Todo el lugar era un campo de batalla, donde el caos y la hecatombe se dispersaban por doquier. A pesar de continuar cantando para no perder el efecto sobre sus aliados, Asradi mantenía la atención a lo que sucedía. El canto disminuyó un poco cuando volvió a recibir el potente e incómodo viento, que la zarandeó ligeramente. La sirena frunció el ceño de inmediato, pero eso sirvió para ver como Octojin desmontaba a sus enemigos con golpes certeros y demoledores. Tanto él como los demás.
Desde su segura posición, cerca de ella, un especie de robot yacía en el suelo. Era uno de los que habían “matado” sus compañeros norfeicos. Asradi se acercó con cuidado, primeramente, y cuando comprobó que no había peligro, le hurgó entre las partes metálicas aunque no encontró nada considerable. Solo se trataba, ahora mismo, de un montón de chatarra. Fue entonces cuando escuchó a Airgid, ignorando ligeramente el “enfado” de Byron por no haber cumplido con su parte del trato.
Se aproximó a la rubia, con cierta urgencia, y de un saltito (y ayudada por Airgid), se subió literalmente a sus hombros, sentándose en ellos. Airgid era mucho más fuerte y fibrosa, físicamente, que ella. Y Asradi tampoco pesaba tanto. No pudo evitar echarse una risa divertida una vez estuvo ahí acomodada, sentada y contemplando todo desde la altura que su mejor amiga le proporcionaba.
— Menuda escabechina... — Murmuró.
En el ambiente reverberaba, todavía, el eco de su canción. Sus efectos, sobre sus aliados, todavía duraría un poco más. La sirena todavía sentía ese cosquilleo, esa vibración. La misma que sentirían sus aliados durante un poco más de tiempo.
Pero eso no se detendría ahí. Asradi era terriblemente metódica con esas cosas. Tras equilibrarse y no ser una molestia para que Airgid pudiese caminar o atacar con soltura, volvió a cantar.
Su voz volvió a elevarse, ahora en movimiento gracias a que era llevada por Airgid, así que podía enfocarse únicamente en eso. El ritmo cambió, a uno un poco más frenético. Como si fuese el final de todo, dando pie a la finalización próxima de la batalla. Este era un tono más concentrado, más intenso, dirigido por ahora a dos de sus aliados. La chica rubia que la lllevaba en volandas. Y a Yoshiro, el medio gyojin. De momento confiaba en Octojin, ya había dado una buena pelea.. Sí, eses serían los elegidos de sus dones por el momento.
Las valkirias avanzaban entonando cánticos de guerra y el olor del combate. En este caso de la pólvora de las armas de Airgid, inspirando a sus aliados a que se levantasen.
A que luchasen por Norfeo una vez más.
Desde su segura posición, cerca de ella, un especie de robot yacía en el suelo. Era uno de los que habían “matado” sus compañeros norfeicos. Asradi se acercó con cuidado, primeramente, y cuando comprobó que no había peligro, le hurgó entre las partes metálicas aunque no encontró nada considerable. Solo se trataba, ahora mismo, de un montón de chatarra. Fue entonces cuando escuchó a Airgid, ignorando ligeramente el “enfado” de Byron por no haber cumplido con su parte del trato.
Se aproximó a la rubia, con cierta urgencia, y de un saltito (y ayudada por Airgid), se subió literalmente a sus hombros, sentándose en ellos. Airgid era mucho más fuerte y fibrosa, físicamente, que ella. Y Asradi tampoco pesaba tanto. No pudo evitar echarse una risa divertida una vez estuvo ahí acomodada, sentada y contemplando todo desde la altura que su mejor amiga le proporcionaba.
— Menuda escabechina... — Murmuró.
En el ambiente reverberaba, todavía, el eco de su canción. Sus efectos, sobre sus aliados, todavía duraría un poco más. La sirena todavía sentía ese cosquilleo, esa vibración. La misma que sentirían sus aliados durante un poco más de tiempo.
Pero eso no se detendría ahí. Asradi era terriblemente metódica con esas cosas. Tras equilibrarse y no ser una molestia para que Airgid pudiese caminar o atacar con soltura, volvió a cantar.
Su voz volvió a elevarse, ahora en movimiento gracias a que era llevada por Airgid, así que podía enfocarse únicamente en eso. El ritmo cambió, a uno un poco más frenético. Como si fuese el final de todo, dando pie a la finalización próxima de la batalla. Este era un tono más concentrado, más intenso, dirigido por ahora a dos de sus aliados. La chica rubia que la lllevaba en volandas. Y a Yoshiro, el medio gyojin. De momento confiaba en Octojin, ya había dado una buena pelea.. Sí, eses serían los elegidos de sus dones por el momento.
Las valkirias avanzaban entonando cánticos de guerra y el olor del combate. En este caso de la pólvora de las armas de Airgid, inspirando a sus aliados a que se levantasen.
A que luchasen por Norfeo una vez más.