Anko
Médica Despiadada
30-08-2024, 09:49 AM
El sonido de las hierbas siendo destrozadas bajo la fuerza de las pisadas de Anko podía delatar su posición fácilmente, al menos para alguien que estuviera entrenado con habilidades de escucha y orientación, pero afortunadamente, esto no era un ambiente de guerra o combate, solo se trataba de una joven médica buscando recursos para continuar con sus prácticas con hierbas medicinales. O eso se podría creer, ya que la chica no estaba sola. Mientras sus manos movían y apartaban las plantas que no le servirían, una figura animal se pudo notar entre la maleza, parecía no moverse en lo absoluto y tampoco se había percatado de la presencia de Anko, pues aquello se encontraba inconsciente.
Un sentimiento enorme de curiosidad inundó por completo el cuerpo de la espadachina, obligándola a acercarse lo suficiente como para poder darse cuenta que aquella figura se trataba de un pequeño mapache de pelaje marrón grisáceo. Pero aquel animalito no se encontraba panza arriba echando una siesta, el pequeño estaba herido con múltiples cortes en sus dedos y brazos. Los ojos de Anko se abrieron sorprendidos por lo que estaba presenciando, rápidamente se acercó a él mapache en el momento que pudo notar también las manchas de sangre en la hierba debajo de él. Aquellos cortes parecían efectuados por alguien hábil usando algún filo, recordando como se veían los cortes de su Katana cuando entrenaba.
Aparentemente, el pequeño animal no se había herido peleando con la fauna salvaje de DemonTooth, algo más había pasado, pero Anko no podría saberlo, después de todo, aquel animal no podía hablar… ¿oh sí? La primera acción de la aspirante a marine fue llevar sus dedos índice y medio descubiertos por la forma de su guante hasta el cuello peludo del mapache, tentando suavemente, buscando su arteria carótida para poder sentir su pulso sanguíneo. Afortunadamente, el mapache seguía vivo, pues su pulso era palpable, pero no por ello se encontraba en perfecta salud, pues este pulso era leve, por lo que tenía que actuar de inmediato.
Rápidamente, la peli marrón llevó sus manos hasta un pequeño bolso de brazo que portaba con ella, en donde iba colocando las plantas ya recolectadas, pero aquel bolso también portaba un pequeño botiquín de primeros auxilios. Sus manos trabajaron de forma hábil para abrirlo y empezar con su trabajo. Empezando por limpiar y desinfectar las heridas generadas en el pequeño cuerpo del mapache, seguido de la colocación de una pomada que ayudaría a la piel del animalito a sanar. Anko estuvo por varios minutos atendiendo al mapache, colocando vendas de tela para proteger la herida ya tratada. La chica llevó su antebrazo cubierto por la manga de su gabardina a su frente para limpiar el sudor que ahí estaba, suspirando cuando vio que el animal había sido atendido, de esa forma, no podría perder más sangre.
Pero no podía dejarlo ahí tirado a la deriva, pues algún animal de la fauna local podría aprovechar la posición tan vulnerable del mapache para llenarse el estómago. Con sumo cuidado, su diestra se colocó detrás del cuello del animal, levantando suavemente su cabeza a la aprobación que su zurda levantaba el cuerpo por la parte trasera de las rodillas. No podía negarlo, aquel mapachito pesaba bastante y dificultaba en gran medida su avance rápido, pero estaba decidida a sacarlo de ahí y llevarlo hasta su casa para dejarlo descansar y recuperarse. Por suerte, el teniente Koshiro, padre de Anko, no se encontraba en la casa esos días, por lo que no habría problema de llevarlo ahí. Fue así, que el andar de la joven comenzó, su posición no estaba muy lejos de Villa Shimotsuku, así que sería cuestión de minutos de esfuerzo el llegar a su destino.
Un sentimiento enorme de curiosidad inundó por completo el cuerpo de la espadachina, obligándola a acercarse lo suficiente como para poder darse cuenta que aquella figura se trataba de un pequeño mapache de pelaje marrón grisáceo. Pero aquel animalito no se encontraba panza arriba echando una siesta, el pequeño estaba herido con múltiples cortes en sus dedos y brazos. Los ojos de Anko se abrieron sorprendidos por lo que estaba presenciando, rápidamente se acercó a él mapache en el momento que pudo notar también las manchas de sangre en la hierba debajo de él. Aquellos cortes parecían efectuados por alguien hábil usando algún filo, recordando como se veían los cortes de su Katana cuando entrenaba.
Aparentemente, el pequeño animal no se había herido peleando con la fauna salvaje de DemonTooth, algo más había pasado, pero Anko no podría saberlo, después de todo, aquel animal no podía hablar… ¿oh sí? La primera acción de la aspirante a marine fue llevar sus dedos índice y medio descubiertos por la forma de su guante hasta el cuello peludo del mapache, tentando suavemente, buscando su arteria carótida para poder sentir su pulso sanguíneo. Afortunadamente, el mapache seguía vivo, pues su pulso era palpable, pero no por ello se encontraba en perfecta salud, pues este pulso era leve, por lo que tenía que actuar de inmediato.
Rápidamente, la peli marrón llevó sus manos hasta un pequeño bolso de brazo que portaba con ella, en donde iba colocando las plantas ya recolectadas, pero aquel bolso también portaba un pequeño botiquín de primeros auxilios. Sus manos trabajaron de forma hábil para abrirlo y empezar con su trabajo. Empezando por limpiar y desinfectar las heridas generadas en el pequeño cuerpo del mapache, seguido de la colocación de una pomada que ayudaría a la piel del animalito a sanar. Anko estuvo por varios minutos atendiendo al mapache, colocando vendas de tela para proteger la herida ya tratada. La chica llevó su antebrazo cubierto por la manga de su gabardina a su frente para limpiar el sudor que ahí estaba, suspirando cuando vio que el animal había sido atendido, de esa forma, no podría perder más sangre.
Pero no podía dejarlo ahí tirado a la deriva, pues algún animal de la fauna local podría aprovechar la posición tan vulnerable del mapache para llenarse el estómago. Con sumo cuidado, su diestra se colocó detrás del cuello del animal, levantando suavemente su cabeza a la aprobación que su zurda levantaba el cuerpo por la parte trasera de las rodillas. No podía negarlo, aquel mapachito pesaba bastante y dificultaba en gran medida su avance rápido, pero estaba decidida a sacarlo de ahí y llevarlo hasta su casa para dejarlo descansar y recuperarse. Por suerte, el teniente Koshiro, padre de Anko, no se encontraba en la casa esos días, por lo que no habría problema de llevarlo ahí. Fue así, que el andar de la joven comenzó, su posición no estaba muy lejos de Villa Shimotsuku, así que sería cuestión de minutos de esfuerzo el llegar a su destino.