Ubben Sangrenegra
Loki
31-08-2024, 03:24 AM
La paz y la tranquilidad que la sirena de oscuros cabellos brindaba al bribón de ojos dorados eran como un oasis de cerveza negra en medio de un desierto abrasador lleno de arañas. ¿Exagerado? Tal vez, pero así se sentía ese momento compartido entre ambos, un respiro fresco y bienvenido en su vida caótica. Ubben no pudo evitar sonreírle de vuelta cuando Asradi se acercó, asegurándole que si viajaban juntos podrían disfrutar de más instantes de serenidad como aquel. Por algún motivo que no alcanzaba a comprender, sus personalidades encajaban sorprendentemente bien, quizás porque ambos compartían una desconfianza innata hacia el mundo.
Tan cómodo se sentía el peliblanco junto a la sirena que, una vez a bordo del barco, no le preocupó en absoluto que ella se acercara a su espalda, aun sabiendo que portaba un cuchillo que había visto brillar mientras recolectaban algas y musgo. Los pequeños saltos que Asradi daba en la cubierta mojada le parecían una vista bastante divertida, sin embargo, la idea de que pudiera resbalar en la cubierta mojada le llevó a extender la mano casi instintivamente hacia ella, sin pensarlo demasiado. Le sorprendió lo natural que le resultó ese gesto, como si de repente un instinto protector que no sabía que existía hubiera emergido sin previo aviso. Se sentía bien ofrecerle ayuda, un sentimiento inusual en alguien acostumbrado a valerse solo y a mantener a los demás a distancia.
Mientras el bribón de blancos cabellos se dedicaba a desenredar las algas que se habían enredado en su torso, Asradi se acercó para ayudarlo. Su toque era delicado y suave, pero cuando terminó, hizo un gesto sutil que provocó en Ubben una reacción instintiva. Al ver la mano de la sirena acercarse a su rostro, sus ojos se cerraron fuertemente, esperando un golpe que nunca llegó. Un recuerdo fugaz invadió su mente, pues, hacía un par de años, lo habían capturado y llevado en un barco de la marina hacia una base cercana al lugar donde le atraparon. Durante ese viaje, una mujer infiltrada del bajo mundo que trabajaba para el mismo capo que él, se encontraba en él navío y se encargó de cumplir el rol de celadora durante el traslado. Cada vez que Ubben abría la boca sin ser requerido, ella, con movimientos suaves y delicados acercaba su mano al rostro del peliblanco y susurraba un tenue "perdón" antes de abofetearlo con fuerza suficiente para aturdirlo. Aquello era prueba de la fuerza de aquella mujer, capaz de aturdirlo desde tan solo un par de centimetro antes de su rostro; Aquella mujer fue la que le ayudó a escapar del barco una noche, sin embargo las semanas de golpes habían quedado grabadas en él.
Pero esta vez no hubo golpe alguno, al contrario, la mano de Asradi pasó suavemente desde su rostro hacia su cabello, acomodándolo con una calidez que contrastaba con su recuerdo. El peliblanco abrió los ojos lentamente, sintiendo el contacto cálido y cuidadoso. Cuando la sirena retiró su mano, Ubben se sorprendió a sí mismo sujetándola con suavidad, como si no quisiera que ese contacto se rompiera. Apoyó su mejilla en la palma de Asradi y esbozó una sonrisa contenida, pero sincera. No estaba acostumbrado a dejar salir sus emociones; usualmente las reprimía detrás de una máscara de arrogancia y desdén, cubriéndolas con sus habilidades de actor y mentiroso. Pero ese gesto, aunque inesperado y un tanto extraño, era la forma en que el bribón de cabellos blancos agradecía ese momento de paz y los pequeños detalles que nunca antes había permitido para sí mismo.
