El sonido de las pequeñas olas de la costa chocando contra el muro del acantilado sobre el cual había sido construido el faro que los acogía, amenizaba el repentino encuentro de aquellos dos individuos que habían compartido una comida días atrás. Podía sentir como estas adornaban de forma sutil aquella velada improvisada, acentuando con ellas el toque casi nostálgico que envolvía los pequeños comentarios que ambos compartían. Era curioso, en aquel momento no le resultaba desagradable la tranquilidad de aquel pueblo pesquero, haciéndole creer que poniendo un mínimo de su parte, podría llegar a acostumbrarse a una vida sin emociones fuertes o conflicto creando una sintonía con el resto de lugareños que quería vivir su vida en paz.
Su alto acompañante elevó la figura que sostenía entre sus manos, resultando en parte cómico al notar el fuerte contraste entre aquella pequeña creación cargada de detalles y sutileza, y las enormes zarpas, rudas, y cargadas de callos por los años de trabajo duro que cargaban encima.
Ahí estaba de nuevo, el niño interior de Drake, mostrándose, casi olvidando su papel de tipo duro, contando las historias para dormir que le contaba su madre. Un fuerte sentimiento de felicidad emanaba de su rostro, sin él darse cuenta probablemente, dejando a Byron imaginar sin esfuerzo la bonita escena de su madre contándole aquel tipo de historias con un pequeño Drake ilusionado por las palabras que salían de la boca de su madre. No pudo evitar sonreír contento ante esa sincera imagen que había vislumbrado en su mente, y más clara fue la sonrisa al ver como el gigantesco hombre trataba con mimo y cuidado aquella delicada obra.
Observó con sus resplandecientes y profundos ojos violetas los pequeños gestos y manierismos que Drake hacía mientras escuchaba sus palabras, empapándose más de su persona, podías decir que conocías a una persona, cuando esos pequeños movimientos que definían el comportamiento de alguien, no te resultaban ajenos, y la expresividad que él desprendía en ellos, eran fáciles de aprender.
Una vez terminó el aquel ocurrente discurso que se le ocurrió, se desperezó a su lado, estirando su espalda elevando sus brazos al cielo con los dedos entrelazados y tirando de ellos al antes mencionado con fuerza, haciendo sonar su columna vertebral, para seguidamente hacer lo propio con su cargado cuello.
El silencio volvió a hacer acto de presencia, dejándose escuchar solo el murmullo del viento moviendo ligeramente las hojas de los árboles de aquella colina y las constantes olas del mar. Por unos instantes Drake se quedó pensativo mirando al horizonte, ocultando su mirada con las sombras que su cabello generaban debido al atardecer que tenían enfrente, cerrado sobre sí mismo, como si esa conversación estuviese a punto de llegar a su fin. Rompiendo su silencio dejando ver la deuda que cargaba a sus espaldas y negando la afirmación pasada del muchacho.
- Sí, si lo es.- Interrumpió con un leve comentario dejando en claro que su opinión era equivocada.
Quiso continuar con aquella interrupción, pero sus palabras se vieron cortadas al escuchar maravillado las siguientes palabras del "brazoslargos". Otra vez estaba ahí, otra vez había hecho acto de presencia la inocencia de un niño soñador, hasta el mismo pareció caer en que estaba dejándose llevar, insinuando tímidamente con un pequeño silencio para luego acabar su intento de contundente alegato. Y prosiguió tras aquella pausa, con su personal definición de lo que era un tesoro, sosteniendo con firmeza la pequeña figura de madera, aferrándose a ella, como si este le diese fuerza y convicción a sus palabras. Para finalizar mascullando de forma casi cruel que su vida era una mierda.
Aquella frase enfadó al muchacho, queriendo volver a coger el turno de palabra, más se tranquilizó al entender que, aunque quisiera entenderlo, no conocía realmente a aquel sujeto. Quería hacerlo, pero con sus palabras parecía colocar una dura valla reforzada con alambre de espino, para evitar que Byron cesase en sus intentos de conectar con él. Resignado guardó sus manos en los bolsillos, para evitar Drake lo viese cerrar los puños con frustración, curiosamente, él también estaba poniendo barreras al esconder sus reacciones de forma inconsciente.
