Asradi
Völva
01-09-2024, 12:35 PM
El influjo de su canto se esparcía por el lugar, dotando a Octojin de esa fuerza que, ahora mismo, le faltaba a causa del veneno y la fiebre. A pesar de eso, Asradi estaba preocupada. Le molestaba en sobremanera tener que forzar así al gyojin, pero en una situación como aquella, no les quedaba más remedio. Era eso o ser pasto de aquella bestia. Pero ellos también eran depredadores, de otro tipo de territorio, pero lo eran. A pesar de estar concentrada cantando, no pudo evitar contemplar con admiración como, efectivamente, la fuerza bruta de Octojin daban rienda suelta a sus instintos más primarios. Hasta ella también llegó el aroma de la sangre, haciendo que sus pupilas se afilasen, pero nada más que eso.
La quimera cayó del brutal golpe que el gyojin le otorgó. Y, poco a poco, la voz de Asradi fue apagándose momentáneamente, dejando esa vibración sutil en el aire durante unos pocos segundos más. Cuando sintió la mano de Octojin en el hombro, la sirena le sonrió de manera suave. Había un aire de orgullo en su mirada, hacia él y hacia ella misma. Elevó, por igual, una de sus manos y la posó sobre la del otro tiburón.
— Ahora tienes que descansar. — Miró por inercia hacia la cueva. Y comprobar que la gruta estuviese vacía.
Fue ella misma la que se adelantó con cautela. No podía arriesgar más a Octojin en su estado. Contuvo ligeramente el aliento cuando se asomó hacia el umbral. La luz se colaba parcialmente y Asradi oteó el interior en el más completo de los silencios. Tras una exhaustiva visual, la chica pareció suspirar con alivio.
— Está vacía. Hay algunos restos de esqueletos, pero servirá para que te recuperes. — No le importaba mucho el aroma rancio, aunque no era el mejor. Podía encargarse ella misma de retirar los restos de huesos hacia el exterior.
Luego miró hacia la bestia caída. Había partes de las que no estaba segura, pero...
— Al menos tendremos una buena cena. — Una sonrisa se esbozó en los labios de Asradi, guiñándole un ojo a su acompañante. Al cual no tardó en vigilar para que se acomodase en el interior.
Una vez lo hiciese, lo primero que comprobó fue su temperatura. Algo había bajado, aunque estaba segura de que el esfuerzo no lo habría ayudado demasiado.
— Reuniré algunas ramas para hacer una hoguera. — Tenía que preparar una nueva infusión, hervir más algas para realizar la pasta antiséptica con la que limpiarle nuevamente la herida y regresar al río cercano para aprovisionarse con agua dulce.
— Tú intenta dormir lo más que puedas. De momento estamos seguros. — Le dijo, también para tranquilizarle.
La quimera cayó del brutal golpe que el gyojin le otorgó. Y, poco a poco, la voz de Asradi fue apagándose momentáneamente, dejando esa vibración sutil en el aire durante unos pocos segundos más. Cuando sintió la mano de Octojin en el hombro, la sirena le sonrió de manera suave. Había un aire de orgullo en su mirada, hacia él y hacia ella misma. Elevó, por igual, una de sus manos y la posó sobre la del otro tiburón.
— Ahora tienes que descansar. — Miró por inercia hacia la cueva. Y comprobar que la gruta estuviese vacía.
Fue ella misma la que se adelantó con cautela. No podía arriesgar más a Octojin en su estado. Contuvo ligeramente el aliento cuando se asomó hacia el umbral. La luz se colaba parcialmente y Asradi oteó el interior en el más completo de los silencios. Tras una exhaustiva visual, la chica pareció suspirar con alivio.
— Está vacía. Hay algunos restos de esqueletos, pero servirá para que te recuperes. — No le importaba mucho el aroma rancio, aunque no era el mejor. Podía encargarse ella misma de retirar los restos de huesos hacia el exterior.
Luego miró hacia la bestia caída. Había partes de las que no estaba segura, pero...
— Al menos tendremos una buena cena. — Una sonrisa se esbozó en los labios de Asradi, guiñándole un ojo a su acompañante. Al cual no tardó en vigilar para que se acomodase en el interior.
Una vez lo hiciese, lo primero que comprobó fue su temperatura. Algo había bajado, aunque estaba segura de que el esfuerzo no lo habría ayudado demasiado.
— Reuniré algunas ramas para hacer una hoguera. — Tenía que preparar una nueva infusión, hervir más algas para realizar la pasta antiséptica con la que limpiarle nuevamente la herida y regresar al río cercano para aprovisionarse con agua dulce.
— Tú intenta dormir lo más que puedas. De momento estamos seguros. — Le dijo, también para tranquilizarle.