Lamentablemente, la calma fue breve. Después de descubrir que su cartel de recompensa había sido actualizado, la voz de la sirena le llegó lejana, como un eco que entraba por un oído y salía por el otro. Su mente estaba atrapada en un torbellino de pensamientos y miedos frente a la brutal subida de su recompensa, que se había triplicado de un golpe. No fue hasta que Asradi se acercó y tomó el cartel que el peliblanco dejó caer que el grito estridente de la sirena lo devolvió a la realidad. El chico de ojos dorados se giró hacia ella, extendiendo su mano izquierda. —Apriétala lo más fuerte que puedas...—pidió con la voz apagada, necesitando un dolor intenso que lo ayudara a despejar su mente.
Ubben dejó escapar un grito ahogado, cubriendo su boca con la mano libre mientras sentía el dolor irradiarse por todo su cuerpo. Apenas terminó de soltar aquél desgarrador grito, el peliblanco dejó caer las algas que aún tenía en los bolsillos y saltó hacia una trampilla en la cubierta que daba paso a un camarote extenso, lleno de colchones y mantas desordenadas. Revolvió entre ellas frenéticamente hasta que encontró lo que buscaba: un den den mushi. Regresó corriendo hasta Asradi con el caracol transmisor en la mano. —Intenta llamar a Airgid— ordenó con voz firme, entregándole el den den mushi a la chica de cabellos oscuros. En cuestión de segundos, ya estaba recogiendo el ancla y ajustando la vela principal. —Que corran al muelle. Las provisiones las conseguiremos en el camino... tengo que largarme ahora del puerto— le indicó a Asradi para que transmitiera el mensaje a sus compañeros. Luego añadió rápidamente —Yo contactaré a Gavyn después de eso, no debería tardar mucho en volar.—
Una vez que los preparativos estuvieron listos, el peliblanco se lanzó a toda velocidad desde la proa hasta la cabina de navegante. Se detuvo brevemente al lado de Asradi y mirandola preguntó —¿Te llevo a la cabina?— Su mente estaba completamente concentrada en llegar hasta el faro, pero era conciente de que su compañera tenía problemas para moverse fuera del agua. Dependiendo de la respuesta de la sirena la tomaría en brazos o la dejaría en el lugar, para luego dirigirse a la cabida de navegante y advertir. —Sujetate fuerte, daré un golpe de timón a contra marea...— Y luego de dar unos segundos a la Sirena, cambiaría bruscamente el el timón de dirección para tomar rumbo al faro.
Tan cómodo se sentía el peliblanco junto a la sirena que, una vez a bordo del barco, no le preocupó en absoluto que ella se acercara a su espalda, aun sabiendo que portaba un cuchillo que había visto brillar mientras recolectaban algas y musgo. Los pequeños saltos que Asradi daba en la cubierta mojada le parecían una vista bastante divertida, sin embargo, la idea de que pudiera resbalar en la cubierta mojada le llevó a extender la mano casi instintivamente hacia ella, sin pensarlo demasiado. Le sorprendió lo natural que le resultó ese gesto, como si de repente un instinto protector que no sabía que existía hubiera emergido sin previo aviso. Se sentía bien ofrecerle ayuda, un sentimiento inusual en alguien acostumbrado a valerse solo y a mantener a los demás a distancia.
Mientras el bribón de blancos cabellos se dedicaba a desenredar las algas que se habían enredado en su torso, Asradi se acercó para ayudarlo. Su toque era delicado y suave, pero cuando terminó, hizo un gesto sutil que provocó en Ubben una reacción instintiva. Al ver la mano de la sirena acercarse a su rostro, sus ojos se cerraron fuertemente, esperando un golpe que nunca llegó. Un recuerdo fugaz invadió su mente, pues, hacía un par de años, lo habían capturado y llevado en un barco de la marina hacia una base cercana al lugar donde le atraparon. Durante ese viaje, una mujer infiltrada del bajo mundo que trabajaba para el mismo capo que él, se encontraba en él navío y se encargó de cumplir el rol de celadora durante el traslado. Cada vez que Ubben abría la boca sin ser requerido, ella, con movimientos suaves y delicados acercaba su mano al rostro del peliblanco y susurraba un tenue "perdón" antes de abofetearlo con fuerza suficiente para aturdirlo. Aquello era prueba de la fuerza de aquella mujer, capaz de aturdirlo desde tan solo un par de centimetro antes de su rostro; Aquella mujer fue la que le ayudó a escapar del barco una noche, sin embargo las semanas de golpes habían quedado grabadas en él.