Escuchó atento como continuaba hablando, esta vez, dejando en claro que había tenido sueños y ambiciones, mostrando con un fugaz comentario su perspectiva ante la vida. Bajo su punto de vista, estaba totalmente errado, seguramente provocado por vivencias de su pasado que lo habían atormentado, escondiendo al niño que tenía unas metas y ambiciones en lo más profundo de su ser, con la intención de no volver a sufrir un trauma similar, o por lo menos así los interpretaba él. De ser así, en parte podía entenderlo, él también había pasado por situaciones oscuras que le gustaría no recordar, pero había una pequeña diferencia, no se había amedrentado por los caprichos del destino que él sufrió. No pudo evitarlo más, y con una voz firme, pareciendo ofenderse por aquellas palabras, como si sintiese estas como un ataque a su propia concepción del mundo, cortó su relato.
- Drake, siento romper tu castillo de naipes, pero estás equivocado, y lo peor es que tu mismo lo sabes... Sueltas por la boca todo ese discurso del que te has autoconvencido, no te conozco lo suficiente todavía, pero ni tu mismo crees esas palabras que pronuncias. - Paró para coger aire.- Empezaré con gracia, la próxima estación habré guardado en mis bolsillos catorce millones y medio de berries, y eso contando que ya ha pasado casi un cuarto de la que estamos viviendo.- Golpeó su pecho con seguridad, convencido que esa profecía sería cumplida.
- Mascullas que la vida no es un tesoro, pero parece que has olvidado la tremenda casualidad de que estés vivo, eres algo totalmente aleatoria, como un juego de azar en el que te ha tocado el premio gordo. Las posibilidades de nacer son ínfimas, pues cuando una vida se gestaba en el vientre de tu madre fue el destino quien eligió que ese fueses tú. Y hablando de madre...- Sacó el pan de la bolsa que le quedaba y le dio un fuerte mordisco. - Por tu forma de entender la vida, seguramente lo hallas pasado mal, tranquilo, no eres el único. Puede que ahora tengas una deuda a tus espaldas, y debe ser duro... Pero, ¿no ves motivo suficiente para atesorar tu vida ese recuerdo de tu madre contándote cuentos y leyendas? ¿No volverías a elegir vivir a pesar del sufrimiento por volver a experimentar ese sentimiento? Esos momentos, esas vivencias únicas en cada uno, las que te hacen sonreír aunque el momento sea duro, son los que transforman ese premio aleatorio, en un maldito tesoro repleto de oro. Es más, tus actos no respaldan tus palabras, crees mostrar desdén, pero tus propios deseos te traicionan, si no, ¿por qué ayudaste a Jun en primer lugar?
Desabrochó lentamente los botones de su camisa, y la dejó caer abierta sobre su cintura, agarrada de forma segura al llevar la mitad de esta metida bajo sus pantalones granates. Con una pose llena de seguridad, le mostró su espalda. Su ajustada camiseta interior estaba bordada de tal forma que siempre dejaba al aire libre las profundas cicatrices que tenía a la altura de sus omóplatos, donde anteriormente se habían encontrado unas poderosas y enormes alas. Las mostró con orgullo, sin arrepentimiento, a pesar de ser causantes de pensamientos intrusivos en el muchacho de forma continua.
- He pasado por cosas por las que cualquier persona se quitaría la vida al recordarlas... Y aquí estoy, viviendo con ambición la vida que me ha tocado. Te lo aseguro Drake, no lo dudes ningún momento, estoy destinado a lograr la grandeza, a alzarme entre los meros mortales en el firmamento, tarde o temprano alcanzaré la gloria. Seré el Suzaku de la próxima generación, los mitos y leyendas hablarán sobre aquel ángel desplumado que alcanzó la cúspide del mundo. No hay lugar para el fracaso, el astro rey bendice mi espada, y con ella grabaré mis iniciales en las nubes.- Exclamó al cielo, siendo iluminado por los últimos rayos del Sol, dándole este un aura magna y endiosada. Parecía ser el elegido por el Sol para ocupar el trono de aquel basto mundo.
