Octojin
El terror blanco
29-08-2024, 11:49 AM
(Última modificación: 29-08-2024, 03:10 PM por Octojin.
Razón: corregir cálculo ataque
)
Octojin reflexionaba sentado en la piedra sobre los eventos recientes con una mezcla de asombro y resignación. Al bajar a la rubia al suelo y notar el estorbo que suponía Ray en la palma de su mano, el gyojin no pudo evitar pensar en lo surrealista de la situación. Había agarrado de la mano a dos mujeres, Airgid y Asradi, y casi por arte de magia le había caído lo que comparando con su tamaño era un bebé. “Así que así es como los humanos tienen hijos... extraño y repentino” pensó, aunque sabía bien que no era el caso, la idea le arrancó una risa baja, algo que visto desde fuera quizá era confuso.
Centrándose en el presente y en asuntos más serios, Octojin usó su afinado sentido del oído para escanear el entorno. Los sonidos lejanos, apenas eran perceptibles sobre el viento que llevaba lamentos antiguos, pero sí que indicaban movimientos en la distancia. No podía precisar aún si eran amigos o enemigos, pero la tensión en el aire era palpable.
Con Ray aún sobre su palma, el olor nauseabundo que emanaba de él se volvía insoportable, y Octojin decidió que era momento de un breve baño. Se acercó al río que habían estado siguiendo y se sumergió en el agua fría y cristalina, cuidando de no mojar a Ray, para lo cual lo depositó sobre su hombro. Lo cierto era que el humano dejaba un rastro sumamente asqueroso allá por donde pasaba. El tiburón había leído historias de temerosos guerreros que, según decían las lenguas, por donde ellos pasaban no crecía la hierba. Pues Ray se podía considerar uno de ellos. No por su temerosidad, la cual aún no había demostrado, sino porque por su mal olor, probablemente iría matando todo rastro de hierba, plantas y flora en general que estuviera en su paso.
De vuelta en tierra firme, Octojin observó a su grupo formando un círculo a su alrededor. Allí estaba Asradi, la distinguida sirena cuya presencia siempre le había inspirado una cierta admiración. La rubia, siempre alerta y con el dedo listo en el gatillo, no dejaba de vigilar los alrededores. El Profeta, acompañado de su fiel seguidor, murmuraba oraciones a su dios. El pato, imponente a pesar de su apariencia inusual, parecía listo para cualquier confrontación. Ray, por su parte, colgaba de la mano de Octojin, completamente ajeno al rol de proyectil improvisado que tendría segundos después. Y Yoshi, otro habitante del mar, que se mantenía alerta, observando con cautela.
— Si morimos, será en nombre de Norfeo, así que no hay nada que temer — declaró Octojin con firmeza—. Todos aquellos sin una corona de laurel dorada son enemigos, y los que la tengan y no pertenezcan a este grupo, son susceptibles de ser enemigos también. Debemos estar preparados para masacrar a cualquiera que se cruce en nuestro camino. Somos un equipo, si uno necesita ayuda, se le ayuda. Recordad que no peleamos por nosotros, sino por nuestro Norfeo.
De repente, el tiburón cesó su discurso al ver la figura de un hombre que se aproximaba rápidamente. Octojin frunció el ceño a la par que divisaba a un humano rubio entre las sombras de las montañas que se acercaba a ellos. Sin dudar, ordenó el ataque mientras le señalaba.
— Uno de vosotros, a por ese infiel —musitó, sin apartar la mirada del rubio.
Sin dejar pasar ni un segundo, observó a donde se concentraba el campo de batalla. Allí había un humano luchando contra una especie de gyojin medusa. La batalla parecía dispareja, al menos desde la lejanía, pues el humano estaba mucho más cansado que el gyojin, o eso aparentaba.
— Te toca demostrar esa valía de la que presumes — comentó mientras miraba a los ojos a Ray.
Con una decisión firme, Octojin balanceó a Ray por el brazo, generando un momento de impulso. El tiburón utilizó la fuerza acumulada de su poderoso torso y brazos musculosos para proyectar a Ray con toda la fuerza que pudo reunir apuntando directamente hacia un humano vestido de negro con el pelo castaño y largo. En ese instante, Ray se convirtió en un proyectil humano, girando en el aire con una trayectoria precisa y acelerada hacia el enemigo. El lanzamiento fue ejecutado con una precisión sorprendente para alguien de su tamaño y fuerza. Ray, completamente ajeno a su papel en esa batalla, voló a través del aire, describiendo un arco perfecto. Octojin observó cómo su trayectoria se alineaba con el objetivo. La forma en que el cuerpo de Ray cortaba el aire, combinado con la distancia y la fuerza del lanzamiento, era señal del poderío físico de Octojin.