Pero esta vez no hubo golpe alguno, al contrario, la mano de Asradi pasó suavemente desde su rostro hacia su cabello, acomodándolo con una calidez que contrastaba con su recuerdo. El peliblanco abrió los ojos lentamente, sintiendo el contacto cálido y cuidadoso. Cuando la sirena retiró su mano, Ubben se sorprendió a sí mismo sujetándola con suavidad, como si no quisiera que ese contacto se rompiera. Apoyó su mejilla en la palma de Asradi y esbozó una sonrisa contenida, pero sincera. No estaba acostumbrado a dejar salir sus emociones; usualmente las reprimía detrás de una máscara de arrogancia y desdén, cubriéndolas con sus habilidades de actor y mentiroso. Pero ese gesto, aunque inesperado y un tanto extraño, era la forma en que el bribón de cabellos blancos agradecía ese momento de paz y los pequeños detalles que nunca antes había permitido para sí mismo.
Lamentablemente, la calma fue breve. Después de descubrir que su cartel de recompensa había sido actualizado, la voz de la sirena le llegó lejana, como un eco que entraba por un oído y salía por el otro. Su mente estaba atrapada en un torbellino de pensamientos y miedos frente a la brutal subida de su recompensa, que se había triplicado de un golpe. No fue hasta que Asradi se acercó y tomó el cartel que el peliblanco dejó caer que el grito estridente de la sirena lo devolvió a la realidad. El chico de ojos dorados se giró hacia ella, extendiendo su mano izquierda. —Apriétala lo más fuerte que puedas...—pidió con la voz apagada, necesitando un dolor intenso que lo ayudara a despejar su mente.
Ubben dejó escapar un grito ahogado, cubriendo su boca con la mano libre mientras sentía el dolor irradiarse por todo su cuerpo. Apenas terminó de soltar aquél desgarrador grito, el peliblanco dejó caer las algas que aún tenía en los bolsillos y saltó hacia una trampilla en la cubierta que daba paso a un camarote extenso, lleno de colchones y mantas desordenadas. Revolvió entre ellas frenéticamente hasta que encontró lo que buscaba: un den den mushi. Regresó corriendo hasta Asradi con el caracol transmisor en la mano. —Intenta llamar a Airgid— ordenó con voz firme, entregándole el den den mushi a la chica de cabellos oscuros. En cuestión de segundos, ya estaba recogiendo el ancla y ajustando la vela principal. —Que corran al muelle. Las provisiones las conseguiremos en el camino... tengo que largarme ahora del puerto— le indicó a Asradi para que transmitiera el mensaje a sus compañeros. Luego añadió rápidamente —Yo contactaré a Gavyn después de eso, no debería tardar mucho en volar.—
Una vez que los preparativos estuvieron listos, el peliblanco se lanzó a toda velocidad desde la proa hasta la cabina de navegante. Se detuvo brevemente al lado de Asradi y mirandola preguntó —¿Te llevo a la cabina?— Su mente estaba completamente concentrada en llegar hasta el faro, pero era conciente de que su compañera tenía problemas para moverse fuera del agua. Dependiendo de la respuesta de la sirena la tomaría en brazos o la dejaría en el lugar, para luego dirigirse a la cabida de navegante y advertir. —Sujetate fuerte, daré un golpe de timón a contra marea...— Y luego de dar unos segundos a la Sirena, cambiaría bruscamente el el timón de dirección para tomar rumbo al faro.