Alguien dijo una vez...
Donquixote Doflamingo
¿Los piratas son malos? ¿Los marines son los buenos? ¡Estos términos han cambiado siempre a lo largo de la historia! ¡Los niños que nunca han visto la paz y los niños que nunca han visto la guerra tienen valores diferentes! ¡Los que están en la cima determinan lo que está bien y lo que está mal! ¡Este lugar es un terreno neutral! ¿Dicen que la Justicia prevalecerá? ¡Por supuesto que lo hará! ¡Gane quién gane esta guerra se convertirá en la Justicia!
[Diario] [D - Pasado] Te, el arte marcial del templo.
Gautama D. Lovecraft
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~ Te, el arte marcial del templo ~



~ Base G-23 de La Marina, Isla Kilombo.
~ Día 7 de Primavera, Año 723.


Desde los inicios de mi llegada al templo, cuando según lo que me contaban los hermanos más veteranos y el maestro, apenas había empezado a andar, la enseñanza del Te ya estaba muy presente en las actividades del día a día. Yo, que provenía de una familia desconocida que me dejó en el templo siendo un retoño, he mamado desde bien joven, desde antes de tener conciencia, la base esencial del arte marcial.

Como huérfano, sabía que mi origen incierto nublaba una identidad que me definiera, al igual que muchos otros hermanos de mayor o menor edad. Sin embargo, allí dentro, el maestro y los hermanos más mayores, adecuan y adaptan en cada uno aquello que lo caracteriza según el talento que despertaba. Unos, empezaba a despuntar siendo diestros en el arte de cualquier actividad culinaria, demostrando una maestría sin igual en la confección de ropa, otros tenían una intuición natural para el cuidado del huerto y las plantas, otros en el tan respetado hábito de la meditación, alcanzando puntos tan lejos del plano material que podían pasarse incluso unos días en plena faena. Por mi parte, y al igual también que algunos, se me definió como un resorte y referencia en el noble arte del Te, el arte marcial del templo, que el gran maestro Gautama construyó, asentó y transmitió hacia todas las generaciones venideras.

El Te, era un arte marcial basado esencialmente y en la rapidez y el uso de las palmas tanto para golpear como para defender. La disciplina, se orienta y complementa en base al culto del cuerpo, la mente y el alma, generando una simbiosis del individuo consigo mismo entre su plano físico y espiritual, con la que alcanzar la plenitud del dominio del arte. El maestro primigenio, gracias al conocido, pero también, poco datado poder que poseía y con el que alcanzó la iluminación, desarrolló todas las reglas y técnicas que perduran hasta nuestros días, respetadas rigurosamente y transmitidas fielmente.

Esta herencia, ha definido al templo por tener unos disciplinados y respetados combatientes que, la marina, siempre ha tenido en estima, con un pequeño reconocimiento que gracias al buen desempeño de los hermanos dentro del mismo cuerpo, le ha beneficiado al templo con una buena reputación a lo largo de todos los años que han ofrecido sus activos a la entidad militar. El legado del Te, es uno de los mayores tesoros del templo, una de las bases principales que lo constituyen, y que han forjado en este un robusto pilar, que junto a otros más, establecen el equilibrio del santuario que acoge a los hermanos.

La enseñanza del Te, se empieza a transmitir de forma flexible y didáctica hacia las nuevas generaciones a penas estas aprenden a sostenerse, porque una de las premisas de la disciplina, recae en la postura, la fuerza y agilidad de las piernas, por lo que figura como un gran aporte positivo para el crecimiento prematuro de los pequeños monjes. Más adelante, se empiezan a adaptar en las enseñanzas los principales códigos internos que todo hermano lleva intrínseco dentro de sí mismo a la hora de aplicar el Te en cualquier circunstancia.

El Te es causa y efecto por extensión de la doctrina del templo para obrar en favor del ser que lo proyecta. Es como su caminar, como se sienta, respira o duerme, una filosofía que desde las edades más tempranas, se absorbe y asimila para interiorizar dichos valores, como una doctrina. El arte marcial se vuelve más práctico conforme los hermanos van adquiriendo una mejor destreza psicomotriz, y pronto, comienzan a aprender lo más básico pero a la vez más importante, la colocación y posición de las palmas.

La palma, como tal, estaba también representada en muchos de los pergaminos que el gran maestro guardó en la biblioteca. Simbolizaba motivos aún no resueltos del templo, pero sus líneas en la palma y sobre todo su forma, estaban muy presentes en las paredes del templo, así como en nuestras ropas. Es por ello, que la palma adquiría una importancia suma en muchos aspectos de la doctrina del templo, pero especialmente en el Te, se volvía el eje central de todas las técnicas que componían el arte.

Cuando los hermanos teníamos más edad, en torno a los 5 o 6 años, ya aprendíamos los primeros movimientos de mano, proyecciones ofensivas y defensivas con esta que conformaban el inicio de otras de mayor calado y dificultad, porque, las técnicas aunque muchas fueran simplemente un movimiento hacia una dirección, este enlazaba siempre de alguna forma con otro, componiendo así, las mil y una formas de practicar el Te casi con sus infinitas combinaciones.

Estas combinaciones se construían con una serie de técnicas que conjugaban entre sí, provocando una fluidez sin igual del practicante del Te. Visualmente, resultaba atractiva la serie de cadenas, choques, desvíos y golpes que se aplicaban, sin embargo, combatirlo se podía convertir en una tortura sin igual. Crear correctamente las combinaciones supone en el practicante haber adquirido los conocimientos y entrenar el arte hasta el límite, pues las cadenas entre técnica y técnica se hacía según las circunstancias del combate, el estilo del oponente, puntos fuertes y débiles así como la estrategia del Teísta. Tanto por conocimiento, como por experiencia y creatividad, las combinaciones de las palmas se constituían de manera personalizada según el usuario, ajustándose según las necesidades del momento y lo que requería utilizar.

El Te, era tan denso de aprender, que su dedicación para controlarlo, pasaba por un constante entrenamiento diario. Día tras días, las enseñanzas se debían de aplicar tanto en las prácticas como en la rutina del usuario, en tareas tan humildes como el labrado de la tierra, el amasado del pan, la meditación o la limpieza del cuerpo. Pues una vez la persona comenzaba a tomar ese camino, no conocería otra fórmula mejor para dominarlo que la resultante del esfuerzo, la dedicación y la disciplina.
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[D - Pasado] Te, el arte marcial del templo. - por Gautama D. Lovecraft - 01-09-2024, 05:22 PM

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