Byron
Que me lo otorguen
03-09-2024, 02:28 PM
(Última modificación: 03-09-2024, 03:36 PM por Byron.)
Durante la merendola, Byron había consumido ya dos jarras de agua fría. Aun así, pidió una tercera, ante el gesto descontento del camarero que servía su mesa, pues, le estaba haciendo hacer más viajes de lo que le gustaría, y posiblemente no fuese el último. Vertió esta agua por su garganta para saciar aquel molesto sentimiento, mientras esperaba pacientemente la respuesta de su acompañante, que por un momento parecía dudar si abrirse ante él. No la culpaba, la pregunta que hizo el muchacho era lo suficientemente personal como para no ir gritándola a los cuatro vientos.
Esperando su respuesta se fijó totalmente en ella, sus pequeños gestos, su forma de mover y esconder sus ojos, sus largas pestañas, incluso podía notar la pequeña costumbre, extraña pero ¿sexy? De morderse la lengua, quizás era fruto del nerviosismo, o igual simplemente algo que hacía sin intencionalidad, como cuando hablando alguien usaba muletillas. Alzó la mirada para encontrarse con los atentos ojos violetas de aquel chico que la miraban atentamente, y Byron vio como sus apetecibles labios comenzaban a moverse, expulsando su ansiada repuesta por ellos.
La contestación hizo que el zagal se extrañase, ¿había pedido poco? Ni un solo intento de regateo, quizás por eso había tardado en responder, igual estaba esa duda que había percibido en su rostro no era más que la incredulidad ante el precio tan ridículo que estaba pidiendo. Bueno, lo hecho, hecho estaba, y conociendo las ganas de aparentar del muchacho, le sería imposible retirar la oferta después de que ella hubiese aceptado, eso le haría quedar claramente mal, y no podía permitirlo.
Seguidamente, ahí estaba la respuesta que verdaderamente quería escuchar, si historia, como perdió la pierna la magnética belleza que tenía enfrente. Hizo un gesto de pausa, para que no comenzase aun, quería disfrutar el relato después de la no muy buena, pero cumplidora comida. Rebuscó por sus bolsillos hasta finalmente encontrar su pequeña y gastada pipa, con una bolsita pequeña atada con un lazo en su cánula, donde guardaba el barato tabaco se acostumbraba a fumar en ocasiones especiales. Colocando en el interior de su cazoleta el producto necesario para su utilización con un palillo, sacó uno de los fósforos, y encendió con este aquel apresurado vicio.
Se tomó unos segundos de relajación al dar aquella primera calada, soltando el pálido humo lentamente por su boca, como si fuese un ritual que siempre realizaba en la primera aspiración. Dándose cuenta de lo claramente mal educado que estaba siendo, hizo un gesto con la mano, animándola a proseguir, con un gesto incómodo en el rostro, que buscaba la compresión de la chica, parecía tener escrito en la frente “no me lo tengas en cuenta, por favor”.
-Disculpa, disculpa, quería disfrutar tu historia de la mejor forma.- Terminó disculpándose finalmente.
Lo que entró por sus oídos fue el ejemplo claro de una buscavidas, no era malo, de hecho, siempre venía bien conocer las calles y que tipo de peligros te podías encontrar, era como un tipo más de inteligencia, la pillería era algo que atesorar. Tampoco entró mucho en detalles, quizás es que no había más que contar, a veces la vida era cruda y directa, sin matices que diesen contexto. El destino simplemente decidió que ella perdería la pierna, cualquier cosa que hubiese hecho posiblemente hubiese sido en vano, la llegada de esos piratas sería la mala suerte haciendo acto de presencia.
El joven Solarian no pudo evitar poner cara de angustia al escuchar la parte en la que narraba su corte de extremidad, acompañado de un visual movimiento con sus manos, por un momento hasta creyó estar escuchando los gritos de dolor y el serrar violento de la pierna. Byron podía imaginárselo, se sentía identificado, él también había perdido partes de su cuerpo, y podía entender lo doloroso que podía ser. Como gesto comprensivo, aunque no fuese necesario por el ambiente, pues seguía siendo claramente animado y juvenil, Byron le pasó la pipa con la cazoleta aun ardiendo.
