Alguien dijo una vez...
Monkey D. Luffy
Digamos que hay un pedazo de carne. Los piratas tendrían un banquete y se lo comerían, pero los héroes lo compartirían con otras personas. ¡Yo quiero toda la carne!
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[C-Pasado] Bestias en el mar, bestias en la selva
Octojin
El terror blanco
Octojin, bajo el efecto curativo y tranquilizador del canto de Asradi, se dejó llevar hacia un sueño profundo y reparador. A pesar de la incomodidad que pudiera sentir por su condición debilitada, su cuerpo, acostumbrado a las duras realidades del océano y ahora ayudado por el cuidado meticuloso de la sirena, comenzó a relajarse completamente. La herida en su pecho, aunque todavía grave, ya no le dolía tanto gracias al ungüento aplicado por Asradi, y su respiración, que antes era irregular por el dolor y la fiebre, ahora se volvía más estable y tranquila.

***

En el mundo brumoso de sus sueños, Octojin se encontraba en una vasta y etérea cocina submarina, los colores azules y verdes del océano se difuminaban en las líneas entre la realidad y la ficción. En este reino onírico, un postre, tan escurridizo como delicioso, captaba toda su atención.

El postre parecía una amalgama exquisita de sabores marinos y terrestres: una especie de pastel de algas dulces con un relleno de crema de perlas y trozos de mango jugoso. El pastel, adornado con un glaseado brillante de azúcar de coral y chispas de nácar, flotaba justamente fuera de su alcance. Cada vez que Octojin nadaba hacia él, el postre se movía, como impulsado por una corriente misteriosa, siempre un par de aletazos más allá de sus dedos estirados.

El gyojin, movido por un deseo intenso y una creciente frustración, aceleraba su paso a través del agua, sus potentes movimientos creando remolinos en el sueño líquido. Pero no importaba cuán rápido nadara o cuánto se esforzara, el postre parecía tener vida propia, desviándose siempre con gracia y un toque juguetón justo cuando el tiburón estaba a punto de atraparlo.

En su caza, pasaba por arrecifes de coral que parecían castillos de cristal y bancos de peces que formaban nubes danzantes. Cada vez que se acercaba, el aroma del pastel se intensificaba, una mezcla embriagadora de dulzura oceánica y frescura tropical que lo hacía nadar aún más rápido.

A pesar de su velocidad y destreza, el postre permanecía tan inalcanzable como una estrella en el cielo nocturno. Con cada intento fallido, Octojin se sentía más hambriento y más determinado, pero el sueño le dejaba siempre con la boca hecha agua y las manos vacías, una metafórica y constante búsqueda de algo maravillosamente inalcanzable en las profundidades de su mente dormida.

***

A medida que las horas pasaban, el gyojin continuaba sumido en un estado de descanso casi meditativo. Aunque su mente vagaba por recuerdos y sensaciones, la presencia constante y calmada de Asradi ofrecía un ancla a la realidad, asegurando que su recuperación no fuera interrumpida por pesadillas o dolor. El tratamiento de la sirena no solo servía para combatir el veneno, sino que también fortalecía su sistema inmune, permitiendo que su cuerpo combatiera más efectivamente la infección y la enfermedad.

Despierto ocasionalmente por breves momentos, Octojin se encontraba con la reconfortante presencia de Asradi, que siempre estaba cerca, ya fuera ajustando la posición de las algas sobre su pecho o añadiendo más leña a la hoguera fuera de la gruta para mantener alejados a los depredadores nocturnos. Estos momentos de lucidez le permitían sentir una profunda gratitud hacia la sirena, cuya dedicación le aseguraba que no estaba solo en su lucha por recuperarse.

El aire frío de la noche rozaba suavemente la entrada de la gruta, y el crepitar del fuego se mezclaba con los sonidos nocturnos de la isla, creando una atmósfera casi espectral pero serena alrededor de su refugio temporal. A pesar de estar en tierra firme y bajo circunstancias menos que ideales, Octojin sentía una conexión profunda con el entorno natural que le rodeaba, una reminiscencia de sus días navegando por los vastos y misteriosos mares.

A medida que pasaban el tiempo y la mezcla de hierbas y algas hacía su efecto, Octojin comenzaba a sentir cómo su fuerza le retornaba poco a poco. Cada respiración parecía menos trabajosa que la anterior, y aunque su cuerpo todavía pesaba por el cansancio y la recuperación, el gyojin sabía que estaba en el camino correcto hacia la sanación completa, todo gracias a la sabiduría y el cuidado de Asradi. Con cada bocanada de aire fresco que entraba a la gruta y cada nota del suave canto de la sirena, se sentía más revitalizado. Es entonces cuando se incorporó levemente, de manera pausada, más por intentar evitar el sermón de la sirena que por sus dolencias.

—Creo que deberíamos cocinar algo, ¿no? Por alguna razón me he levantado con mucha hambre…

Lo cierto es que el escualo no era consciente de cuánto tiempo había estado descansando. Pero a juzgar por el cielo, había sido más que suficiente. Ya iba siendo hora de comer algo e intentar salir de la isla. O ayudar a su nueva amiga si es que tenía aún algo que hacer allí.
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RE: [C-Pasado] Bestias en el mar, bestias en la selva - por Octojin - 03-09-2024, 09:14 AM

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