Drake Longspan
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03-09-2024, 10:39 PM
(Última modificación: 04-09-2024, 03:52 PM por Drake Longspan.)
Drake Longspan se quedó quieto por un momento, sus largos brazos colgando a los costados, con la brisa nocturna acariciando su piel ligeramente tonada debido a su trabajo bajo el sol del East Blue. Los ojos del hombre ángel, dorados y penetrantes, lo miraban de manera desafiante pero sin malas intenciones. La situación se había vuelto tensa, más real, como si cada palabra que había dicho antes fuera solo un calentamiento para este momento crucial. Los pensamientos del boxeador callejero se agolparon en su mente, un torbellino de imágenes, recuerdos y decisiones que había tomado en el pasado, sus golpes, sus derrotas, sus padres...
Pero una cosa estaba clara: este encuentro no era casual, y la oferta que le acababan de hacer era demasiado tentadora para ignorarla. Dinero es dinero.
Con una sonrisa que parecía dividir su rostro en dos, el humano de brazos largos finalmente rompió el silencio, con sus ojos rubíes brillando con una chispa de malicia y diversión.
— Las cosas se están poniendo interesantes, ¿no crees? Un ángel que sabe cómo lanzar una buena flecha verbal. Debo admitir que tienes valor, y eso es algo que respeto, pero el valor no te sirve de nada sin hechos. Los crepes ... suena tentador, pero lo que realmente me llama la atención es tu oferta de escapar de este agujero. No soy de los que rechazan algo nuevo, con dinero de por medio claro, pero entiende mi desconfianza, especialmente si hay algún peligro involucrado.
Drake Longspan observó cómo el ángel había mantenido su compostura, incluso cuando sus palabras habían tocado fibras sensibles. Había algo en ese control que lo intrigaba, como si el hombre emplumado hubiera pasado por cosas que le habían enseñado a mantener su calma a pesar de cualquier provocación. Claro, las alas eran impresionantes, y su actitud lo hacía aún más interesante, pero lo que realmente le llamaba la atención a Drake Longspan era la forma en que el ángel había respondido a cada uno de sus comentarios, con una mezcla de sarcasmo, inteligencia y, lo más importante, una voluntad de jugar el juego.
— Leyenda... Curioso. — repitió Drake Longspan con una mueca pensativa, estirando un poco más su sonrisa.
— Ya me imagino los cuentos que cuentan sobre ti en los bares de mala muerte y en los pasillos oscuros de las ciudades. Y tienes razón, los juicios son solo constructos sociales y políticos, pero son constructos que pueden romper huesos si no tienes cuidado. Pero algo me dice que tú ya lo sabes.
Drake dio un paso hacia adelante, cerrando parte de la distancia entre ellos, lo suficiente como para que su sombra cubriera casi por completo al ángel. Había algo en su forma de moverse, algo instintivo, casi depredador, que sugería que estaba acostumbrado a este tipo de confrontaciones, aunque la suya solía ser más física que verbal. Estaba a punto de aceptar la oferta cuando el Den Den Mushi comenzó a sonar, llenando el aire con su molesto timbre.
El ángel lo descolgó, su expresión pasando de una irritación visible a una determinación renovada. Los ojos de Drake Longspan observaron cómo se desarrollaba la llamada, su mente trabajando rápido. Sabía que la situación estaba cambiando y que tenía que tomar una decisión ya. Cuando el ángel colgó, de algún modo, aquel muchacho ya sabía cuál sería su respuesta.
— Vale, veo que no tenemos mucho tiempo para andar con rodeos. — dijo Drake Longspan, levantando una mano y haciendo un ademán despreocupado.
— Acepto tu oferta. Pero debo advertirte, no soy del tipo que sigue órdenes sin cuestionarlas. Tengo mis propias prioridades y si en algún momento veo que el viento no sopla a mi favor, no dudes que me largaré sin mirar atrás. Dicho esto, tienes mi palabra de que te ayudaré a recuperar tus cosas y a salir de este lugar antes de que la marina o la mafia se pongan demasiado cómodos.
Había un aire de seriedad en la voz de Drake que contrastaba con su actitud habitual. Sabía que estaba entrando en algo que podría no tener vuelta atrás, pero eso solo lo hacía más emocionante. Sus años de vagabundeo, de trabajar en los muelles y de vivir al filo del peligro, lo habían preparado para situaciones como esta. Era un hombre de acción, alguien que no dudaba cuando la oportunidad llamaba a su puerta.
— En cuanto a los crepes. — continuó, con su sonrisa volviendo a la carga. — Me parece un buen trato. Pero te lo advierto, tengo un apetito voraz, así que más te vale no escatimar con los ingredientes. Me encanta la vainilla.
Con un gesto despreocupado, el boxeador extendió su mano hacia el ángel, buscando sellar el trato. La mano de Drake era fuerte, áspera por el trabajo duro, pero también firme y confiada.