- Esta será la última vez que pronunciaré estas palabras. Viaja conmigo, me da igual si me consideras un amigo o un compañero de trabajo, saldaré esa deuda que te preocupa yo mismo si hace falta, ni siquiera será necesario hacer algún tipo de sacrificio...- Ofreció su mano al hombre por el que había gritado a los cuatro vientos su razón de existir. - Después de todo, la abundancia de todo bien material, es una simple consecuencia en mi objetivo.
Su alto acompañante elevó la figura que sostenía entre sus manos, resultando en parte cómico al notar el fuerte contraste entre aquella pequeña creación cargada de detalles y sutileza, y las enormes zarpas, rudas, y cargadas de callos por los años de trabajo duro que cargaban encima.
Ahí estaba de nuevo, el niño interior de Drake, mostrándose, casi olvidando su papel de tipo duro, contando las historias para dormir que le contaba su madre. Un fuerte sentimiento de felicidad emanaba de su rostro, sin él darse cuenta probablemente, dejando a Byron imaginar sin esfuerzo la bonita escena de su madre contándole aquel tipo de historias con un pequeño Drake ilusionado por las palabras que salían de la boca de su madre. No pudo evitar sonreír contento ante esa sincera imagen que había vislumbrado en su mente, y más clara fue la sonrisa al ver como el gigantesco hombre trataba con mimo y cuidado aquella delicada obra.
Observó con sus resplandecientes y profundos ojos violetas los pequeños gestos y manierismos que Drake hacía mientras escuchaba sus palabras, empapándose más de su persona, podías decir que conocías a una persona, cuando esos pequeños movimientos que definían el comportamiento de alguien, no te resultaban ajenos, y la expresividad que él desprendía en ellos, eran fáciles de aprender.
Una vez terminó el aquel ocurrente discurso que se le ocurrió, se desperezó a su lado, estirando su espalda elevando sus brazos al cielo con los dedos entrelazados y tirando de ellos al antes mencionado con fuerza, haciendo sonar su columna vertebral, para seguidamente hacer lo propio con su cargado cuello.
El silencio volvió a hacer acto de presencia, dejándose escuchar solo el murmullo del viento moviendo ligeramente las hojas de los árboles de aquella colina y las constantes olas del mar. Por unos instantes Drake se quedó pensativo mirando al horizonte, ocultando su mirada con las sombras que su cabello generaban debido al atardecer que tenían enfrente, cerrado sobre sí mismo, como si esa conversación estuviese a punto de llegar a su fin. Rompiendo su silencio dejando ver la deuda que cargaba a sus espaldas y negando la afirmación pasada del muchacho.
- Sí, si lo es.- Interrumpió con un leve comentario dejando en claro que su opinión era equivocada.
Quiso continuar con aquella interrupción, pero sus palabras se vieron cortadas al escuchar maravillado las siguientes palabras del "brazoslargos". Otra vez estaba ahí, otra vez había hecho acto de presencia la inocencia de un niño soñador, hasta el mismo pareció caer en que estaba dejándose llevar, insinuando tímidamente con un pequeño silencio para luego acabar su intento de contundente alegato. Y prosiguió tras aquella pausa, con su personal definición de lo que era un tesoro, sosteniendo con firmeza la pequeña figura de madera, aferrándose a ella, como si este le diese fuerza y convicción a sus palabras. Para finalizar mascullando de forma casi cruel que su vida era una mierda.
Aquella frase enfadó al muchacho, queriendo volver a coger el turno de palabra, más se tranquilizó al entender que, aunque quisiera entenderlo, no conocía realmente a aquel sujeto. Quería hacerlo, pero con sus palabras parecía colocar una dura valla reforzada con alambre de espino, para evitar que Byron cesase en sus intentos de conectar con él. Resignado guardó sus manos en los bolsillos, para evitar Drake lo viese cerrar los puños con frustración, curiosamente, él también estaba poniendo barreras al esconder sus reacciones de forma inconsciente.
