Kael
El Fantasma del Mar
29-08-2024, 01:31 AM
El aire vibraba con la tensión de la batalla mientras me preparaba para el enfrentamiento. La señal de mi adversario, Broco Lee, resonaba en mis oídos con cada golpe que se estrellaba contra mí. Su ataque había sido un destello, una ráfaga de fuerza que me empujó hacia la barandilla del barco, pero no me causó daño; mi poder como hombre pantano me permitió resistir con mi forma intangible. Sentí el impacto, pero su fuerza se disipó en el aire como una sombra ante la luz.
Aún en mi posición, respiré profundo, analizando la situación. Broco estaba a solo 10 metros de mí, y la desesperación era un enemigo más cruel que el mismo pirata. Aunque su rapidez había marcado mi primer movimiento, sabía que no podía rendirme. No empecé esta pelea solo para sobrevivir; comencé para demostrar mi ingenio y fuerza.
Con una mirada desafiante, observé cómo Broco parecía más curioso que despectivo. Tenía claro que no lo subestimaría. Sin embargo, su atención a mis movimientos me daba una pequeña ventaja. El barro que había dispersado por el suelo comenzaba a tomar efecto, y mis pensamientos corrían a toda velocidad de la mano con los cánticos de la tripulación que llenaban el aire. Tenía que aprovechar su curiosidad, usarla a mi favor.
Mi estrategia estaba a punto de ejecutarse. Sabía que solo tenía que pensar en lo siguiente: debía mantener a Broco Lee ocupado y confundido. Una simple trampa no bastaría; tendría que engañarlo y hacer uso de mis habilidades más astutas. Extendí la mano al mango de mi espada y me preparé para el movimiento que haría mi contrincante. Pero no solo eso, había que actuar con rapidez.
En un instante, Broco Lee desapareció de mi vista y al mismo tiempo una sonrisa se dibujó en mi cara. Al estar preparado mi instinto primario actuó antes de yo poder si quiera hacerlo. El golpe me dió de lleno en el pecho, empujándome varios metros hacia atrás, haciéndome chocar contra la barandilla y acabar sentado sobre el cofre. Un enorme agujero me atravesaba el pecho, pudiendo verse claramente a través de mi. Dejé caer mi torso hacia abajo, inerte, como si estuviera muerto y segundos después mi brazo empezó a moverse, me sacudí un poco la ropa y me levanté de nuevo, mientras mi pecho volvía a generarse mágicamente y quedarme como si nada hubiera pasado.
Con la sonrisa en mi cara, empecé a caminar en diagonal hacia un par de cajas en medio de la embarcación cuando la pregunta de Broco Lee me pilló desprevenido. ¿Mi comida favorita? ¿Después de un golpe que podría dejar fuera de combate a casi cualquiera? Si la tripulación era rara, el capitán sin duda se ganaba su rango en rareza.
El círculo de barro me seguía, pero allá por donde pasaba se quedaba igualmente manchado de barro. Atacarle sería inutil, después de ver la diferencia de velocidades dudaba mucho que podría hacer algo contra él. No mientras tuviera esa velocidad. Quizás si consigo que pase bastante tiempo en el barro consiga reducirle lo justo la velocidad para poder si quiera verle.
- Capitán, mi comida favorita es tan variada como el océano en el que navegamos. Pero respondiendo a su pregunta no deja de venir a una comida que hace mucho tiempo que no pruebo, la comida favorita de mi mujer, una sabrosa ensalada de quinoa con aguacate y un toque de limón. Un plato muy sencillo de hacer y que al mismo tiempo refleja la frescura de la vida. Aunque sin duda lo que más ayuda a que la comida sea mejor es compartirla con los seres queridos. Pero, ¿qué hay de usted, capitán? ¿Cuál es su plato favorito?.
Terminé la pregunta sentándome en el filo de las cajas, con la mano en el mango de la espada, mientras expandía el barro también por esa zona.
Aún en mi posición, respiré profundo, analizando la situación. Broco estaba a solo 10 metros de mí, y la desesperación era un enemigo más cruel que el mismo pirata. Aunque su rapidez había marcado mi primer movimiento, sabía que no podía rendirme. No empecé esta pelea solo para sobrevivir; comencé para demostrar mi ingenio y fuerza.
Con una mirada desafiante, observé cómo Broco parecía más curioso que despectivo. Tenía claro que no lo subestimaría. Sin embargo, su atención a mis movimientos me daba una pequeña ventaja. El barro que había dispersado por el suelo comenzaba a tomar efecto, y mis pensamientos corrían a toda velocidad de la mano con los cánticos de la tripulación que llenaban el aire. Tenía que aprovechar su curiosidad, usarla a mi favor.
Mi estrategia estaba a punto de ejecutarse. Sabía que solo tenía que pensar en lo siguiente: debía mantener a Broco Lee ocupado y confundido. Una simple trampa no bastaría; tendría que engañarlo y hacer uso de mis habilidades más astutas. Extendí la mano al mango de mi espada y me preparé para el movimiento que haría mi contrincante. Pero no solo eso, había que actuar con rapidez.
En un instante, Broco Lee desapareció de mi vista y al mismo tiempo una sonrisa se dibujó en mi cara. Al estar preparado mi instinto primario actuó antes de yo poder si quiera hacerlo. El golpe me dió de lleno en el pecho, empujándome varios metros hacia atrás, haciéndome chocar contra la barandilla y acabar sentado sobre el cofre. Un enorme agujero me atravesaba el pecho, pudiendo verse claramente a través de mi. Dejé caer mi torso hacia abajo, inerte, como si estuviera muerto y segundos después mi brazo empezó a moverse, me sacudí un poco la ropa y me levanté de nuevo, mientras mi pecho volvía a generarse mágicamente y quedarme como si nada hubiera pasado.
Con la sonrisa en mi cara, empecé a caminar en diagonal hacia un par de cajas en medio de la embarcación cuando la pregunta de Broco Lee me pilló desprevenido. ¿Mi comida favorita? ¿Después de un golpe que podría dejar fuera de combate a casi cualquiera? Si la tripulación era rara, el capitán sin duda se ganaba su rango en rareza.
El círculo de barro me seguía, pero allá por donde pasaba se quedaba igualmente manchado de barro. Atacarle sería inutil, después de ver la diferencia de velocidades dudaba mucho que podría hacer algo contra él. No mientras tuviera esa velocidad. Quizás si consigo que pase bastante tiempo en el barro consiga reducirle lo justo la velocidad para poder si quiera verle.
- Capitán, mi comida favorita es tan variada como el océano en el que navegamos. Pero respondiendo a su pregunta no deja de venir a una comida que hace mucho tiempo que no pruebo, la comida favorita de mi mujer, una sabrosa ensalada de quinoa con aguacate y un toque de limón. Un plato muy sencillo de hacer y que al mismo tiempo refleja la frescura de la vida. Aunque sin duda lo que más ayuda a que la comida sea mejor es compartirla con los seres queridos. Pero, ¿qué hay de usted, capitán? ¿Cuál es su plato favorito?.
Terminé la pregunta sentándome en el filo de las cajas, con la mano en el mango de la espada, mientras expandía el barro también por esa zona.