La pulcra e impoluta actitud de Yui se vio resquebrajada durante unos momentos cuando el Lunarian se metió en la boca el pargo, que medía la mitad de su altura. Los ojos casi se le salieron de las cuencas.
—¿Qué...? —No tenía palabras para continuar la frase, estaba en shock por lo que acababa de presenciar, más aún cuando el ser alado sacó el esqueleto del pescado de su boca.
—Dime la verdad. Tú has trabajado en un circo —dijo Yui, intentando encontrar una explicación a lo sucedido. Asintió cuando el tipo se disculpó y escuchó atentamente sus palabras mientras se excusaba.
Después vino el discurso filosófico sobre el origen de su nombre. Yui arqueó una ceja mientras intentaba, sin éxito, descifrar aquel rompecabezas. Acabó por asumir que el pasado de aquel hombre había sido difícil y condicionado por terceras personas, algo digno de respeto. Él también sentía que, en ocasiones, había sido excesivamente adoctrinado para ser el mejor. El recién nombrado artesano les deseó suerte a la pareja.
—Gracias, buen hombre. —A continuación, el Lunarian hizo un chiste sobre su edad. Yui sabía muy bien que la edad no solo traía consigo torpeza física, también traía experiencia, algo que en muchas ocasiones suplía el desgaste del tiempo.
Sin más dilación, Illya inició una ofensiva en línea recta y con advertencia, demasiado directa aunque bastante rápida. Yui esperaba con calma su momento para actuar. Debía enfrentarse a dos espadas, pero para él eso nunca había sido un problema. En el dojo de su maestro, había varios espadachines capaces de usar hasta tres espadas simultáneamente. Inspiró profundamente, preparando la precisión de su reacción. Iba a realizar una combinación que había practicado cientos de veces.
—¡Iaai!
Desenvainó la espada del lado izquierdo de su cadera con la mano derecha, haciendo un movimiento vertical hacia el centro de las espadas del Lunarian para chocar justo en el momento preciso. Aprovecharía la inercia del choque para hacer fuerza con su espada y así obligar a su oponente a girar sobre sí mismo. Entonces si el enemigo le daba la espalda giraria la muñeca y un corte horizontal a media altura de la espalda de Illi. Acto seguido, Yui daría un salto de dos metros hacia atrás, adoptando una postura de guardia. No quería atosigar a su oponente, prefería darle espacio entre los intercambios.
Su mirada no tenía odio, tampoco compasión. Era una mirada de concentración, estaba en armonía con el aire, con la naturaleza, con la tierra que pisaba. "Equilibrio", se repetía en su cabeza.
—¿Qué...? —No tenía palabras para continuar la frase, estaba en shock por lo que acababa de presenciar, más aún cuando el ser alado sacó el esqueleto del pescado de su boca.
—Dime la verdad. Tú has trabajado en un circo —dijo Yui, intentando encontrar una explicación a lo sucedido. Asintió cuando el tipo se disculpó y escuchó atentamente sus palabras mientras se excusaba.
Después vino el discurso filosófico sobre el origen de su nombre. Yui arqueó una ceja mientras intentaba, sin éxito, descifrar aquel rompecabezas. Acabó por asumir que el pasado de aquel hombre había sido difícil y condicionado por terceras personas, algo digno de respeto. Él también sentía que, en ocasiones, había sido excesivamente adoctrinado para ser el mejor. El recién nombrado artesano les deseó suerte a la pareja.
—Gracias, buen hombre. —A continuación, el Lunarian hizo un chiste sobre su edad. Yui sabía muy bien que la edad no solo traía consigo torpeza física, también traía experiencia, algo que en muchas ocasiones suplía el desgaste del tiempo.
Sin más dilación, Illya inició una ofensiva en línea recta y con advertencia, demasiado directa aunque bastante rápida. Yui esperaba con calma su momento para actuar. Debía enfrentarse a dos espadas, pero para él eso nunca había sido un problema. En el dojo de su maestro, había varios espadachines capaces de usar hasta tres espadas simultáneamente. Inspiró profundamente, preparando la precisión de su reacción. Iba a realizar una combinación que había practicado cientos de veces.
—¡Iaai!
Desenvainó la espada del lado izquierdo de su cadera con la mano derecha, haciendo un movimiento vertical hacia el centro de las espadas del Lunarian para chocar justo en el momento preciso. Aprovecharía la inercia del choque para hacer fuerza con su espada y así obligar a su oponente a girar sobre sí mismo. Entonces si el enemigo le daba la espalda giraria la muñeca y un corte horizontal a media altura de la espalda de Illi. Acto seguido, Yui daría un salto de dos metros hacia atrás, adoptando una postura de guardia. No quería atosigar a su oponente, prefería darle espacio entre los intercambios.
Su mirada no tenía odio, tampoco compasión. Era una mirada de concentración, estaba en armonía con el aire, con la naturaleza, con la tierra que pisaba. "Equilibrio", se repetía en su cabeza.