-DALE UN PAR DE CALOS PARA PURIFICAR EL ALMA. ¡Y TÚ!- Señaló al camarero sin que este lo esperase, levantándose de su silla, llamando un poco la atención de los presentes. – ¡Tráenos la carta de postres! – Y volvió a sentarse, acomodándose en su silla casi tirada, como si estuviese en su casa, cómodo, relajado. – La verdad que ha sido una vida difícil por lo que cuentas, aunque viéndote, tengo claro que no te dejas amedrentar y que si volviese a suceder algo así, volverías a intentar salvar tu isla… No hay más que verte, no quiero sonar complaciente, no busco llevarte a la cama por ahora, así que soy completamente sincero jaja.- Rio por la broma que él mismo acababa de hacer, bastante triste por su parte.- Simplemente viendo tu cuerpo trabajado a pesar de esa lesión, unos brazos y glúteos como los tuyos no se consiguen quedándose en casa victimizándose, no sé si será por búsqueda de venganza y siendo sincero, me da igual, sea cual sea el motivo lo encuentro admirable.- La miro de arriba abajo analizándola una vez más.- Nah, desde luego no parece que te afecte, eres fuerte y tienes convicción en tu mirada… Me gustas, me gustas, aunque pensándolo fríamente, con los avances tecnológicos que hay hoy en día, no tardaran en salir al mercado prótesis mecánicas, igual, llego a tardar unos meses en encontrarme contigo y hubieses encendido la pipa con el soplete de tu talón jaja.- Dijo desvariando un poco.
Pusieron los postres en la mesa, unos dulces locales, y alguno que otro más, quizás el camarero se acojonó de más y decidió sacar todo lo que tenía al sentirse intimidado por el muchacho. Realmente el único que conocía el chico con cabellos violetas, era la clásica tarta de queso, que presidía la mesa sin pretenderlo, destacando por encima del resto sin con facilidad y elegancia. La suave y fina capa de mermelada, de frambuesas y arándanos para ser exactos, hacía que reflejase la luz dándola un aspecto brillante y limpio. Lo que era el cuerpo, y plato principal, se derramaba ligeramente por su cremosidad, pero no era lo suficientemente líquida como para perder su forma, solo lo junto y necesario para provocar el salivar de aquellos dos que la observaban con deseo. Como toque final, la fina y crujiente capa de galleta machacada, aderezada con un poco de mantequilla derretida para que esta se apelmazara formando la base.
Antes de darse cuenta, se había dejado seducir por aquel manjar, pudo comprobar que Airgid también había sido cautivada por la apariencia de aquel postre. Pudo percatarse de esa deseosa mirada que la dedicaba, incluso la pequeña manía que la mujer tenía de morderse sutilmente la lengua, parecía descontrolada por las aparentes ganas de darle un mordisco. La ofreció una cucharilla y él se quedó con otra, para dar aquel deseado bocado.
Las cucharas se hundieron con una facilidad natural por la suave textura de la tarta que los complacía con su apariencia. Una pequeña porción en sus instrumentos metálicos, compuesta de las tres capas que componían aquella maravilla para la vista. Haciendo más espectáculo del que realmente merecía, y compenetrados, se miraron antes de llevarlo a la boca, asintiendo, dejándose llevar por la absurdez del momento. Lo metieron en su boca, parecía que un pequeño ángel había decidido a acariciar con mimo el paladar de ambos individuos, de la emoción, a Byron casi le caían lágrimas de los ojos mientras saboreaba concentrado, elevando su rostro a lo más alto, notando ese pedacito de cielo con sabor a dulce queso se deshacía en su boca.
Ante aquel momento de conexión absurda pero íntima, Byron no pudo evitar decirlo, no aguantó las ganas, y soltó lo que llevaba un rato queriendo decir al haberse encontrado con alguien que captaba tanto su atención.
