Tenka
Anticuario
04-09-2024, 01:47 AM
Aquella zona estaba prácticamente desierta. El puerto terminaba en el último de aquellos hangares y ya solo dejaba ver el resto de islas del archipiélago extendiéndose hacia el horizonte.
Había marcas de rodajes en el suelo, recientes, por lo que imaginé que en algunos de estos edificios se almacenaba mercancía. Sin embargo, debía tratarse de productos de poca demanda, de lo contrario aquella zona estaría más transitada.
Me escurrí en la parte trasera de los hangares, serpenteando entre grandes pilas de telas de velas viejas, enrolladas en grandes cilindros y maltratadas por el clima salino.
Dos naves más allá podía ver el número siete gigante pintado en azul marino. Era el hangar que estaba buscando. Trepé por la parte trasera del edificio más cercano y llegué al techo. Parecía sólido y muy firme. Saltando de un tejado a otro llegué a mi objetivo.
En el momento en el que pisé sobre la teja gruesa de aquel hangar escuché una voz apagada por los muros del edificio. Parecía una voz alarmada. De inmediato me agache y me oculté tras un depósito ubicado en aquel tejado. “Joder, ¿me habrán oído?”, pensé.
Al menos, aquel era un buen lugar para esperar. El depósito me protegía del sol y había localizado un pequeño grifo del que salía agua. Debía tratarse de agua potable almacenada para los trabajadores.
Bebí por largo rato y me quedé tendido bajo aquella sombra. Hasta que no escuchara movimiento no pensaba salir de allí.
Había marcas de rodajes en el suelo, recientes, por lo que imaginé que en algunos de estos edificios se almacenaba mercancía. Sin embargo, debía tratarse de productos de poca demanda, de lo contrario aquella zona estaría más transitada.
Me escurrí en la parte trasera de los hangares, serpenteando entre grandes pilas de telas de velas viejas, enrolladas en grandes cilindros y maltratadas por el clima salino.
Dos naves más allá podía ver el número siete gigante pintado en azul marino. Era el hangar que estaba buscando. Trepé por la parte trasera del edificio más cercano y llegué al techo. Parecía sólido y muy firme. Saltando de un tejado a otro llegué a mi objetivo.
En el momento en el que pisé sobre la teja gruesa de aquel hangar escuché una voz apagada por los muros del edificio. Parecía una voz alarmada. De inmediato me agache y me oculté tras un depósito ubicado en aquel tejado. “Joder, ¿me habrán oído?”, pensé.
Al menos, aquel era un buen lugar para esperar. El depósito me protegía del sol y había localizado un pequeño grifo del que salía agua. Debía tratarse de agua potable almacenada para los trabajadores.
Bebí por largo rato y me quedé tendido bajo aquella sombra. Hasta que no escuchara movimiento no pensaba salir de allí.