Juuken
Juuken
27-07-2024, 07:24 PM
-Creo que nunca me acostumbraré a esto.
Con una sonrisa completamente natural comenzaba a caminar por las calles del puerto de aquella ciudad. Realmente todavía no sabía si era un pueblo, una ciudad, un asentamiento o que diablos de nombre tenía ese lugar, sinceramente todos me parecían lo mismo, zonas donde vive mucha gente aglomerada, y de formas que hasta hace unos pocos años jamás me habría imaginado. Tal vez nunca sería capaz de entender las diferencias entre los distintos nombres, pero me daba igual, ver tanta gente siendo feliz con sus seres más cercanos me volvía realmente feliz. Hace tres años, nunca me habría imaginado poder experimentar esta sensación a diario.
Un grupo de niños pasaba a nuestro lado mientras corría a despedir a un barco pesquero, probablemente sus padres fueran en ese barco, al menos de alguno de ellos, pues se despedían muy eufóricamente. Esa inocencia, esa genuina felicidad que caracterizaba a cada uno de aquellos muchachos. Cada uno de ellos me recordaba lo que ella siempre trató de hacer conmigo desde el primer día. Cuando el barco se alejaba volvían jugando entre ellos a los piratas, como si realmente entendieran lo que significaba la auténtica piratería, las fechorías y los crímenes más deleznables es lo que más perpetraban los auténticos piratas, pudiendo llegar a hacer lo que sea por lo que ellos quieren, o por lo menos así era considerada la piratería clásica. Eso pensé durante un tiempo, hasta que se topó en mi camino cierto peliblanco.
Lance, el tipo que ahora caminaba junto a mí, pelo blanco, completamente repeinado hacia atrás, y siempre mostrando una sonrisa. Tal vez fuera eso lo que me hizo acabar confiando algo en él. Debo decir que nuestro encuentro no fue el más formal del mundo, mucho menos que decir nuestra presentación personal. Lo que si fue, es divertida, en realidad bastante. No se hasta qué punto él la pudo disfrutar, pero si ha querido que continuáramos el viaje juntos tal vez sería por algo. No hacía mucho que yo había salido al mar, esos dos me enseñaron bastante, pero sentí que no podía depender siempre de ellos, no quería abusar de su confianza. Mucho menos quería que me vieran como aquello que ellos mismos fracasaron en recuperar. No quería hacerle daño a quienes salvaron mi vida.
Poco a poco comenzamos a alejarnos del puerto para ir aproximándonos a la ciudad, y me llamó bastante la atención todas las construcciones, todas parecían iguales, al menos los colores eran todos parecidos de uno a otro, las formas algo ligeramente cambiaban, pero todo eran estructuras hacia arriba, con ventanas por todas partes, y con muchos tonos rojos, no es que me desagradase, ¿pero no les quedaba otros colores? Parece que quien hizo el pueblo debía tener una predilección por el rojo, o tal vez tenía alguna explicación que desconocía, al fin y al cabo podría decirse que solo llevaba en este mundo unos tres años, el resto bueno, es historia pasada que preferiría no recordar, no es que tuviese ningún problema con ello, pero no me gusta recordar la soledad, ahora que ya ha desaparecido de mi vida, junto a las tinieblas, prefería no volver a verme inmerso en ello.
Miraba hacia arriba, hacia los lados, seguía predominando el mismo color. Tal vez Lance supiera algo al respecto. A mi lado era como un gigante, siempre llamaba la atención por donde fuera, me sacaba más de una cabeza y muchas veces se quedaban mirándole, eso me hacía gracia en parte, el día que quisiera pasar desapercibido sin llamar la atención será algo digno de ver. No sabía cómo preguntarle si él sabía algo al respecto de por qué había tanto rojo por todas partes, aunque lo que de verdad me llevaba preguntando desde hace tiempo era qué hacíamos allí. Supongo que algún propósito tendría de querer llegar a este lugar, se alegró mucho cuando tocamos tierra. Decidí preguntarle sin rodeos.
-Hey. ¿Y qué hacemos aquí? -me quedé mirándole durante unos instantes esperando una respuesta, pero continué mirando alrededor. Podría aprovechar también para lanzar la otra pregunta disimuladamente.- ¿Por qué es todo tan rojo? Que raro.
No respondió al momento, más bien parecía que le hizo gracia mi segunda pregunta. ¿Tan obvio resultaba para el resto del mundo que hasta le hacía gracia que preguntara? Tal vez simplemente se lo tomara como una broma, por lo que ni siquiera me contestase, o tal vez se pensaría que soy un ignorante... Lo cual tampoco es ninguna mentira, pero para algunas personas puede llegar a resultar muy cómico. Incluso recuerdo que una de las primeras veces casi tengo un problema con un mercader, o por lo menos creo que así le llamaron, se rio y burló tanto de mí por preguntar que era un pájaro que casi acabo sacándole las entrañas. No es mi culpa que me incitara con aquél golpe que me pegó en la espalda, desde mi punto de vista quería diversión, una pena que acabase llorando cuando casi le rebano la oreja, solo llegué a cortar media. Me había puesto nervioso.
