Rengetsu D. Tenji
Príncipe Ciego
28-08-2024, 02:11 PM
El cangrejo ermitaño había dado toda su explicación, poco más y contaba toda su vida desde que nació hasta el presente y no es que sea un veterano de guerra aunque a veces se intente comportar como tal, pero sin duda no son un par de añitos nada más. El punto de la cuestión fue que logro sincerarse tanto con Jimbo como para que al parecer este confiara por fin en su palabra, una suerte la verdad, dado que Crispó aunque sabia pelear un poco no seria rival para Jimbo si solo estaba armado con cocos, necesitaba reponer su suministros militares para poder dar una batalla a alguien, ese jabalí del mar lo dejo sin munición de ningún tipo y solo podía defenderse golpeando cocos que guardaba en su caja con sus pinzas. Pero afortunadamente Jimbo era un sol de persona.
Pero el joven suricato hizo un apunte interesante a la conversación. Claramente los cocos que habían comido eran muy diferentes y la posibilidad de que solo el de su hermano estuviera maldito era muy posible - ¿Dices que solo mi hermano quedo maldito? - El mismo observaría de nuevo ambos cocos - Lo cierto es que en su día lo pensé, pero si en efecto estaba maldito y el mar me tragaba nunca podría ayudar a mi hermano por eso no lo intente y decidí esperar a conseguir un barco - Una decisión sabia en su día, estaba solo y no contaba con ninguna opción para salvarse, si por lo menos hubiera tenido una cuerda para atarse a la palmera otro gallo cantaría, pero estaba con escasos recursos - Esta bien señor Jimbo, confiare en usted, si puedo contar con su ayuda si algo malo pasara intentare comprobar si estoy maldito, un miembro del tercer escuadrón de artillería del ejercito abisal no puede temer al mar.
Con la supervisión de Jimbo, el crustáceo se aproximo al agua y poco a poco, pero con paso seguro, se fue adentrando al agua. No pareció notar nada en una primera instancia, pero su hermano tampoco se vio afectado al principio fue cuando se sumergió más. Tragando un poco de saliva el pequeño ser avanzo un poco más y se fue sumergiendo cada vez más en el agua, hasta que su caja blindada se hundió en el agua...
Unos segundos de suspense se hicieron presentes hasta que de repente y con gran velocidad, Crispó emergió del agua nadando alrededor de la isla con gran soltura y velocidad a pesar de cargar con esa gran caja en su espalda - ¡Tenias razón Jimbo! - Proclamaría mientras cortaba las olas con su nado dejando los reflejos de la luna impactando contra las gotas que salían como si a su paso dejara una estela plateada - ¡No estoy maldito!
Pero el joven suricato hizo un apunte interesante a la conversación. Claramente los cocos que habían comido eran muy diferentes y la posibilidad de que solo el de su hermano estuviera maldito era muy posible - ¿Dices que solo mi hermano quedo maldito? - El mismo observaría de nuevo ambos cocos - Lo cierto es que en su día lo pensé, pero si en efecto estaba maldito y el mar me tragaba nunca podría ayudar a mi hermano por eso no lo intente y decidí esperar a conseguir un barco - Una decisión sabia en su día, estaba solo y no contaba con ninguna opción para salvarse, si por lo menos hubiera tenido una cuerda para atarse a la palmera otro gallo cantaría, pero estaba con escasos recursos - Esta bien señor Jimbo, confiare en usted, si puedo contar con su ayuda si algo malo pasara intentare comprobar si estoy maldito, un miembro del tercer escuadrón de artillería del ejercito abisal no puede temer al mar.
Con la supervisión de Jimbo, el crustáceo se aproximo al agua y poco a poco, pero con paso seguro, se fue adentrando al agua. No pareció notar nada en una primera instancia, pero su hermano tampoco se vio afectado al principio fue cuando se sumergió más. Tragando un poco de saliva el pequeño ser avanzo un poco más y se fue sumergiendo cada vez más en el agua, hasta que su caja blindada se hundió en el agua...
Unos segundos de suspense se hicieron presentes hasta que de repente y con gran velocidad, Crispó emergió del agua nadando alrededor de la isla con gran soltura y velocidad a pesar de cargar con esa gran caja en su espalda - ¡Tenias razón Jimbo! - Proclamaría mientras cortaba las olas con su nado dejando los reflejos de la luna impactando contra las gotas que salían como si a su paso dejara una estela plateada - ¡No estoy maldito!