¿Sabías que…?
... Garp declaró que se había comido 842 donas sin dormir ni descansar porque estaba tratando de batir un récord mundial. ¿Podrás superarlo?
[Común] [C - Pasado] El Médico que no está a la orden.
Byron
Hizashi
El hombre con aquellos singulares ojos le respondió, secamente, serio, seguro de sus capacidades, no parecía importarle la ayuda que el joven muchacho pudiese ofrecerle. Es más, lo primero que hizo fue mencionarle que se había olvidado de pagar la cuenta, sin que le importasen los nobles actos que el chico mostró, aunque cualquiera se hubiese disgustado ante eso, su amargura le sedujo, quizás fuese su mirada, o su porte imponente a pesar de medir unos centímetros menos que él, definitivamente aquel hombre le llamaba con su manera de actuar. Le mostró una avergonzada sonrisa acompañada de una rápida reverencia, dándole con este gesto la razón.

Lo dejó unos momentos a su espalda, dirigiéndose a la barra del bar cargando la caña a su hombre, mientras por su lateral veía como los trabajadores seguían las indicaciones que el anterior mentado había hecho, levantándolo con cuidado llevándolo por una puerta que seguramente dirigiese a las habitaciones de aquel establecimiento. Sin tiempo que perder se paró frente a la barra de madera, y llevó su mano a uno de los bolsillos de su pantalón, sacando la bolsa de cuero que con amarillentos hilos la daban forma, y sacó de él unas monedas para pagar el menú que con el que había llenado su estómago, y algunas más por las minúsculas molestias que hubiese podido ocasionar su actuación. Hubiese sido normal que el gerente se tomase sus formas como una escusa para librarse de pagar la cuenta, así que dejando las pequeñas monedas doradas sobre la carcomida madera del mostrador, hizo un par de reverencias a modo de disculpas.

- No era mi intención marcharme sin pagar lo que debo, simplemente me dejé llevar y lo olvidé por completo, toma ese extra como señal de disculpa.- Dijo dándole la espalda para dirigirse nuevamente para dirigirse con apremio y soltura hacia aquel tipo que esperaba en la puerta del local.

Recordó cuando estuvo a su altura las palabras que le dedicó, antes, cuando se giró a saldar su deuda, y escuchó atentamente las nuevas que le dedicaba, metiéndole prisa al joven que se dirigía hacia él sin pausa desperezando su cuerpo con un par de estiramientos de brazos. No pudo evitar soltar una pequeña risa, acompañada de una mueca de curiosidad, por la forma en la que lo hablaba claramente no se imaginaba las cualidades de joven espadachín. No podía juzgarlo malamente, después de todo, lo más parecido que tenía a un arma era aquella caña prestada, y por sus pintas de trabajador del mar, poco podía imaginar que, el Solarian era un hábil y diestro espadachín.

- No necesito más que esto para hacer ver su lugar a unos simples matones que abusan de un débil ciudadano de a pie.- Dijo refiriéndose a aquella herramienta de pesca, con un aire animado, pero calmado rostro.- Además, asegurate, más que preocuparte por que te estorbe, deberías estar nervioso, estoy seguro de que no te gustaría que te opaque alguien con una simple caña de pescar.- Su seguridad era palpable en sus palabras.- Tengo interés en ti, mi bella mirada está deseando que la impresiones.- Abrió la puerta innegablemente maltrata por el salitre del mar, y manteniéndola abierta le hizo un gesto para que él pasase primero, perteneciendo a aquella isla, sería mejor que dirigiese él el camino.

Ambos salieron con paso firme, pero con el paso más acelerado, siendo conscientes en todo momento el motivo por el que habían interrumpido su tranquila tarde. El sonido agitado de las olas del mar, combinaban perfectamente con la situación, el mar turbulento parecía indicarles el tenso momento que iban a experimentar en cuanto pusiesen un pie en la costa que sucedió aquella innecesaria paliza. Con ganas de acción, Byron miró con decisión al hombre con conocimientos médicos, y tras una burlona sonrisa le dijo.

- Creo que voy a adelantarme caballero, el cuerpo me está pidiendo a gritos unos buenos golpes, viendo el camino que hemos tomado, sé en qué parten de la costa se encuentran, ya no necesito de tu guía para solucionar el problema... ¡Nos vemos cuando llegues!- Y raudamente metió una poderosa zancada que lo hizo dejar atrás a su recién conocido. Por sus palabras buscaba picarlo, como si se tratase de una competición, para que se dejase llevar y poder ver con sus ojos de que era capaz.

No tardó en llegar, un pequeño cabo que formaba una playa alejada, rodeada por unos acantilados que se unían a la arena dejando grandes rocas puntiagudas en la superficie de esta. Unos cuantos hombres, que por sus movimientos inconexos, parecían estar borrachos, con armas de filo en sus cinturas, y con unas malas pintas que gritaban peligro por sus poros. No pudo evitar sentirse decepcionado, por lo menos los que ahí se encontraban eran criminales de poca monta, poco más que pandilleros de los suburbios de la ciudad, con eso no tenía ni para empezar.

Se acercó a ellos, blandiendo la caña como si fuese una espada a punto de asestar una estocada. Con un semblante burlón en su rostro, claramente aquel encuentro acabaría rápido si se lo tomaba en serio, así que decidió jugar un poco con ellos, mostrándose más ridículo que intimidante para que confiasen en sus habilidades, y finalmente humillarlos con todo el significado de la palabra. Le vieron llegar, incorporándose y poniéndose a la defensiva, aun esperando las palabras de aquel curioso muchacho que los apuntaba con una caña de pescar.

- ¿Habéis sido vosotros los que habéis hecho eso a aquel hombre?- Preguntó mostrándose algo más serio.

- ¿Y qué si fuimos nosotros?- Contestaron con desdén.

- Pues siento deciros, que la ira del sol os castigará.- Y se lanzó sin miramiento hacia el que tenía más cerca.

Él desenvainó su arma para protegerse del inminente golpe, pero Byron, gracias a sus excelentes reflejos solo realizó una finta para hacerlo cubrir el lugar equivocado donde iría el golpe. Tras el amago, el hombre protegió su costado derecho, dejando expuesto su rostro por la izquierda, con un veloz y habilidoso movimiento golpeó por el lado desprotegido, dejando marcada la caña en el lado derecho de su frente por el fuerte impacto. Esto provocó que el hombre trastabillase y bajase su guarda, listo para el siguiente movimiento, blandió la caña como si fuese una larga espada con las cualidades de un látigo, y le propinó rápidos golpes dejando su rostro totalmente marcado y magullado. Aquel tipo cayó inconsciente tras aquella sucesión de impactos.

- ¡Vamos, vamos! Que solo estoy calentando, dadme algo de diversión jaja.- Dijo riendo, observando a los cuatro tipos restantes que observaban con los ojos salidos de sus cuencas, y con armas en mano, el desastroso berenjenal en el que se habían metido.
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RE: [C - Pasado] El Médico que no está a la orden. - por Byron - 03-09-2024, 06:15 PM

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