Escuchó atento como continuaba hablando, esta vez, dejando en claro que había tenido sueños y ambiciones, mostrando con un fugaz comentario su perspectiva ante la vida. Bajo su punto de vista, estaba totalmente errado, seguramente provocado por vivencias de su pasado que lo habían atormentado, escondiendo al niño que tenía unas metas y ambiciones en lo más profundo de su ser, con la intención de no volver a sufrir un trauma similar, o por lo menos así los interpretaba él. De ser así, en parte podía entenderlo, él también había pasado por situaciones oscuras que le gustaría no recordar, pero había una pequeña diferencia, no se había amedrentado por los caprichos del destino que él sufrió. No pudo evitarlo más, y con una voz firme, pareciendo ofenderse por aquellas palabras, como si sintiese estas como un ataque a su propia concepción del mundo, cortó su relato.
- Drake, siento romper tu castillo de naipes, pero estás equivocado, y lo peor es que tu mismo lo sabes... Sueltas por la boca todo ese discurso del que te has autoconvencido, no te conozco lo suficiente todavía, pero ni tu mismo crees esas palabras que pronuncias. - Paró para coger aire.- Empezaré con gracia, la próxima estación habré guardado en mis bolsillos catorce millones y medio de berries, y eso contando que ya ha pasado casi un cuarto de la que estamos viviendo.- Golpeó su pecho con seguridad, convencido que esa profecía sería cumplida.
- Mascullas que la vida no es un tesoro, pero parece que has olvidado la tremenda casualidad de que estés vivo, eres algo totalmente aleatoria, como un juego de azar en el que te ha tocado el premio gordo. Las posibilidades de nacer son ínfimas, pues cuando una vida se gestaba en el vientre de tu madre fue el destino quien eligió que ese fueses tú. Y hablando de madre...- Sacó el pan de la bolsa que le quedaba y le dio un fuerte mordisco. - Por tu forma de entender la vida, seguramente lo hallas pasado mal, tranquilo, no eres el único. Puede que ahora tengas una deuda a tus espaldas, y debe ser duro... Pero, ¿no ves motivo suficiente para atesorar tu vida ese recuerdo de tu madre contándote cuentos y leyendas? ¿No volverías a elegir vivir a pesar del sufrimiento por volver a experimentar ese sentimiento? Esos momentos, esas vivencias únicas en cada uno, las que te hacen sonreír aunque el momento sea duro, son los que transforman ese premio aleatorio, en un maldito tesoro repleto de oro. Es más, tus actos no respaldan tus palabras, crees mostrar desdén, pero tus propios deseos te traicionan, si no, ¿por qué ayudaste a Jun en primer lugar?
Desabrochó lentamente los botones de su camisa, y la dejó caer abierta sobre su cintura, agarrada de forma segura al llevar la mitad de esta metida bajo sus pantalones granates. Con una pose llena de seguridad, le mostró su espalda. Su ajustada camiseta interior estaba bordada de tal forma que siempre dejaba al aire libre las profundas cicatrices que tenía a la altura de sus omóplatos, donde anteriormente se habían encontrado unas poderosas y enormes alas. Las mostró con orgullo, sin arrepentimiento, a pesar de ser causantes de pensamientos intrusivos en el muchacho de forma continua.
- He pasado por cosas por las que cualquier persona se quitaría la vida al recordarlas... Y aquí estoy, viviendo con ambición la vida que me ha tocado. Te lo aseguro Drake, no lo dudes ningún momento, estoy destinado a lograr la grandeza, a alzarme entre los meros mortales en el firmamento, tarde o temprano alcanzaré la gloria. Seré el Suzaku de la próxima generación, los mitos y leyendas hablarán sobre aquel ángel desplumado que alcanzó la cúspide del mundo. No hay lugar para el fracaso, el astro rey bendice mi espada, y con ella grabaré mis iniciales en las nubes.- Exclamó al cielo, siendo iluminado por los últimos rayos del Sol, dándole este un aura magna y endiosada. Parecía ser el elegido por el Sol para ocupar el trono de aquel basto mundo.
- Esta será la última vez que pronunciaré estas palabras. Viaja conmigo, me da igual si me consideras un amigo o un compañero de trabajo, saldaré esa deuda que te preocupa yo mismo si hace falta, ni siquiera será necesario hacer algún tipo de sacrificio...- Ofreció su mano al hombre por el que había gritado a los cuatro vientos su razón de existir. - Después de todo, la abundancia de todo bien material, es una simple consecuencia en mi objetivo.