-Mi próximo objetivo es ir a Logue Town… ¿No te rentaría ver el mundo? Sí, es una propuesta, si aceptas esto será para ti totalmente gratis, pero por favor, no lo tomes como un intento de extorsión o algo parecido, eres libre de rechazar.- Y la sonrió, con la pequeña cuchara metida en la boca.
Esperando su respuesta se fijó totalmente en ella, sus pequeños gestos, su forma de mover y esconder sus ojos, sus largas pestañas, incluso podía notar la pequeña costumbre, extraña pero ¿sexy? De morderse la lengua, quizás era fruto del nerviosismo, o igual simplemente algo que hacía sin intencionalidad, como cuando hablando alguien usaba muletillas. Alzó la mirada para encontrarse con los atentos ojos violetas de aquel chico que la miraban atentamente, y Byron vio como sus apetecibles labios comenzaban a moverse, expulsando su ansiada repuesta por ellos.
La contestación hizo que el zagal se extrañase, ¿había pedido poco? Ni un solo intento de regateo, quizás por eso había tardado en responder, igual estaba esa duda que había percibido en su rostro no era más que la incredulidad ante el precio tan ridículo que estaba pidiendo. Bueno, lo hecho, hecho estaba, y conociendo las ganas de aparentar del muchacho, le sería imposible retirar la oferta después de que ella hubiese aceptado, eso le haría quedar claramente mal, y no podía permitirlo.
Seguidamente, ahí estaba la respuesta que verdaderamente quería escuchar, si historia, como perdió la pierna la magnética belleza que tenía enfrente. Hizo un gesto de pausa, para que no comenzase aun, quería disfrutar el relato después de la no muy buena, pero cumplidora comida. Rebuscó por sus bolsillos hasta finalmente encontrar su pequeña y gastada pipa, con una bolsita pequeña atada con un lazo en su cánula, donde guardaba el barato tabaco se acostumbraba a fumar en ocasiones especiales. Colocando en el interior de su cazoleta el producto necesario para su utilización con un palillo, sacó uno de los fósforos, y encendió con este aquel apresurado vicio.
Se tomó unos segundos de relajación al dar aquella primera calada, soltando el pálido humo lentamente por su boca, como si fuese un ritual que siempre realizaba en la primera aspiración. Dándose cuenta de lo claramente mal educado que estaba siendo, hizo un gesto con la mano, animándola a proseguir, con un gesto incómodo en el rostro, que buscaba la compresión de la chica, parecía tener escrito en la frente “no me lo tengas en cuenta, por favor”.
-Disculpa, disculpa, quería disfrutar tu historia de la mejor forma.- Terminó disculpándose finalmente.
Lo que entró por sus oídos fue el ejemplo claro de una buscavidas, no era malo, de hecho, siempre venía bien conocer las calles y que tipo de peligros te podías encontrar, era como un tipo más de inteligencia, la pillería era algo que atesorar. Tampoco entró mucho en detalles, quizás es que no había más que contar, a veces la vida era cruda y directa, sin matices que diesen contexto. El destino simplemente decidió que ella perdería la pierna, cualquier cosa que hubiese hecho posiblemente hubiese sido en vano, la llegada de esos piratas sería la mala suerte haciendo acto de presencia.
El joven Solarian no pudo evitar poner cara de angustia al escuchar la parte en la que narraba su corte de extremidad, acompañado de un visual movimiento con sus manos, por un momento hasta creyó estar escuchando los gritos de dolor y el serrar violento de la pierna. Byron podía imaginárselo, se sentía identificado, él también había perdido partes de su cuerpo, y podía entender lo doloroso que podía ser. Como gesto comprensivo, aunque no fuese necesario por el ambiente, pues seguía siendo claramente animado y juvenil, Byron le pasó la pipa con la cazoleta aun ardiendo.
