Lobo Jackson
Moonwalker
30-08-2024, 05:33 PM
Sus ojos brillantes como bombillas apenas tuvieron tiempo para captar el instante en el que aquel pelirrojo escalaba la colina en meros segundos, una bestia desbocada que parecía dirigida por la sed de sangre y una voluntad enfocada en matar. Podía escuchar su respiración profunda, ardiente y energética que transmitía oxígeno a cada músculo de su ser. Su mirada de ojos desorbitados, fija en su ser, reflejaba la decisión por acabar con el robot con todas sus fuerzas.
En aquellas cumbres de aullidos inmisericordes que parecían arrancados por un carcelero impiadoso, traídos por un viento colmado de angustia desde lo más alto de las montañas, apareció un sonido muy diferente. Una dulce voz que se sobreponía sobre todas las demás llegó hasta sus oídos, un tono dulce y embriagador de naturaleza etérea que envolvía cada nota en promesas de sangre y batalla. Un llamado seductor cuyo cometido parecía ser el de acariciar el alma de un guerrero para desatar la tormenta de su corazón en el combate.
Robot Jackson sintió el susodicho cántico como una afiladísima espada envuelta en seda: hermoso en sobremanera pero indudablemente letal.
Entonces, el impacto de un puño motivado por la voz de la sirena y potenciado por la lluvia alcanzó el torso metálico del robot, cuya armadura quebró al instante por la fuerza que recorrió cada parte de su ser. Un impacto tan violento que ni tan siquiera la brillante coraza argéntea pudo mitigar, arrugándose como papel de aluminio bajo la fuerza de un meteorito. Alrededor, la lluvia se apartó por la onda de choque y el cuerpo del robot salió despedido hacia atrás con un espeluznante sonido que se asemejaba al crujir de un centenar de ramitas, seguido por el inmutable silencio de la muerte.
No hubo tiempo para la agonía, tan sólo quedaron los restos mecánicos de su cuerpo desperdigados sobre la ladera, deshechos por la pura brutalidad.
Robot Jackson había muerto, con sus últimos pensamientos dedicados a la hermosa melodía que algún día esperaba conseguir replicar en sus canciones.
En aquellas cumbres de aullidos inmisericordes que parecían arrancados por un carcelero impiadoso, traídos por un viento colmado de angustia desde lo más alto de las montañas, apareció un sonido muy diferente. Una dulce voz que se sobreponía sobre todas las demás llegó hasta sus oídos, un tono dulce y embriagador de naturaleza etérea que envolvía cada nota en promesas de sangre y batalla. Un llamado seductor cuyo cometido parecía ser el de acariciar el alma de un guerrero para desatar la tormenta de su corazón en el combate.
Robot Jackson sintió el susodicho cántico como una afiladísima espada envuelta en seda: hermoso en sobremanera pero indudablemente letal.
Entonces, el impacto de un puño motivado por la voz de la sirena y potenciado por la lluvia alcanzó el torso metálico del robot, cuya armadura quebró al instante por la fuerza que recorrió cada parte de su ser. Un impacto tan violento que ni tan siquiera la brillante coraza argéntea pudo mitigar, arrugándose como papel de aluminio bajo la fuerza de un meteorito. Alrededor, la lluvia se apartó por la onda de choque y el cuerpo del robot salió despedido hacia atrás con un espeluznante sonido que se asemejaba al crujir de un centenar de ramitas, seguido por el inmutable silencio de la muerte.
No hubo tiempo para la agonía, tan sólo quedaron los restos mecánicos de su cuerpo desperdigados sobre la ladera, deshechos por la pura brutalidad.
Robot Jackson había muerto, con sus últimos pensamientos dedicados a la hermosa melodía que algún día esperaba conseguir replicar en sus canciones.