— Ahora — dijo Drake Longspan, soltando la mano del ángel y dando un paso atrás. — ¿Dónde están esas cosas que necesitas recuperar? Cuanto antes lo hagamos, antes podremos largarnos de aquí.
El carpintero se cruzó de brazos, sonriendo de manera pícara esperando su acción.
Pero una cosa estaba clara: este encuentro no era casual, y la oferta que le acababan de hacer era demasiado tentadora para ignorarla. Dinero es dinero.
Con una sonrisa que parecía dividir su rostro en dos, el humano de brazos largos finalmente rompió el silencio, con sus ojos rubíes brillando con una chispa de malicia y diversión.
— Las cosas se están poniendo interesantes, ¿no crees? Un ángel que sabe cómo lanzar una buena flecha verbal. Debo admitir que tienes valor, y eso es algo que respeto, pero el valor no te sirve de nada sin hechos. Los crepes ... suena tentador, pero lo que realmente me llama la atención es tu oferta de escapar de este agujero. No soy de los que rechazan algo nuevo, con dinero de por medio claro, pero entiende mi desconfianza, especialmente si hay algún peligro involucrado.
Drake Longspan observó cómo el ángel había mantenido su compostura, incluso cuando sus palabras habían tocado fibras sensibles. Había algo en ese control que lo intrigaba, como si el hombre emplumado hubiera pasado por cosas que le habían enseñado a mantener su calma a pesar de cualquier provocación. Claro, las alas eran impresionantes, y su actitud lo hacía aún más interesante, pero lo que realmente le llamaba la atención a Drake Longspan era la forma en que el ángel había respondido a cada uno de sus comentarios, con una mezcla de sarcasmo, inteligencia y, lo más importante, una voluntad de jugar el juego.
— Leyenda... Curioso. — repitió Drake Longspan con una mueca pensativa, estirando un poco más su sonrisa.
— Ya me imagino los cuentos que cuentan sobre ti en los bares de mala muerte y en los pasillos oscuros de las ciudades. Y tienes razón, los juicios son solo constructos sociales y políticos, pero son constructos que pueden romper huesos si no tienes cuidado. Pero algo me dice que tú ya lo sabes.
Drake dio un paso hacia adelante, cerrando parte de la distancia entre ellos, lo suficiente como para que su sombra cubriera casi por completo al ángel. Había algo en su forma de moverse, algo instintivo, casi depredador, que sugería que estaba acostumbrado a este tipo de confrontaciones, aunque la suya solía ser más física que verbal. Estaba a punto de aceptar la oferta cuando el Den Den Mushi comenzó a sonar, llenando el aire con su molesto timbre.
El ángel lo descolgó, su expresión pasando de una irritación visible a una determinación renovada. Los ojos de Drake Longspan observaron cómo se desarrollaba la llamada, su mente trabajando rápido. Sabía que la situación estaba cambiando y que tenía que tomar una decisión ya. Cuando el ángel colgó, de algún modo, aquel muchacho ya sabía cuál sería su respuesta.
— Vale, veo que no tenemos mucho tiempo para andar con rodeos. — dijo Drake Longspan, levantando una mano y haciendo un ademán despreocupado.
— Acepto tu oferta. Pero debo advertirte, no soy del tipo que sigue órdenes sin cuestionarlas. Tengo mis propias prioridades y si en algún momento veo que el viento no sopla a mi favor, no dudes que me largaré sin mirar atrás. Dicho esto, tienes mi palabra de que te ayudaré a recuperar tus cosas y a salir de este lugar antes de que la marina o la mafia se pongan demasiado cómodos.
Había un aire de seriedad en la voz de Drake que contrastaba con su actitud habitual. Sabía que estaba entrando en algo que podría no tener vuelta atrás, pero eso solo lo hacía más emocionante. Sus años de vagabundeo, de trabajar en los muelles y de vivir al filo del peligro, lo habían preparado para situaciones como esta. Era un hombre de acción, alguien que no dudaba cuando la oportunidad llamaba a su puerta.
— En cuanto a los crepes. — continuó, con su sonrisa volviendo a la carga. — Me parece un buen trato. Pero te lo advierto, tengo un apetito voraz, así que más te vale no escatimar con los ingredientes. Me encanta la vainilla.
Con un gesto despreocupado, el boxeador extendió su mano hacia el ángel, buscando sellar el trato. La mano de Drake era fuerte, áspera por el trabajo duro, pero también firme y confiada.
— Ahora — dijo Drake Longspan, soltando la mano del ángel y dando un paso atrás. — ¿Dónde están esas cosas que necesitas recuperar? Cuanto antes lo hagamos, antes podremos largarnos de aquí.
El carpintero se cruzó de brazos, sonriendo de manera pícara esperando su acción.