-DALE UN PAR DE CALOS PARA PURIFICAR EL ALMA. ¡Y TÚ!- Señaló al camarero sin que este lo esperase, levantándose de su silla, llamando un poco la atención de los presentes. – ¡Tráenos la carta de postres! – Y volvió a sentarse, acomodándose en su silla casi tirada, como si estuviese en su casa, cómodo, relajado. – La verdad que ha sido una vida difícil por lo que cuentas, aunque viéndote, tengo claro que no te dejas amedrentar y que si volviese a suceder algo así, volverías a intentar salvar tu isla… No hay más que verte, no quiero sonar complaciente, no busco llevarte a la cama por ahora, así que soy completamente sincero jaja.- Rio por la broma que él mismo acababa de hacer, bastante triste por su parte.- Simplemente viendo tu cuerpo trabajado a pesar de esa lesión, unos brazos y glúteos como los tuyos no se consiguen quedándose en casa victimizándose, no sé si será por búsqueda de venganza y siendo sincero, me da igual, sea cual sea el motivo lo encuentro admirable.- La miro de arriba abajo analizándola una vez más.- Nah, desde luego no parece que te afecte, eres fuerte y tienes convicción en tu mirada… Me gustas, me gustas, aunque pensándolo fríamente, con los avances tecnológicos que hay hoy en día, no tardaran en salir al mercado prótesis mecánicas, igual, llego a tardar unos meses en encontrarme contigo y hubieses encendido la pipa con el soplete de tu talón jaja.- Dijo desvariando un poco.
Pusieron los postres en la mesa, unos dulces locales, y alguno que otro más, quizás el camarero se acojonó de más y decidió sacar todo lo que tenía al sentirse intimidado por el muchacho. Realmente el único que conocía el chico con cabellos violetas, era la clásica tarta de queso, que presidía la mesa sin pretenderlo, destacando por encima del resto sin con facilidad y elegancia. La suave y fina capa de mermelada, de frambuesas y arándanos para ser exactos, hacía que reflejase la luz dándola un aspecto brillante y limpio. Lo que era el cuerpo, y plato principal, se derramaba ligeramente por su cremosidad, pero no era lo suficientemente líquida como para perder su forma, solo lo junto y necesario para provocar el salivar de aquellos dos que la observaban con deseo. Como toque final, la fina y crujiente capa de galleta machacada, aderezada con un poco de mantequilla derretida para que esta se apelmazara formando la base.
Antes de darse cuenta, se había dejado seducir por aquel manjar, pudo comprobar que Airgid también había sido cautivada por la apariencia de aquel postre. Pudo percatarse de esa deseosa mirada que la dedicaba, incluso la pequeña manía que la mujer tenía de morderse sutilmente la lengua, parecía descontrolada por las aparentes ganas de darle un mordisco. La ofreció una cucharilla y él se quedó con otra, para dar aquel deseado bocado.
Las cucharas se hundieron con una facilidad natural por la suave textura de la tarta que los complacía con su apariencia. Una pequeña porción en sus instrumentos metálicos, compuesta de las tres capas que componían aquella maravilla para la vista. Haciendo más espectáculo del que realmente merecía, y compenetrados, se miraron antes de llevarlo a la boca, asintiendo, dejándose llevar por la absurdez del momento. Lo metieron en su boca, parecía que un pequeño ángel había decidido a acariciar con mimo el paladar de ambos individuos, de la emoción, a Byron casi le caían lágrimas de los ojos mientras saboreaba concentrado, elevando su rostro a lo más alto, notando ese pedacito de cielo con sabor a dulce queso se deshacía en su boca.
Ante aquel momento de conexión absurda pero íntima, Byron no pudo evitar decirlo, no aguantó las ganas, y soltó lo que llevaba un rato queriendo decir al haberse encontrado con alguien que captaba tanto su atención.
-Mi próximo objetivo es ir a Logue Town… ¿No te rentaría ver el mundo? Sí, es una propuesta, si aceptas esto será para ti totalmente gratis, pero por favor, no lo tomes como un intento de extorsión o algo parecido, eres libre de rechazar.- Y la sonrió, con la pequeña cuchara metida en la boca.