Tenka
Anticuario
28-08-2024, 07:34 PM
Amanecer junto al mar puede parecer algo idílico, sin embargo, la realidad es muy distinta. La humedad se hunde en tu cuerpo hasta clavarse en tus huesos. El suelo rocoso machaca tus músculos como si hubieran estado a merced del poder de la olas y la firmeza de la costa.
Y por si no fuese suficiente la febril reacción tras comer aquella fruta en mal estado, hizo de la noche un verdadero infierno.
—Es posible que haya ofendido a algún dios en mi rabieta contra la sociedad —dije para mi—, no me explico cómo una fruta podrida puede generar tal mal viaje.
Algo en mi interior se sentía diferente, algo distinguible, casi físico, que daba veracidad a aquella idea tan extraña sobre dioses crueles.
—Sueños como este no están para ignorarse —continué en mi diálogo personal—. Cuando el cadáver de una deidad marina putrefacta me habla a través de una vívida alucinación, yo obedezco.
Me levanté con precaución. Había dormido desde mediodía día del día anterior hasta la mañana del siguiente. Mis huesos crujían y mis extremidades se habían rendido al rigor propio de la muerte.
Miré fijamente al horizonte. En un paisaje hermoso de luz y color, los primeros pesqueros surgían de entre las siluetas del puente y la costa.
—Veamos, ¿quién va a llevarme hasta ese puerto? Una puerta está espera
ndo esta llave
Y por si no fuese suficiente la febril reacción tras comer aquella fruta en mal estado, hizo de la noche un verdadero infierno.
—Es posible que haya ofendido a algún dios en mi rabieta contra la sociedad —dije para mi—, no me explico cómo una fruta podrida puede generar tal mal viaje.
Algo en mi interior se sentía diferente, algo distinguible, casi físico, que daba veracidad a aquella idea tan extraña sobre dioses crueles.
—Sueños como este no están para ignorarse —continué en mi diálogo personal—. Cuando el cadáver de una deidad marina putrefacta me habla a través de una vívida alucinación, yo obedezco.
Me levanté con precaución. Había dormido desde mediodía día del día anterior hasta la mañana del siguiente. Mis huesos crujían y mis extremidades se habían rendido al rigor propio de la muerte.
Miré fijamente al horizonte. En un paisaje hermoso de luz y color, los primeros pesqueros surgían de entre las siluetas del puente y la costa.
—Veamos, ¿quién va a llevarme hasta ese puerto? Una puerta está espera
ndo esta llave