Ubben Sangrenegra
Loki
29-08-2024, 03:30 PM
El bribón de ojos dorados sintió cómo su ego se acrecentaba con cada paso de su plan que se cumplía a la perfección. Su fingida timidez, acompañada de la firmeza con la que había sujetado a Akari, le daba un aire de caballerosidad que no era más que una fachada bien orquestada. A esto se sumaba su elección cuidadosa de palabras, junto con una mirada detenida y provocadora que se clavaba en lugares sutilmente coquetos... Una rápida ojeada a los labios, seguida de una mirada profunda a los ojos. Eso fue todo lo que necesitó para conseguir que aquella chica de oscuros cabellos y carnosos labios rosados titubease en sus respuestas. Su tímido y tartamudeante "Gra-gracias" fue una victoria para el chico de blancos cabellos y ojos dorados, pero Ubben sabía que una pequeña victoria no garantizaba ganar la guerra.
Cuando escuchó a la mujer presentarse como Akari, su mente se lanzó a la acción, como un depredador acechando a su presa. Clavó su mirada en los ojos de la chica, ladeando levemente la cabeza en un gesto que denotaba curiosidad. —Luz radiante...— musitó, refiriéndose al significado del nombre "Akari". —Un nombre realmente bello, si me lo permites— comentó, con las mejillas aún falsamente ruborizadas, mientras movía su mirada lentamente entre sus labios y ojos. Luego, sacudió la cabeza suavemente, fingiendo volver en sí, y añadió con una falsa timidez —El gusto es mío, Akari.— El bribón era un maestro en estas situaciones, y su actuación era impecable.
Mientras hablaba, Ubben alzó la vista al cielo nocturno, observando cómo los primeros rayos del sol comenzaban a teñir el horizonte, anunciando el amanecer. Volvió su atención a Akari y, con una expresión de interés genuino, preguntó —¿Te alojas aquí o vives en la isla?— su tono cargado de curiosidad mientras ajustaba la solapa de su camisa de manera casual, exponiendo su cuello con la intención de mostrar su mandíbula bien delineada. Sabía que, visto desde abajo, su cuello y mandíbula tomaban un aspecto estilizado y atractivo, una herramienta más en su arsenal de seducción. —Yo me estoy alojando aquí desde ayer... y no había tenido la suerte de toparme contigo— añadió, con una voz suave y una mirada que ocultaba un leve toque de seducción.
Akari parecía ligeramente sorprendida por su acercamiento, pero no lo suficientemente incómoda como para alejarse. Ubben notó esto y decidió seguir adelante con su juego. Retrocedió un paso, saliendo por completo de la puerta de la posada, como si le diera espacio. —Perdón, ibas de salida. No quiero importunar— dijo con una sonrisa amable, haciendo un gesto para permitirle pasar. Pero, por supuesto, el bribón tenía más en mente. Sabía que las tabernas aún estarían llenas de borrachos, y eso le proporcionaba una excusa perfecta para prolongar su conversación con Akari. —¿Vas a algún lugar cercano?— preguntó con un tono de voz cuidadoso, como si su única preocupación fuera su bienestar. —Si gustas, puedo acompañarte, para que no vayas a tener problemas con algún borracho amanecido o algo similar.—
Ubben la observó atentamente, esperando su respuesta. Su propuesta estaba cuidadosamente diseñada para parecer un gesto de caballerosidad, pero en realidad era una táctica para quedarse cerca de ella. Quería ver cómo reaccionaba, si aceptaría su compañía o si lo rechazaría con cortesía. Cualquiera que fuera su respuesta, él estaba listo para adaptarse y cambiar su enfoque. En el juego del engaño, la flexibilidad y la rapidez mental eran sus mejores aliados, y Ubben era un maestro en ambas. Mientras esperaba la reacción de Akari, su mente ya estaba trabajando en los próximos pasos. Si ella aceptaba, aprovecharía la oportunidad para seguir desarrollando su conexión, empleando su habilidad para captar detalles y adaptar su comportamiento a lo que percibía como sus intereses y emociones. Si lo rechazaba, simplemente buscaría una nueva manera de insertarse en su vida.
