Gautama D. Lovecraft
El Ascendido
27-07-2024, 02:12 PM
(Última modificación: 27-07-2024, 06:45 PM por Gautama D. Lovecraft.
Razón: con el permiso de Hitsu, interactúo ante la petición de Jim y lo sugerido por Discord
)
~ Travesía por el East Blue. Astilleros de Ciudad Kuhulu.
~ 06.00h.
El itinerario de navegación que se indicó tras la oferta de cierta misión de escolta, tuvo por suerte o por desgracia una pronta llega al punto de destino. Dentro del vasto mar, y teniendo en cuenta el tiempo de salida hasta llegar a la ubicación, se llevó con una normalidad y eficiencia que ya me hubiera gustado experimentar en otros de los traslados en barco que realicé con anterioridad. A pesar de las pésimas calidades del transporte, ya que era un barco mercante, la fortuna sonrió al humilde navío para circular por las aguas más profundas, sin sobresaltos y con el viento a favor durante gran parte del recorrido.
Leguas y leguas de viaje, el capitán del mercantil me avisó con cierto tartamudeo de la pronta llegada y el desembarque inminente que íbamos a realizar. Su quebradiza voz, suponía mediante prejuicios falsas creencias hacia mi persona, dado mi aspecto, y mi conducta firme e inquebrantable durante todo el viaje, ya que me mantuve inalterable dentro del único camarote que disponía la embarcación. Al salir a cubierta, me hizo llegar la información y asentí con la cabeza para corresponderle, el rudo hombre, se retiró juntando las palmas de su mano de forma horizontal a la altura del plexo solar, con la inocente intención de agradecerme aquel gesto. Sin duda, fue lo mejor del viaje.
Una vez en aquel astillero de la ciudad, un enorme hombre con un letrero algo enmarañado de anteriores borrados de anteriores nombres, parecía buscarme con la mirada. Le dediqué un aspaviento con la mano derecha para hacerle saber que era el hombre cuyo nombre rezaba en el maltrecho letrero, y una vez llegué hasta su posición se presentó.
- Hola señor Lovecraft, mi nombre es Kotaro, seré el encargado del resort para llevarle hasta este, el director Marvin los reunirá más tarde... llegó muy temprano. -
El hombre quedó algo perplejo al no hallar respuesta por mi parte, y transmitiéndole con cierta reverencia mi satisfacción por encontrarle y por sus indicaciones, lo seguí sin más tras su invitación para subirme a un carruaje de madera tirado por 2 caballos que manejaría, a los costados de este, el sello del complejo resaltaba en tonos y identificaba a aquel carro como tal.
Me pasé la media del viaje en el sumo silencio que me caracterizaba portar, y en una pose meditativa, soporté las inclemencias de los baches del trayecto e hicieron este mucho más ameno, los caminos de la sabana a las afueras de la ciudad parecían estar algo maltratados. Una vez el carro se paró a las puertas del imponente y exclusivo edificio hotelero, Kotaro con un gesto de su mano, me invitó a bajar para alcanzar la entrada y acceder al vestíbulo.
- Señor, espere aquí hasta ser llamado, iré trayendo a los demás escoltas. Puede reposar en cualquiera de los sillones o tomar algo fuerte en el bar, lo que usted guste. -
Y repitiendo el patrón del capitán del barco, Kotaro en un acto inocente, viendo mi aspecto y mi actitud, intentó torpemente realizar la misma reverencia, acompañándola con las manos unidas frente al pecho y siendo correspondido por un gesto gentil por haberla realizado.
~ A fueras de Ciudad Kuhulu. Complejo hotelero.
~ 06.33h.
En aquel vestíbulo, pude divisar todos los elementos que componían una aparente lujosa estancia, para alguien con buen ojo, fácilmente podría reconocer que las dudosas calidades de los materiales disimuladas esos si, por una impoluta limpieza, eran rasgos esenciales para saber que en aquel lugar se intentaba disimular un vanidoso servicio con el que sacar los cuartos a la gente con un mayor poder adquisitivo, pues eran principalmente aquellos que disfrutaban los servicios del hotel, algo absolutamente alejado de las humildes calidades de las que yo provenía, pues el Templo Gautama, disponía de lo necesario y nunca disfrutó de excesos, menos aún de una falsa fachada.
Descarté la idea de pedir algo en el bar-restaurante del fondo, y me limité a tomar asiento en un voluminoso sofá para reposar y dejar pasar el tiempo. Su tapiz confirmaba la dudosa calidad que lo envolvía, pues su estampado animal, parecía corresponder poco al tanto de la procedencia que provenía y más a lo sintético, estaba confirmado. Al cabo del tiempo, y para mi sorpresa, reconocí a una figura que me resultaba familiar mientras cruzaba el hall del hotel. Reaccioné llamando su atención, por su nombre, y en un tono neutro, sin sobresaltos.
- Hola Terence -
El mismo sabía que yo era de pocas palabras, tiempo atrás habíamos coincido en Rostock intercambiando pareceres, y encontrarlo de manera fortuita aquí era algo que me congratulaba. Recuperé la verticalidad y le dediqué una reverencia cordial, debido a que también lo conocía, y acto seguido lo seguí hasta salir de allí, para después emprender el camino hasta donde se fijaría el encuentro. Llegamos hasta lo que parecía ser un instructor que daba indicaciones a los supuestos compañeros que cooperarían con la escolta, y me aproximé hasta el grueso del grupo mientras Terence se dejó reposar sobre una piedra cercana.
Uno de ellos, rompiendo con la normativa humana tan extendida en el mundo de hoy, se me acercó con una vitalidad que cautivaría mi atención, le dediqué una sutil sonrisa, su espontaneidad y jolgorio desprendían buena vibra, y a pesar de que no lo conocía, accedí de buena manera ante su propuesta de unir esfuerzos en aquella misión. Cualquier otro habría dudado de su físico, de sus cualidades o de lo que fuera, yo, por el contrario, aposté por aquel ser dicharachero, inclinando mi cuerpo hacia él para dedicarle la reverencia y el respeto que merece como otro cualquiera, y tras eso, extendí mi brazo derecho, con la intención de que se subiera hasta mi hombro y juntos fuéramos hacia lo que deparase la charla.
Tras la charla, nos dio paso el conductor hasta alcanzar un carruaje con capota, el cual tras los puntos a tener en cuenta, era el que debíamos de custodiar para el servicio. A priori, no quise juzgar nuestra posición allí, pero irremediablemente, no me resultó del todo cómodo tener que realizar la tarea que se nos había encomendado, pero haciendo de tripas corazón, opté por la opción de asumir con madurez mis responsabilidades, no sin antes devolver con la mirada aquellas impacientes que fueron lanzadas hacia el grupo, incluyéndome. Puede que estuviera al servicio de ellos, pero el ninguneo era algo que quedaba fuera de todo límite, y ayudado por mi porte intimidante, sin tener siquiera que imponer palabra alguna, clavé mis incisivas pupilas sobre ellos. Les hice saber a aquellos 2 clientes ricachones, que aunque fueran los que iban a disfrutar de la experiencia, no debían de sobrepasarse en cuanto a comportamientos impropios se refiere, por mucho que estuvieran acostumbrados a hacerlo.