Galhard
Gal
29-08-2024, 07:55 PM
Galhard, notando que los entes presentes en las cumbres comenzaban a dirigirse hacia las montañas de las cuales él había salido, sintió una mezcla de sorpresa y determinación. Ya no estaba herido, y su cuerpo se movía con agilidad renovada, libre del dolor que lo había aquejado antes. Ajustó su sombrero blanco y se aseguró de que la bolsa de canicas y los cazamariposas que llevaba consigo estuvieran bien sujetos.
Con una decisión firme, comenzó a seguirlos, sus pasos ligeros y seguros sobre el terreno rocoso y desigual. Aunque la cumbre era un lugar inhóspito, Galhard se movía con confianza, consciente de que debía mantener a esos seres a la vista, sin acercarse demasiado para evitar ser detectado. Sabía que cada movimiento debía ser calculado; aún no estaba seguro de las intenciones de esas criaturas, pero no podía permitirse perderlas de vista.
El paisaje cambió a medida que descendía de las cumbres. La nieve y las rocas comenzaron a dar paso a un terreno más familiar, marcado por las montañas de las cuales había partido. El aire se volvía más denso, y el sonido de los pasos de los entes que lo precedían resonaba débilmente en la distancia. Galhard mantuvo su ritmo, siempre vigilante, sabiendo que el tiempo apremiaba y que debía alcanzar un punto estratégico antes de que ellos avanzaran demasiado.
Mientras continuaba su descenso, su mente se concentraba en el objetivo: debía descubrir hacia dónde se dirigían y qué buscaban. Aunque no tenía intenciones de enfrentarlos directamente, sabía que necesitaba estar preparado para cualquier eventualidad. El cazamariposas dorado que llevaba consigo brillaba con un resplandor tenue, un recordatorio de que en este mundo extraño, cualquier cosa podía suceder.
Finalmente, Galhard se dio cuenta de que estaba llegando a una bifurcación en el camino. Sabía que desde allí, podría seguir observando sin ser visto, manteniendo su distancia mientras evaluaba los próximos movimientos de aquellos que ahora ascendían hacia las montañas. Sin detenerse, continuó su avance, dejando las cumbres atrás mientras se adentraba nuevamente en el terreno que había dejado horas antes.
Con una decisión firme, comenzó a seguirlos, sus pasos ligeros y seguros sobre el terreno rocoso y desigual. Aunque la cumbre era un lugar inhóspito, Galhard se movía con confianza, consciente de que debía mantener a esos seres a la vista, sin acercarse demasiado para evitar ser detectado. Sabía que cada movimiento debía ser calculado; aún no estaba seguro de las intenciones de esas criaturas, pero no podía permitirse perderlas de vista.
El paisaje cambió a medida que descendía de las cumbres. La nieve y las rocas comenzaron a dar paso a un terreno más familiar, marcado por las montañas de las cuales había partido. El aire se volvía más denso, y el sonido de los pasos de los entes que lo precedían resonaba débilmente en la distancia. Galhard mantuvo su ritmo, siempre vigilante, sabiendo que el tiempo apremiaba y que debía alcanzar un punto estratégico antes de que ellos avanzaran demasiado.
Mientras continuaba su descenso, su mente se concentraba en el objetivo: debía descubrir hacia dónde se dirigían y qué buscaban. Aunque no tenía intenciones de enfrentarlos directamente, sabía que necesitaba estar preparado para cualquier eventualidad. El cazamariposas dorado que llevaba consigo brillaba con un resplandor tenue, un recordatorio de que en este mundo extraño, cualquier cosa podía suceder.
Finalmente, Galhard se dio cuenta de que estaba llegando a una bifurcación en el camino. Sabía que desde allí, podría seguir observando sin ser visto, manteniendo su distancia mientras evaluaba los próximos movimientos de aquellos que ahora ascendían hacia las montañas. Sin detenerse, continuó su avance, dejando las cumbres atrás mientras se adentraba nuevamente en el terreno que había dejado horas antes.