Lionhart D. Cadmus
Tigre Blanco de la Marina
03-09-2024, 04:36 AM
(Última modificación: 09-09-2024, 02:23 AM por Lionhart D. Cadmus.)
Cadmus despertaría al amanecer, con la rutina ya asentada en su mente después de varios días como Marino. Mientras se ponía el uniforme, sintió una leve sensación de monotonía, algo que había comenzado a notar en su trabajo diario. La vida de marine, con sus estrictas reglas y horarios, empezaba a parecerle repetitiva, pero no dejó que esos pensamientos lo distrajeran.
Su tarea del día era simple: patrullar las afueras del pueblo y asegurarse de que todo estuviera en orden. La Isla Kilombo era un lugar tranquilo en su mayoría, y no había habido incidentes significativos. A medida que recorría las calles empedradas y observaba a los aldeanos llevar a cabo sus actividades diarias, Cadmus no podía evitar sentir una desconexión con ellos. Aunque estaba allí para protegerlos, aún no se sentía parte de ese mundo.
El día transcurriría sin incidentes. Ni siquiera tendría a su compañero habitual, Raiden, para conversar y romper la monotonía. Patrullaría en silencio, atento pero abrumado por la calma que reinaba en Rostock. Se encontró deseando que algo, cualquier cosa, rompiera la rutina, pero el día se mantuvo aburrido.
Mientras el sol comenzaba a ponerse, Cadmus se detendría un momento en una colina que ofrecía una vista panorámica del pueblo y del mar que se extendía más allá. La brisa marina le refrescó el rostro, y por un instante, consideró la posibilidad de pedir una transferencia a otra base. Tal vez un cambio de escenario le daría la chispa que parecía faltar en su vida como marine.
Pero mientras reflexionaba, Cadmus recordaría por qué estaba allí en primer lugar. La influencia de su abuelo había sido fuerte, y aunque no estaba completamente seguro de su lugar, sabía que aún tenía un propósito que cumplir. A pesar del aburrimiento de ese día, decidió que continuaría su camino, buscando entender mejor su papel en ese vasto mundo.
Al final del día, Cadmus regresó al cuartel con la determinación de seguir adelante, aunque una pequeña parte de él seguía anhelando algo más, algo que aún no había descubierto en su vida como marine. A pesar de ser nieto de un marino, quién lo educaría toda su vida, ciertamente Cadmus todavía era hijo de piratas. La vida tenía todavía mucho que depararle.
Su tarea del día era simple: patrullar las afueras del pueblo y asegurarse de que todo estuviera en orden. La Isla Kilombo era un lugar tranquilo en su mayoría, y no había habido incidentes significativos. A medida que recorría las calles empedradas y observaba a los aldeanos llevar a cabo sus actividades diarias, Cadmus no podía evitar sentir una desconexión con ellos. Aunque estaba allí para protegerlos, aún no se sentía parte de ese mundo.
El día transcurriría sin incidentes. Ni siquiera tendría a su compañero habitual, Raiden, para conversar y romper la monotonía. Patrullaría en silencio, atento pero abrumado por la calma que reinaba en Rostock. Se encontró deseando que algo, cualquier cosa, rompiera la rutina, pero el día se mantuvo aburrido.
Mientras el sol comenzaba a ponerse, Cadmus se detendría un momento en una colina que ofrecía una vista panorámica del pueblo y del mar que se extendía más allá. La brisa marina le refrescó el rostro, y por un instante, consideró la posibilidad de pedir una transferencia a otra base. Tal vez un cambio de escenario le daría la chispa que parecía faltar en su vida como marine.
Pero mientras reflexionaba, Cadmus recordaría por qué estaba allí en primer lugar. La influencia de su abuelo había sido fuerte, y aunque no estaba completamente seguro de su lugar, sabía que aún tenía un propósito que cumplir. A pesar del aburrimiento de ese día, decidió que continuaría su camino, buscando entender mejor su papel en ese vasto mundo.
Al final del día, Cadmus regresó al cuartel con la determinación de seguir adelante, aunque una pequeña parte de él seguía anhelando algo más, algo que aún no había descubierto en su vida como marine. A pesar de ser nieto de un marino, quién lo educaría toda su vida, ciertamente Cadmus todavía era hijo de piratas. La vida tenía todavía mucho que depararle.