Hay rumores sobre…
...un hombre con las alas arrancadas que una vez intentó seducir a un elegante gigante y fue rechazado... ¡Pobrecito!
[Diario] [D - Pasado] Primer encargo
Lemon Stone
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¿Por qué a los campesinos les gusta tanto el barro y el estiércol? Además, todo es gris. Las casas, grises. Las nubes, grises. ¡Hasta las gallinas! Tenían un pésimo sentido de la estética, pero Lemon no estaba allí para criticar, sino para salvarlos de su aburridísima rutina. Oficialmente, tenía que ayudar en una entrega de suministros. 
 
Después de huir de casa hace ya casi diez años, Lemon comenzó a ver el mundo con sus propios ojos. No los de su padre ni los de sus hermanos, tampoco con los de mamá. Y estaba seguro de que, si su familia viera cómo trabajan de duro los pobres, dejarían de hacer tantos chistes sobre usar el transporte público. Había gente, como la de ese remoto pueblo en mitad de la nada, que usaban carreta. Exigir vehículos motorizados sería demasiado, pero ¿no se les había ocurrido usar carruajes? Quitar el lodo, pavimentar y listo: calles útiles. 
 
En cualquier caso, Lemon ya no era el idiota superficial de antes. Gracias a la Causa veía el mundo desde otra perspectiva, una mucho más clara y lúcida que la anterior. Por la Causa, por un mundo más justo e igual, quemaría banderas, hundiría barcos y secuestraría niñas para después intercambiarlas por cabras. Desde ya deseaba batallas épicas y discursos inmortalizados, pero primero debía asegurarse de que las cajas de “herramientas” llegaran bien donde la señora Fabi. 
 
-¡Date prisa! ¡A este ritmo llegaremos mañana! -le exigió Ronald, el supervisor que iba a cargo de la misión. Lemon le decía Ronny. 
 
-¡Es que hay mucho barro y se me ensucian las botas! -se excusó Lemon, deteniéndose cada diez pasos para quitarse el lodo. 
 
-No seas una perra, date prisa y larguémonos pronto de este lugar -gruñó Ronny-. Quiero estar con mi Luci, no sabes cómo la extraño. 
 
Lemon era un ganador por naturaleza. Guapo, poderoso y perfecto. No había nada de malo en él, salvo su imperiosa necesidad de aceptar todo desafío. Y Ronny le estaba desafiando a ir más deprisa. Oh, claro que lo haría. Por la Causa sí que lo haría. 
 
Tomó una bocanada de aire, ignoró el barro y echó a andar como si lo persiguieran unos manifestantes. Dejó atrás a Ronny en cuestión de segundos, y aunque sintiera que su corazón explotaría en cualquier momento, cargó las pesadas cajas hasta la tienda de la señora Fabi. 
 
El sudor le caía por el rostro, el fuerte sol de la mañana golpeándole. Estaba sentado en el suelo, sus manos tiritonas tratando de encender un cigarrillo para “recuperar el aliento”. Era uno de esos refinados, de los que fumaba cuando no tenía energías para encender un puro, así que debía fumarse tres o cuatro al hilo para estar saciado. Era curioso, ¿no? Todos los hermanos Stone tenían una adicción. Timmy era adicto al café y Lucci a los juegos de azar, aunque eran los más “normales”. 
 
La puerta chirrió a su espalda y Lemon se giró alerta como un gato callejero. Entonces, sus ojos se encontraron con la señora Fabi, que de señora poco tenía. Era una rubia de alto impacto, ojos caramelizados y un contorno que se dejaba dilucidar. Las mujeres con pecas y margaritas eran LA bomba, no cualquier bomba. Era una de las grandes. Y encima cargaba un canasto con pan amasado, ¿acaso podía haber una imagen más rural y encantadora que esa? Sentía que estaba dentro de una historia de amor. 
 
-¿Hola? Si estás buscando a la señora Fabi, ella está dentro -dijo la mujer, su voz un coro angelical. 
 
-¿C-Cómo? ¿Tú no eres la señora Fabi? -preguntó, anonadado. 
 
La chica se echó a reír, cautivando aún más al enamorado Lemon. 
 
