Alguien dijo una vez...
Iro
Luego os escribo que ahora no os puedo escribir.
¿Piratas? ¿En Rostock? ¡Espero que Pidan Algo Más Que Agua!
Jun Gunslinger
Nagaredama
Los ojos de Jun rodaron por el establecimiento cuando escuchó una voz que, sin lugar a dudas, se refería a ella. Los orbes afilados se clavaron como dagas sobre el emisor, que ante la mirada amatista de la joven resultaría ser un sujeto muy pero muy particular.

Se erguía alto y con buen porte, de pie en medio de la taberna, y su presencia parecía arrancada de un oscuro cuento de terror. Negro el cabello, como noche sin luna, como negra la ropa que vestía de la cabeza a los pies. Destacaban en su vestimenta varios detalles en rojo, por ejemplo la pluma carmesí que decoraba con elegancia su sombrero de copa, y cuyo suave brillo daba la sensación de que estaba hecha de terciopelo. Adornos y accesorios que imitaban huesos y calaveras destacaban en su atuendo, igual que los tatuajes que asomaban donde donde la piel grisácea se dejaba ver. Sin embargo, lo más perturbador en su apariencia eran sus ojos. Rojos, como brasas encendidas, brillaban intensos y ardientes, dando la impresión de que en su interior ardían llamas vivas.

¿Acaso el diablo anda rondando por Rostock? —se preguntó Jun, sintiendo un escalofrío recorrerle la columna. Tragó saliva, sin miedo pero algo impresionada por las pintas del misterioso hombre, y desvió la vista hacia otro lado. A pesar de que sus palabras no habían sido ofensivas, le dejaron un regusto amargo de incomodidad y prefirió no responder, aunque se quedó con las ganas de contestarle.

Justo entonces, otra figura entró en escena. Jun alzó la vista nuevamente, fijándose en el muchacho que se acercaba a la mesa. Era joven, pero tenía la expresión facial de alguien que ha vivido 60 años y ya está harto de todo. Su mirada sombría, tal vez cansada, se dejaba ver debajo del cabello negro que le caía sobre el rostro. Igual que el "diablo" -con quien cruzó miradas-, tenía los ojos rojos, pero sus pupilas eran muy extrañas.

Habiéndose acercado lo suficiente, el sujeto arrojó hacia Jun una pequeña botella, la que ella hábilmente atrapó entre sus manos y sostuvo a la altura del rostro para ver de que se trataba. Alcohol.

¿No tienes del que se bebe? —preguntó, apoyando el recipiente en la mesa, con desdén.

El muchacho no se molestó en pedir permiso antes de arrastrar una silla y tomar asiento frente a ella. Por arte de magia, o como si lo hubiese ordenado, un nuevo paquete de cartas apareció para jugar, y antes de que Jun pudiera procesar lo que estaba ocurriendo, se encontró desafiada. Los ojos amatista se elevaron, cruzando la distancia que los separaba y fijándose directamente a las extrañas pupilas de su nuevo rival.

Gracias por el alcohol, aunque no te invité a sentarte aquí —dijo primero, con voz seria, mas de inmediato sonrió—. Pero si tienes tantas ganas de perder, puedo hacerte el favor. Mezcla —ordenó, elevando el mentón en un gesto de autoridad.

Sin detenerse a esperar respuesta, arrancó un pedazo de tela de su manga, que empapó en alcohol, y se preocupó y ocupó de retirar algunos vidrios pequeños que aún tenía incrustados en el antebrazo derecho, poniendo su mejor cara de "no me duele" pero apretando los dientes y maldiciendo para sus adentros por el ardor que el antiséptico producía sobre los cortes.

Una de las camareras iba terminando de trapear y limpiar lo que quedaba del desastre desplegado alrededor de la mesa. Todavía quedaban lugares vacantes, por si el "diablo" tenía ganas de sumarse y jugar.
#5


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RE: ¿Piratas? ¿En Rostock? ¡Espero que Pidan Algo Más Que Agua! - por Jun Gunslinger - 31-08-2024, 01:41 AM

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