Mientras Ray se acercaba a su destino, Octojin no pudo evitar sentir una mezcla de satisfacción y urgencia. Sabía que cada movimiento en el campo de batalla podía ser crucial, y lanzar a Ray no solo era una decisión táctica, sino también una demostración de la seriedad con la que tomaba su rol como defensor de Norfeo. En su mente, no había duda de que estaba haciendo lo correcto, protegiendo su misión y a sus aliados de cualquier amenaza, utilizando todos los recursos a su disposición.
— Rubia, cúbreme, cualquier cosa que veas moverse, dispara — se limitó a decir mientras, con velocidad, bajaba hacia el campo de batalla.
Con paso decidido, Octojin avanzó hacia el conflicto. En su camino, un destello en la periferia de su visión le mostró a un gyojin medusa intentando huir. Cambiando su trayectoria, se dirigió hacia allí con velocidad. Pero antes de que pudiera alcanzarla, un olor a carne fresca captó su atención tras un arbusto cercano.
El escualo frenó, modificando su trayectoria nuevamente. Un humano se ocultaba, quizás esperando el momento para atacar. Octojin se movió hacia él con intención amenazante, los músculos de sus brazos se fueron tensando en preparación para el enfrentamiento. La adrenalina y la devoción a Norfeo llenaban su sangre de un fervor combativo, dispuesto a enfrentar cualquier desafío en nombre de su dios.
Con un golpe seco, el tiburón hizo gala de su alto nivel de Gyojin Karate, golpeando las partículas de agua presentes en el aire que rodeaba a aquél humano y con la clara intención de golpearle y desplazarlo hacia atrás.
Centrándose en el presente y en asuntos más serios, Octojin usó su afinado sentido del oído para escanear el entorno. Los sonidos lejanos, apenas eran perceptibles sobre el viento que llevaba lamentos antiguos, pero sí que indicaban movimientos en la distancia. No podía precisar aún si eran amigos o enemigos, pero la tensión en el aire era palpable.
Con Ray aún sobre su palma, el olor nauseabundo que emanaba de él se volvía insoportable, y Octojin decidió que era momento de un breve baño. Se acercó al río que habían estado siguiendo y se sumergió en el agua fría y cristalina, cuidando de no mojar a Ray, para lo cual lo depositó sobre su hombro. Lo cierto era que el humano dejaba un rastro sumamente asqueroso allá por donde pasaba. El tiburón había leído historias de temerosos guerreros que, según decían las lenguas, por donde ellos pasaban no crecía la hierba. Pues Ray se podía considerar uno de ellos. No por su temerosidad, la cual aún no había demostrado, sino porque por su mal olor, probablemente iría matando todo rastro de hierba, plantas y flora en general que estuviera en su paso.
De vuelta en tierra firme, Octojin observó a su grupo formando un círculo a su alrededor. Allí estaba Asradi, la distinguida sirena cuya presencia siempre le había inspirado una cierta admiración. La rubia, siempre alerta y con el dedo listo en el gatillo, no dejaba de vigilar los alrededores. El Profeta, acompañado de su fiel seguidor, murmuraba oraciones a su dios. El pato, imponente a pesar de su apariencia inusual, parecía listo para cualquier confrontación. Ray, por su parte, colgaba de la mano de Octojin, completamente ajeno al rol de proyectil improvisado que tendría segundos después. Y Yoshi, otro habitante del mar, que se mantenía alerta, observando con cautela.
— Si morimos, será en nombre de Norfeo, así que no hay nada que temer — declaró Octojin con firmeza—. Todos aquellos sin una corona de laurel dorada son enemigos, y los que la tengan y no pertenezcan a este grupo, son susceptibles de ser enemigos también. Debemos estar preparados para masacrar a cualquiera que se cruce en nuestro camino. Somos un equipo, si uno necesita ayuda, se le ayuda. Recordad que no peleamos por nosotros, sino por nuestro Norfeo.
