado por un simple acto de cortesía, aquel muchacho de brazos largos sentía que había más en él de lo que parecía a primera vista.
«Ojalá sea rico y quiera compartir algo conmigo.» Fantaseó para si mismo
— Entonces... ¿Qué te trae a un lugar como Isla Kilombo, amigo? — preguntó, reclinándose en su silla con una expresión relajada, mientras observaba cómo el mesero se alejaba apresuradamente hacia la cocina — No parece el tipo de lugar que atrae a alguien como tú, si me permites decirlo, eres... peculiar.
Y lo dice él, el que literalmente podría estar sentado y cerrar las cortinas dos mesas más allá con sus brazos.
Drake siempre había tenido un instinto para detectar cuando alguien no encajaba en su entorno, solo había que mirarlo a él. Aquel hombre de piel gris ciertamente parecía estar fuera de lugar en el "Rey Venado". Sin embargo, en lugar de juzgarlo, esto solo aumentaba su interés. Después de todo, Rostock era un pueblo lleno de historias que merecen ser contadas y compartidas, y quizás este hombre, este "Dr. Bonez", tenía una historia particularmente interesante que contar. La capacidad de escucha es posiblemente, la mejor forma de detectar necesidades y generar nuevas oportunidades de negocio, y eso el boxeador lo sabía.