-Si te soy sincero… no lo tengo nada claro. – Me respondió mientras se reía, no se en qué contexto se reiría, pero de momento parecía que simplemente seguía haciéndole gracia mi pregunta– Quizá debamos descubrirlo nosotros mismos, ¿Qué tal si comemos algo y preguntamos a la gente de aquí?
No era mala idea esa de ir a comer algo, de hecho hacía tiempo ya que no comía. Es cierto que nunca había comido mucho en mi vida, pero desde que me libré de aquellas paredes empedradas empecé a desarrollar un gusto por la comida que también había creído imposible. Durante tantos años había estado perdiéndome los verdaderos y auténticos placeres de la vida.
-Por mí perfecto. De hecho hace tiempo que no comemos nada, podríamos mirar por allí a ver que tal.
Señalé hacia adelante, había mucha gente, y salía algunas personas pegándole bocados a algo cogido de un palo, me llamó bastante la atención, tal vez hasta se me iluminó un poco la cara. Además que un olor bastante llamativo venía de aquella zona. Comenzamos a avanzar, había gente vendiendo cosas en varios puestos, esto debía ser aquello que llaman un mercado, donde venden todo tipo de cosas, una vez pasé por uno, pero no olía tan bien como por aquí.
-¡Pescado fresco! ¡Vengan a probarlo asado, frito o la especialidad de la casa, ahumado!
No entendía cuales eran las diferencias, pero no sabía exactamente a que se refería, y de hecho no era el único que clamaba buscando que la gente le comprase algo. De pronto mis tripas comenzaron a rugir, definitivamente hacía demasiado que no comía nada y algo me dice que Lance se dio cuenta de aquello, tal vez por el ruido de mi estómago, tal vez por que me quedé algo embobado mirando un puesto de ese pescado, parece que eso era lo que comían esos que había visto anteriormente. Ahora lo entendía, el pescado eran peces cocinados, aunque esos no los había visto todavía, no sabía que también se comían los peces, hasta ahora solo había visto y comido carne. Me llamó bastante la atención.
Lance se rio, le gustaba mucho reírse a este hombre, ya no sabía si se forzaba a reír o que era así directamente, en cualquier caso me caía bien, no le iba a tener nada en cuenta si no veía que se trataba de burlar de mí, hacía tiempo que no me gustaba demasiado eso. Sino siempre podríamos volver a arreglarlo como aquella primera vez. Ahí si nos divertimos los dos.
-Bueno, parece que ya tenemos sitio donde comer bien. - Me dio una palmada en la espalda y me incitó a que cogiera algo, seguramente mi cara ahí le habría resultado más graciosa todavía, pues este hombre se reía de todo. -¡Vamos!
Me acerqué y pedí que me diera una porción, un pescado frito o lo que fuera, simplemente quería probar algo, pedí dos, también uno para el, no se si tenía hambre, pero bueno había sido él quien había dicho de ir a comer algo. Le di uno a él y le pegué el primer bocado a uno por el lado. Aquello era indescriptible, estaba buenísimo, nunca había comido nada así en mi vida.
-Eh Lance. ¡Esto está buenísimo! -Comencé a pegarle más bocados sin parar a la vez que hablaba- ¿Cómo es que no me lo habías enseñado antes? Aunque tengo la sensación de que ya lo había probado, pero esta mucho más bueno que la última vez. Se parece mucho a eso último que comimos en el barco. Pero eso era carne. ¿Era carne, verdad? Sea lo que sea prefiero esto mil veces más.
Continué comiendo sin parar, ese sentimiento en mi boca y en la lengua, nunca lo había experimentado, estaba demasiado bueno, siempre había pensado que aquellas gachas raras que había estado comiendo toda mi vida estaba delicioso por que me quitaba el hambre voraz que sentía a veces, pero eso sabía a mierda al lado de esto.
-¿Cómo es posible que algo pueda estar tan bueno? ¿Alguna vez habías probado algo así Lance? Es increíble.
Noté la atenta mirada de aquél tipo que me había entregado los dos pescados, no me quitaba ojo. Fue entonces cuando recordé algo que solía olvidar con facilidad. Comprar requiere un intercambio, el vendedor te da un producto y el comprador lo compensa con unas monedas a ese tipo. Casi con el pescado completamente devorado me detuve de sopetón. Lance apenas llevaba la mitad, me quedé mirándole, creo que por su reacción se percató de mi mirada.