De repente, el tiburón cesó su discurso al ver la figura de un hombre que se aproximaba rápidamente. Octojin frunció el ceño a la par que divisaba a un humano rubio entre las sombras de las montañas que se acercaba a ellos. Sin dudar, ordenó el ataque mientras le señalaba.
— Uno de vosotros, a por ese infiel —musitó, sin apartar la mirada del rubio.
Sin dejar pasar ni un segundo, observó a donde se concentraba el campo de batalla. Allí había un humano luchando contra una especie de gyojin medusa. La batalla parecía dispareja, al menos desde la lejanía, pues el humano estaba mucho más cansado que el gyojin, o eso aparentaba.
— Te toca demostrar esa valía de la que presumes — comentó mientras miraba a los ojos a Ray.
Con una decisión firme, Octojin balanceó a Ray por el brazo, generando un momento de impulso. El tiburón utilizó la fuerza acumulada de su poderoso torso y brazos musculosos para proyectar a Ray con toda la fuerza que pudo reunir apuntando directamente hacia un humano vestido de negro con el pelo castaño y largo. En ese instante, Ray se convirtió en un proyectil humano, girando en el aire con una trayectoria precisa y acelerada hacia el enemigo. El lanzamiento fue ejecutado con una precisión sorprendente para alguien de su tamaño y fuerza. Ray, completamente ajeno a su papel en esa batalla, voló a través del aire, describiendo un arco perfecto. Octojin observó cómo su trayectoria se alineaba con el objetivo. La forma en que el cuerpo de Ray cortaba el aire, combinado con la distancia y la fuerza del lanzamiento, era señal del poderío físico de Octojin.
Mientras Ray se acercaba a su destino, Octojin no pudo evitar sentir una mezcla de satisfacción y urgencia. Sabía que cada movimiento en el campo de batalla podía ser crucial, y lanzar a Ray no solo era una decisión táctica, sino también una demostración de la seriedad con la que tomaba su rol como defensor de Norfeo. En su mente, no había duda de que estaba haciendo lo correcto, protegiendo su misión y a sus aliados de cualquier amenaza, utilizando todos los recursos a su disposición.
— Rubia, cúbreme, cualquier cosa que veas moverse, dispara — se limitó a decir mientras, con velocidad, bajaba hacia el campo de batalla.
Con paso decidido, Octojin avanzó hacia el conflicto. En su camino, un destello en la periferia de su visión le mostró a un gyojin medusa intentando huir. Cambiando su trayectoria, se dirigió hacia allí con velocidad. Pero antes de que pudiera alcanzarla, un olor a carne fresca captó su atención tras un arbusto cercano.
El escualo frenó, modificando su trayectoria nuevamente. Un humano se ocultaba, quizás esperando el momento para atacar. Octojin se movió hacia él con intención amenazante, los músculos de sus brazos se fueron tensando en preparación para el enfrentamiento. La adrenalina y la devoción a Norfeo llenaban su sangre de un fervor combativo, dispuesto a enfrentar cualquier desafío en nombre de su dios.
KGY402
GYOJIN KARATE
Ofensiva Activa
Tier 4
No Aprendida
50
2
Un fuerte impacto que se transmite a través de las partículas de agua presentes en el cuerpo y aire que rodea al objetivo logrando que el golpe del usuario lo [Derribe] y [Empuje] hasta 10 metros.
Golpe Básico + [FUEx2,9] de [Daño Contundente]
Con un golpe seco, el tiburón hizo gala de su alto nivel de Gyojin Karate, golpeando las partículas de agua presentes en el aire que rodeaba a aquél humano y con la clara intención de golpearle y desplazarlo hacia atrás.
KGY300
GYOJIN KARATE
Pasiva
Tier 3
No Aprendida
Las técnicas del estilo emplean el elemento agua en ellas, con lo cual serán capaces de golpear a los usuarios de Akuma no Mi que normalmente contarán con ciertas inmunidades tangibles con normalidad. Por otro lado, siempre que se encuentre en el agua o tenga una fuente de agua de al menos 10 litros a 30 metros, sus técnicas físicas basadas en la utilización del cuerpo causan +40 de Daño adicional y costarán -5 Energía (Hasta un mínimo de 5 Energía). Obtiene [Colisión] +50 en tus ataques cuerpo a cuerpo con el estilo.