Después de todo, para un bribón de ojos dorados como él, cada interacción era una oportunidad para avanzar en su juego de seducción y manipulación. Y Akari, con su belleza y encanto despreocupado, era una pieza interesante en su tablero, una que él estaba dispuesto a explorar con toda la astucia y el ingenio que había perfeccionado a lo largo de los años.
Cuando escuchó a la mujer presentarse como Akari, su mente se lanzó a la acción, como un depredador acechando a su presa. Clavó su mirada en los ojos de la chica, ladeando levemente la cabeza en un gesto que denotaba curiosidad. —Luz radiante...— musitó, refiriéndose al significado del nombre "Akari". —Un nombre realmente bello, si me lo permites— comentó, con las mejillas aún falsamente ruborizadas, mientras movía su mirada lentamente entre sus labios y ojos. Luego, sacudió la cabeza suavemente, fingiendo volver en sí, y añadió con una falsa timidez —El gusto es mío, Akari.— El bribón era un maestro en estas situaciones, y su actuación era impecable.
Mientras hablaba, Ubben alzó la vista al cielo nocturno, observando cómo los primeros rayos del sol comenzaban a teñir el horizonte, anunciando el amanecer. Volvió su atención a Akari y, con una expresión de interés genuino, preguntó —¿Te alojas aquí o vives en la isla?— su tono cargado de curiosidad mientras ajustaba la solapa de su camisa de manera casual, exponiendo su cuello con la intención de mostrar su mandíbula bien delineada. Sabía que, visto desde abajo, su cuello y mandíbula tomaban un aspecto estilizado y atractivo, una herramienta más en su arsenal de seducción. —Yo me estoy alojando aquí desde ayer... y no había tenido la suerte de toparme contigo— añadió, con una voz suave y una mirada que ocultaba un leve toque de seducción.
Akari parecía ligeramente sorprendida por su acercamiento, pero no lo suficientemente incómoda como para alejarse. Ubben notó esto y decidió seguir adelante con su juego. Retrocedió un paso, saliendo por completo de la puerta de la posada, como si le diera espacio. —Perdón, ibas de salida. No quiero importunar— dijo con una sonrisa amable, haciendo un gesto para permitirle pasar. Pero, por supuesto, el bribón tenía más en mente. Sabía que las tabernas aún estarían llenas de borrachos, y eso le proporcionaba una excusa perfecta para prolongar su conversación con Akari. —¿Vas a algún lugar cercano?— preguntó con un tono de voz cuidadoso, como si su única preocupación fuera su bienestar. —Si gustas, puedo acompañarte, para que no vayas a tener problemas con algún borracho amanecido o algo similar.—
Ubben la observó atentamente, esperando su respuesta. Su propuesta estaba cuidadosamente diseñada para parecer un gesto de caballerosidad, pero en realidad era una táctica para quedarse cerca de ella. Quería ver cómo reaccionaba, si aceptaría su compañía o si lo rechazaría con cortesía. Cualquiera que fuera su respuesta, él estaba listo para adaptarse y cambiar su enfoque. En el juego del engaño, la flexibilidad y la rapidez mental eran sus mejores aliados, y Ubben era un maestro en ambas. Mientras esperaba la reacción de Akari, su mente ya estaba trabajando en los próximos pasos. Si ella aceptaba, aprovecharía la oportunidad para seguir desarrollando su conexión, empleando su habilidad para captar detalles y adaptar su comportamiento a lo que percibía como sus intereses y emociones. Si lo rechazaba, simplemente buscaría una nueva manera de insertarse en su vida.
Después de todo, para un bribón de ojos dorados como él, cada interacción era una oportunidad para avanzar en su juego de seducción y manipulación. Y Akari, con su belleza y encanto despreocupado, era una pieza interesante en su tablero, una que él estaba dispuesto a explorar con toda la astucia y el ingenio que había perfeccionado a lo largo de los años.