-Ay, qué cosas dices, tontito. Yo soy Bea y vendo pan aquí en el pueblo -dijo la chica, acercándose a Lemon-. Tú no debes ser de aquí. Te ves… diferente. 
 
-Mi nombre es Lemon Stone, hijo de William Stone y Cristal Becker. Yo venía a buscar a la señora Fabi y me terminé encontrando con este sol tan bonito. Mira, qué linda coincidencia -respondió Lemon, ruborizando a la chica. No era la primera vez que decía esas palabras ni sería la última, mientras Bea no lo supiera todo marcharía a la perfección. 
 
-Definitivamente no eres de aquí -reafirmó Bea-. Ojalá los hombres de este lugar fueran la mitad de coquetos que tú, pero para ellos todo es un ritual. ¡Me han regalado ya diez cabras! 
 
-Perdón, me perdí. ¿Cabras? 
 
-Sí, cuando quieres cortejar a una chica debes regalarle una cabra, así sabrá tus intenciones. 
 
-Ya, pero ¿por qué una cabra? Puede ser un caballo purasangre o un águila real, algo que uno pueda mostrarle a la familia sin pasar vergüenza. Regalar una cabra es como venderte los huevos del fundo de mi papá, ¿me entiendes? 
 
-Eh, ¿creo que no…? Como sea, ¿te gustaría pasar a mi casa en la tarde? Te prometo que preparo los mejores panes al horno del pueblo. 
 
-Obvio, me encantaría probar esos panes. Y los que vas a hornear también -respondió Lemon, acercándose coquetamente a Bea. Sin embargo, una presencia peligrosa le hizo entrar en alerta y se giró deprisa, descubriendo a un enfadado Ronny con un montón de cajas. 
 
-¡Mientras uno trabaja el otro lo anda pasando bien! ¡Qué bonito! -dijo Ronny, dejando caer sin cuidado las cajas-. No te voy a dar ninguna recomendación, ¿me escuchaste? Teníamos que subir tres cajas cada uno y tú solo subiste una. ¡Tuve que ir y volver tres veces! ¡Tres veces tuve que subir este cerro de mierda! 
 
-¡Es que mi caja pesa demasiado! -se excusó Lemon-. Mira, te prometo que la próxima vez yo llevaré tus cajas y las mías. No te enojes, si somos como hermanos. O sea, como hermanos lejanos porque con esa pinta que tienes… 
 
-¿Qué pasa con mi pinta? ¿Tiene algún problema mi apariencia? 
 
Moreno, pelo negro, delgado y casi unicejal. Ronny era todo lo que la familia de Lemon consideraría un “humillado por la naturaleza”. Modulaba mal, no escuchaba música clásica ni iba a misa los Domingos. La abuela Margui llamaría inmediatamente a los marines como viera a Ronny deambulando cerca de una de sus propiedades. 
 
-No, el problema soy yo. Lo siento, Ronny. -Lemon sabía que su belleza realzaba la diferencia estética entre él y su supervisor, y no había nadie a quien culpar. Bueno, sí: a sus padres por ser feos-. Mira, esta es Bea. Conoce a la señora Fabi y me dijo que nos espera dentro. ¿Viste? Tampoco estuve perdiendo el tiempo. 
 
-Sí, claro… Nací ayer yo, pajarón. Ya, terminemos este trabajo y vámonos de este pueblo. 
 
Y así, Lemon y Ronny entregaron los suministros a la señora Fabi, quien no los esperaba dentro, sino que se había quedado dormida. Tuvieron que esperar 5 horas hasta que despertara. Ronny estaba enfadado. Por lo mismo, esta historia no termina aquí…
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Mensajes en este tema
[D - Pasado] Primer encargo - por Lemon Stone - 01-09-2024, 03:20 AM
RE: [D - Pasado] Primer encargo - por Lemon Stone - 05-09-2024, 10:44 PM
RE: [D - Pasado] Primer encargo - por Lemon Stone - 07-09-2024, 06:57 PM
RE: [D - Pasado] Primer encargo - por Lemon Stone - 09-09-2024, 03:39 AM
RE: [D - Pasado] Primer encargo - por Lemon Stone - 09-09-2024, 04:38 AM
RE: [D - Pasado] Primer encargo - por Lemon Stone - 09-09-2024, 05:25 AM

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