Gautama D. Lovecraft
El Ascendido
28-08-2024, 05:55 PM
La llegada al nuevo paraje siguiendo al tiburón, se haría rumiando en mi mente las palabras de Norfeo, palabras que nos incitaron a obrar en su nombre la justicia divina que las impartía. Su deseo era para nosotros ley, y el séquito de alocados, desternillados y trastornados que éramos, íbamos guiados por el enorme tiburón que comandaba el estandarte de las huestes de las cumbres rocosas de las que proveníamos.
La nueva estampa natural se desplegaba inmensa e intimidante, decenas de cumbres y montes aguardaban nuestra llegada, como si su presencia hubiera sido preconcebida conscientemente para que fueran testigos plenos de lo que se venía. Caminaba custodiado por Carlito, mi hijo, hijastro o lo que fuera que Norfeo quería que sea conmigo, pero su presencia imponía un respeto a tomar en cuenta ante lo que podía desatar, pues su aspecto y envergadura, era señales inequívocas de que no era buena idea meterse con él.
- Yoo pro.. teger... Paa Paa -
Dijo, momentos antes de que el cabeza del grupo se detuviera. Le dediqué una mirada fraternal, y pensé en la inocencia de su ser. Ahondé en ello, y esa muestra de afecto que el grandullón amarillo emitió hacia mí, hizo que recabara los coletazos de cordura que habían sido sepultados ante los pasados estímulos. Un gesto de aprobación paternal fue dibujado en mi rostro, hacia él. Puede que allí desde los confines más oníricos del mundo, fuera un simple peón de juego a merced del capricho de un dios inmoral, quizá, dentro de ese juego macabro, yo ya había ganado, por que había ganado a un amigo, a un hijo.
- No te preocupes... Mi Carlito, saldremos de esta -
Agarré su mano derecha fuerte con mi izquierda, en la otra poseía el dial de viento que le di, y juntos al fin alcanzamos la roca en la que se paró el tiburón, formando una silueta grupal bastante intimidante. El grupo de enemigos se veía en la lejanía, y a pesar de que me había recuperado de la ceguera que suponía la devoción a Norfeo, me encontraba allí, no podía echarme ya para atrás.
Desafiante, calculé estimando los posibles escenarios que podían darse en la contienda que estaba por venir, una verdadera batalla donde el grupo del que proveníamos, y los desconocidos que nos iban a recibir, protagonizaríamos la mayor escena bélica que podía haber vivido. De aquí atrás me había contenido, pero ahora, sabiendo que tipo de circunstancia era la que nos rodeaba, no dudaría en dar el máximo de mi, por mí y por Carlito. Estábamos allí embarrados, escapar no era una opción, la única que existía era una huida hacia delante.
- ¡SEEEECTARIOS DE NORFEOOOOO!.... -
Alertaría a todos una vez estuviéramos congregados, una banda sonora incesante parecía resonar desde mi pecho, en in crescendo por el paso de los momentos, donde la tensión hasta podía cortarse con un cuchillo. No sabía si poco a poco iban llegando todos, uno a uno, mi vista estaba clavada al frente, en un semblante concentrado en lo próximo que iba a suceder, ante lo que se estaba fraguando. La batalla final estaba a punto de comenzar.
- ... ¡Reuníos! -