-Oye Lance. ¿Tú tienes dinero?
Con una sonrisa completamente natural comenzaba a caminar por las calles del puerto de aquella ciudad. Realmente todavía no sabía si era un pueblo, una ciudad, un asentamiento o que diablos de nombre tenía ese lugar, sinceramente todos me parecían lo mismo, zonas donde vive mucha gente aglomerada, y de formas que hasta hace unos pocos años jamás me habría imaginado. Tal vez nunca sería capaz de entender las diferencias entre los distintos nombres, pero me daba igual, ver tanta gente siendo feliz con sus seres más cercanos me volvía realmente feliz. Hace tres años, nunca me habría imaginado poder experimentar esta sensación a diario.
Un grupo de niños pasaba a nuestro lado mientras corría a despedir a un barco pesquero, probablemente sus padres fueran en ese barco, al menos de alguno de ellos, pues se despedían muy eufóricamente. Esa inocencia, esa genuina felicidad que caracterizaba a cada uno de aquellos muchachos. Cada uno de ellos me recordaba lo que ella siempre trató de hacer conmigo desde el primer día. Cuando el barco se alejaba volvían jugando entre ellos a los piratas, como si realmente entendieran lo que significaba la auténtica piratería, las fechorías y los crímenes más deleznables es lo que más perpetraban los auténticos piratas, pudiendo llegar a hacer lo que sea por lo que ellos quieren, o por lo menos así era considerada la piratería clásica. Eso pensé durante un tiempo, hasta que se topó en mi camino cierto peliblanco.
Lance, el tipo que ahora caminaba junto a mí, pelo blanco, completamente repeinado hacia atrás, y siempre mostrando una sonrisa. Tal vez fuera eso lo que me hizo acabar confiando algo en él. Debo decir que nuestro encuentro no fue el más formal del mundo, mucho menos que decir nuestra presentación personal. Lo que si fue, es divertida, en realidad bastante. No se hasta qué punto él la pudo disfrutar, pero si ha querido que continuáramos el viaje juntos tal vez sería por algo. No hacía mucho que yo había salido al mar, esos dos me enseñaron bastante, pero sentí que no podía depender siempre de ellos, no quería abusar de su confianza. Mucho menos quería que me vieran como aquello que ellos mismos fracasaron en recuperar. No quería hacerle daño a quienes salvaron mi vida.
Poco a poco comenzamos a alejarnos del puerto para ir aproximándonos a la ciudad, y me llamó bastante la atención todas las construcciones, todas parecían iguales, al menos los colores eran todos parecidos de uno a otro, las formas algo ligeramente cambiaban, pero todo eran estructuras hacia arriba, con ventanas por todas partes, y con muchos tonos rojos, no es que me desagradase, ¿pero no les quedaba otros colores? Parece que quien hizo el pueblo debía tener una predilección por el rojo, o tal vez tenía alguna explicación que desconocía, al fin y al cabo podría decirse que solo llevaba en este mundo unos tres años, el resto bueno, es historia pasada que preferiría no recordar, no es que tuviese ningún problema con ello, pero no me gusta recordar la soledad, ahora que ya ha desaparecido de mi vida, junto a las tinieblas, prefería no volver a verme inmerso en ello.
Miraba hacia arriba, hacia los lados, seguía predominando el mismo color. Tal vez Lance supiera algo al respecto. A mi lado era como un gigante, siempre llamaba la atención por donde fuera, me sacaba más de una cabeza y muchas veces se quedaban mirándole, eso me hacía gracia en parte, el día que quisiera pasar desapercibido sin llamar la atención será algo digno de ver. No sabía cómo preguntarle si él sabía algo al respecto de por qué había tanto rojo por todas partes, aunque lo que de verdad me llevaba preguntando desde hace tiempo era qué hacíamos allí. Supongo que algún propósito tendría de querer llegar a este lugar, se alegró mucho cuando tocamos tierra. Decidí preguntarle sin rodeos.
-Hey. ¿Y qué hacemos aquí? -me quedé mirándole durante unos instantes esperando una respuesta, pero continué mirando alrededor. Podría aprovechar también para lanzar la otra pregunta disimuladamente.- ¿Por qué es todo tan rojo? Que raro.
No respondió al momento, más bien parecía que le hizo gracia mi segunda pregunta. ¿Tan obvio resultaba para el resto del mundo que hasta le hacía gracia que preguntara? Tal vez simplemente se lo tomara como una broma, por lo que ni siquiera me contestase, o tal vez se pensaría que soy un ignorante... Lo cual tampoco es ninguna mentira, pero para algunas personas puede llegar a resultar muy cómico. Incluso recuerdo que una de las primeras veces casi tengo un problema con un mercader, o por lo menos creo que así le llamaron, se rio y burló tanto de mí por preguntar que era un pájaro que casi acabo sacándole las entrañas. No es mi culpa que me incitara con aquél golpe que me pegó en la espalda, desde mi punto de vista quería diversión, una pena que acabase llorando cuando casi le rebano la oreja, solo llegué a cortar media. Me había puesto nervioso.
