Galhard
Gal
04-09-2024, 01:20 AM
Galhard observó la escena con interés, notando cómo la joven regresaba con cierta ansiedad en su mirada. El bullicio del bazar de Rostock continuaba alrededor de ellos, creando una sinfonía de voces, regateos y risas que llenaban el aire. Mientras esperaba pacientemente a que terminara su transacción con el gyojin, la joven parecía estar debatiéndose entre la impaciencia y la esperanza.
Cuando el gyojin se retiró, Galhard se volvió hacia ella con una sonrisa tranquila, notando el nerviosismo en su voz mientras hacía su petición. Escuchó atentamente mientras ella explicaba lo que buscaba, y sus ojos se iluminaron momentáneamente al ver la cantidad de dinero que ella colocaba sobre el mostrador. No era común ver a alguien tan decidido a gastar una suma tan significativa sin siquiera intentar regatear.
Galhard tomó un momento para considerar la situación. Como comerciante experimentado, sabía el valor de los diales y la importancia de mantener contentos a sus clientes. Además, el Dial de Sonido era un objeto que no siempre estaba disponible, pero por fortuna, tenía uno en su inventario. La joven estaba dispuesta a pagar un precio justo, lo cual era una propuesta atractiva.
—Me alegra encontrar a alguien que sepa apreciar el verdadero valor de un Dial de Sonido~—dijo con una sonrisa mientras se inclinaba ligeramente hacia el mostrador—. Tienes suerte, joven. Justo me queda uno en mi inventario.—
Galhard se movió con calma y sacó el Dial de Sonido de un compartimento seguro bajo el mostrador. Era un objeto pequeño y aparentemente inofensivo, pero quienes conocían su poder sabían lo valioso que podía ser en las manos adecuadas. Con cuidado, lo colocó sobre la mesa frente a ella, asegurándose de que pudiera verlo bien.
—Aquí lo tienes. Un Dial de Sonido nuevecito nuevecito y en perfecto estado—dijo, observando cómo la mirada de la joven se fijaba en el objeto con interés—Como dijiste, dos millones de berries es un precio justo por algo tan valioso y útil. Así que, está hecho. Es todo tuyo.—
Galhard aceptó los berries con profesionalismo, asegurándose de contar la suma con precisión antes de guardarlos en un pequeño cofre a su lado. Luego, le entregó el Dial de Sonido con una sonrisa más cálida.
—Cuídalo bien. Puede ser un objeto pequeño, pero su utilidad es inmensa. Espero que te sea de gran ayuda en tus viajes—concluyó, despidiéndose con una ligera inclinación de cabeza.
Mientras la joven se retiraba, Galhard observó cómo se alejaba, sintiéndose satisfecho por haber realizado otra transacción exitosa en el bullicioso bazar de Rostock.
Cuando el gyojin se retiró, Galhard se volvió hacia ella con una sonrisa tranquila, notando el nerviosismo en su voz mientras hacía su petición. Escuchó atentamente mientras ella explicaba lo que buscaba, y sus ojos se iluminaron momentáneamente al ver la cantidad de dinero que ella colocaba sobre el mostrador. No era común ver a alguien tan decidido a gastar una suma tan significativa sin siquiera intentar regatear.
Galhard tomó un momento para considerar la situación. Como comerciante experimentado, sabía el valor de los diales y la importancia de mantener contentos a sus clientes. Además, el Dial de Sonido era un objeto que no siempre estaba disponible, pero por fortuna, tenía uno en su inventario. La joven estaba dispuesta a pagar un precio justo, lo cual era una propuesta atractiva.
—Me alegra encontrar a alguien que sepa apreciar el verdadero valor de un Dial de Sonido~—dijo con una sonrisa mientras se inclinaba ligeramente hacia el mostrador—. Tienes suerte, joven. Justo me queda uno en mi inventario.—
Galhard se movió con calma y sacó el Dial de Sonido de un compartimento seguro bajo el mostrador. Era un objeto pequeño y aparentemente inofensivo, pero quienes conocían su poder sabían lo valioso que podía ser en las manos adecuadas. Con cuidado, lo colocó sobre la mesa frente a ella, asegurándose de que pudiera verlo bien.
—Aquí lo tienes. Un Dial de Sonido nuevecito nuevecito y en perfecto estado—dijo, observando cómo la mirada de la joven se fijaba en el objeto con interés—Como dijiste, dos millones de berries es un precio justo por algo tan valioso y útil. Así que, está hecho. Es todo tuyo.—
Galhard aceptó los berries con profesionalismo, asegurándose de contar la suma con precisión antes de guardarlos en un pequeño cofre a su lado. Luego, le entregó el Dial de Sonido con una sonrisa más cálida.
—Cuídalo bien. Puede ser un objeto pequeño, pero su utilidad es inmensa. Espero que te sea de gran ayuda en tus viajes—concluyó, despidiéndose con una ligera inclinación de cabeza.
Mientras la joven se retiraba, Galhard observó cómo se alejaba, sintiéndose satisfecho por haber realizado otra transacción exitosa en el bullicioso bazar de Rostock.