Airgid Vanaidiam
Metalhead
28-08-2024, 01:35 PM
Airgid tuvo que dejar de apuntar al recién llegado con su nueva arma, una ráfaga de viento la desestabilizó, sin embargo, fue lo suficientemente rápida de agarrarse al fuerte y enorme brazo del tiburón. Y parece que fue mutuo, él mismo se lo ofreció. La bendición de Norfeo sobre su cuerpo le había hecho tan poderoso, tan robusto, que ya ni el viento podía desplazarle. Parecía ser que la ofrenda de sangre había servido. Si es que los dioses eran todos unos sádicos. El gyojin le hizo una bromita respecto a apuntar a cualquiera con su arma que desató una natural y espontánea risa en la rubia. Era gracioso el jodío, era más gracioso aún viniendo de un gyojin con tal porte. Como que al ver a un tío así lo último que te esperabas es que fuera haciendo chistes. — Tú siempre será er primero. — Le guiñó un ojo, sonriendo.
Entonces la voz de Norfeo volvió a resonar por toda la cumbre. El tiburón se arrodilló, así que ella no tuvo más remedio que hacerlo también. Hablaba de la forma que se esperaba de un dios, de manera altiva y soberbia, pero Airgid no estaba en la posición de rechistarle ni reclamarle nada, no si Norfeo seguía bendiciéndola y otorgándole poderes nuevos. Mientras la relación fuera mutua, Airgid estaba cómoda. Pero lo que les anunció fue más importante que su tono arrogante. Pudo comprobar ella misma con sus ojos, cómo encima de las cabezas de todos los que la rodeaban aparecían números. Algunos en rojo, otros en dorado, indicando el número de canicas que llevaban encima. Anunció que quedaba otro territorio más, y que el territorio que contase con menos canicas, caería. Una sonrisa con un tinte más pícaro se dibujó en su rostro. Eso sí que le gustaba más. Por un motivo o por otro, al final había creado ya una especie de lazo con aquellos con los que compartía territorio, puede que algunos fueran infieles, pero eran SUS infieles. Esto es como los españoles, que se insultan entre ellos constantemente, "los valencianos cocaínomanos", "los andaluces vagos", "los catalanes unos agarraos", pero luego cuando viene un alemán o un inglés a meterse con ellos se vuelven un puto ejército unido, "soy español, ¿a qué quieres que te gane?". Pues esto era justo lo mismo. En fin, que me voy por las ramas.
Tanto el gyojin como Asradi decidieron seguir la orden y emprender camino hacia el territorio contrario, hacia campo enemigo. Airgid se sentía como en una de esas películas bélicas en las que tenían que invadir una zona en guerra, con cautela, sin saber dónde se escondería una trampa. — ¡Vamo, vamo! — Exclamó la rubia ante la pregunta de su compañera la sirena. Realmente la tía no movió ni un dedo, dejó que fuera Octojin el que la llevara, pues de agarrarse a su brazo pasó a subirse a su espalda, como si montara a caballito sobre aquel enorme y triunfal tiburón. Con el arma entre sus manos, el número de un "1" rojo sobre su cabeza y sin miedo a nada, los tres se dirigieron al nuevo lugar, pendientes de sí más fieles se unían a la contienda.
Entonces la voz de Norfeo volvió a resonar por toda la cumbre. El tiburón se arrodilló, así que ella no tuvo más remedio que hacerlo también. Hablaba de la forma que se esperaba de un dios, de manera altiva y soberbia, pero Airgid no estaba en la posición de rechistarle ni reclamarle nada, no si Norfeo seguía bendiciéndola y otorgándole poderes nuevos. Mientras la relación fuera mutua, Airgid estaba cómoda. Pero lo que les anunció fue más importante que su tono arrogante. Pudo comprobar ella misma con sus ojos, cómo encima de las cabezas de todos los que la rodeaban aparecían números. Algunos en rojo, otros en dorado, indicando el número de canicas que llevaban encima. Anunció que quedaba otro territorio más, y que el territorio que contase con menos canicas, caería. Una sonrisa con un tinte más pícaro se dibujó en su rostro. Eso sí que le gustaba más. Por un motivo o por otro, al final había creado ya una especie de lazo con aquellos con los que compartía territorio, puede que algunos fueran infieles, pero eran SUS infieles. Esto es como los españoles, que se insultan entre ellos constantemente, "los valencianos cocaínomanos", "los andaluces vagos", "los catalanes unos agarraos", pero luego cuando viene un alemán o un inglés a meterse con ellos se vuelven un puto ejército unido, "soy español, ¿a qué quieres que te gane?". Pues esto era justo lo mismo. En fin, que me voy por las ramas.
Tanto el gyojin como Asradi decidieron seguir la orden y emprender camino hacia el territorio contrario, hacia campo enemigo. Airgid se sentía como en una de esas películas bélicas en las que tenían que invadir una zona en guerra, con cautela, sin saber dónde se escondería una trampa. — ¡Vamo, vamo! — Exclamó la rubia ante la pregunta de su compañera la sirena. Realmente la tía no movió ni un dedo, dejó que fuera Octojin el que la llevara, pues de agarrarse a su brazo pasó a subirse a su espalda, como si montara a caballito sobre aquel enorme y triunfal tiburón. Con el arma entre sus manos, el número de un "1" rojo sobre su cabeza y sin miedo a nada, los tres se dirigieron al nuevo lugar, pendientes de sí más fieles se unían a la contienda.