-Si te soy sincero… no lo tengo nada claro. – Me respondió mientras se reía, no se en qué contexto se reiría, pero de momento parecía que simplemente seguía haciéndole gracia mi pregunta– Quizá debamos descubrirlo nosotros mismos, ¿Qué tal si comemos algo y preguntamos a la gente de aquí?
No era mala idea esa de ir a comer algo, de hecho hacía tiempo ya que no comía. Es cierto que nunca había comido mucho en mi vida, pero desde que me libré de aquellas paredes empedradas empecé a desarrollar un gusto por la comida que también había creído imposible. Durante tantos años había estado perdiéndome los verdaderos y auténticos placeres de la vida.
-Por mí perfecto. De hecho hace tiempo que no comemos nada, podríamos mirar por allí a ver que tal.
Señalé hacia adelante, había mucha gente, y salía algunas personas pegándole bocados a algo cogido de un palo, me llamó bastante la atención, tal vez hasta se me iluminó un poco la cara. Además que un olor bastante llamativo venía de aquella zona. Comenzamos a avanzar, había gente vendiendo cosas en varios puestos, esto debía ser aquello que llaman un mercado, donde venden todo tipo de cosas, una vez pasé por uno, pero no olía tan bien como por aquí.
-¡Pescado fresco! ¡Vengan a probarlo asado, frito o la especialidad de la casa, ahumado!
No entendía cuales eran las diferencias, pero no sabía exactamente a que se refería, y de hecho no era el único que clamaba buscando que la gente le comprase algo. De pronto mis tripas comenzaron a rugir, definitivamente hacía demasiado que no comía nada y algo me dice que Lance se dio cuenta de aquello, tal vez por el ruido de mi estómago, tal vez por que me quedé algo embobado mirando un puesto de ese pescado, parece que eso era lo que comían esos que había visto anteriormente. Ahora lo entendía, el pescado eran peces cocinados, aunque esos no los había visto todavía, no sabía que también se comían los peces, hasta ahora solo había visto y comido carne. Me llamó bastante la atención.
Lance se rio, le gustaba mucho reírse a este hombre, ya no sabía si se forzaba a reír o que era así directamente, en cualquier caso me caía bien, no le iba a tener nada en cuenta si no veía que se trataba de burlar de mí, hacía tiempo que no me gustaba demasiado eso. Sino siempre podríamos volver a arreglarlo como aquella primera vez. Ahí si nos divertimos los dos.
-Bueno, parece que ya tenemos sitio donde comer bien. - Me dio una palmada en la espalda y me incitó a que cogiera algo, seguramente mi cara ahí le habría resultado más graciosa todavía, pues este hombre se reía de todo. -¡Vamos!
Me acerqué y pedí que me diera una porción, un pescado frito o lo que fuera, simplemente quería probar algo, pedí dos, también uno para el, no se si tenía hambre, pero bueno había sido él quien había dicho de ir a comer algo. Le di uno a él y le pegué el primer bocado a uno por el lado. Aquello era indescriptible, estaba buenísimo, nunca había comido nada así en mi vida.
-Eh Lance. ¡Esto está buenísimo! -Comencé a pegarle más bocados sin parar a la vez que hablaba- ¿Cómo es que no me lo habías enseñado antes? Aunque tengo la sensación de que ya lo había probado, pero esta mucho más bueno que la última vez. Se parece mucho a eso último que comimos en el barco. Pero eso era carne. ¿Era carne, verdad? Sea lo que sea prefiero esto mil veces más.
Continué comiendo sin parar, ese sentimiento en mi boca y en la lengua, nunca lo había experimentado, estaba demasiado bueno, siempre había pensado que aquellas gachas raras que había estado comiendo toda mi vida estaba delicioso por que me quitaba el hambre voraz que sentía a veces, pero eso sabía a mierda al lado de esto.
-¿Cómo es posible que algo pueda estar tan bueno? ¿Alguna vez habías probado algo así Lance? Es increíble.
Noté la atenta mirada de aquél tipo que me había entregado los dos pescados, no me quitaba ojo. Fue entonces cuando recordé algo que solía olvidar con facilidad. Comprar requiere un intercambio, el vendedor te da un producto y el comprador lo compensa con unas monedas a ese tipo. Casi con el pescado completamente devorado me detuve de sopetón. Lance apenas llevaba la mitad, me quedé mirándole, creo que por su reacción se percató de mi mirada.
-Oye Lance. ¿Tú tienes dinero?