Alguien dijo una vez...
Iro
Luego os escribo que ahora no os puedo escribir.
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Como sirena en el mar
Ubben Sangrenegra
Loki
Asradi había llegado a la cabina del timón y se sentó junto al bribón de cabellos blancos, exactamente como lo había hecho unas horas atrás cuando zarparon. La brisa del mar agitaba sus oscuros cabellos, y sus ojos azules reflejaban una calma que contrastaba con la tormenta que se desataba en el interior del peliblanco. Él la observó con atención, notando cada uno de sus movimientos, mientras su mente, siempre calculadora, procesaba la información. Asradi había afirmado venir de otra zona marítima, lo que le resultó intrigante, pues recordaba claramente que durante su encuentro en el bar, mientras compartían unas copas junto a Airgid y Ragn, la sirena había mencionado que provenía del North Blue, igual que el gigante gaseoso y él mismo, el bribón de ojos dorados.

Que los quemen a todos― reafirmó Ubben con voz firme, mientras sus ojos dorados se clavaban en los orbes azules y profundos como el mar en una noche sin luna de Asradi. ―No te disculpes, que ardan… lo merecen.― Las palabras salieron de sus labios con una mezcla de dureza y autocompasión, consciente de la hipocresía que escondían. El moreno sabía muy bien que su deseo de condenar a aquellos que traficaban con personas no era más que un reflejo de sus propios pecados, aquellos que en algún momento lo habían llevado por el camino oscuro de la esclavitud y la trata de blancas. En lo más profundo de su ser, Ubben también sentía que merecía arder en el infierno. ―Si arden, solo estarías haciendo justicia, y eso no te hace igual que ellos. Incluso si quisieras venganza, no me parecería descabellado…― añadió, reafirmando los sentimientos de la sirena, pues realmente compartía su odio hacia aquellos que habían cometido atrocidades similares a las suyas. Su voz adquirió un tono sombrío mientras continuaba ―No se trata de cuánto tiempo se ha estado huyendo… nadie debería vivir escapando…― dijo, dejando que la oscuridad de sus pensamientos se reflejara en sus palabras. ―Entendemos lo que ha pasado el otro, creo que quizá por eso nos llevamos bien desde un principio― confesó con un susurro, cargado de tristeza y un toque de vergüenza.

La mente del peliblanco era un caos en ese momento, una tormenta furiosa que lo arrastraba entre recuerdos y emociones que había mantenido enterradas durante años. Las palabras de Asradi habían abierto puertas que jamás pensó que se abrirían, puertas que revelaban deseos que había reprimido durante más de una década. El simple anhelo de amistad, el deseo de un contacto físico más allá del mero desahogo sexual, como una caricia amistosa… eran cosas que había olvidado, enterradas bajo capas de cinismo y desconfianza. Por eso, cuando la sirena se acercó a él tras su pregunta sobre si aún podían viajar juntos, Ubben sintió una taquicardia que casi lo llevó a una crisis de ansiedad y a un colapso nervioso. Estaba completamente contrariado, atrapado entre quien fue y quien se había convertido con el paso de los años, un hombre endurecido por la soledad.

Asradi rompió el silencio con un cuestionamiento que rápidamente aclaró, sus ojos azules fijos en los dorados del bribón, como si intentara penetrar la fachada de mentiras que él había construido a su alrededor. Aquellas palabras fueron un golpe directo a la coraza que Ubben había erigido, no solo por lo que dijo, sino por cómo lo dijo, en plural… Fue como si un deseo reprimido, una fantasía oculta, se hubiera hecho realidad... había encontrado a alguien que compartía la misma soledad abrasadora, y juntos podían enfrentarse a ella. Pero luego, con su remate directo, reafirmando el hecho de que el bribón de ojos dorados ya no estaba solo, causó que su fachada comenzara a resquebrajarse, dejando su alma desnuda ante la tormenta de emociones reprimidas, las mismas que el peliblanco reflejaba en sus ojos. Los ojos de la sirena, aunque solo fuera por unos segundos, parecían calmar el caos interno de Ubben.

La sonrisa de Asradi era preciosa, llena de sinceridad, y Ubben deseaba con todo su corazón responderle, devolverle esa calidez, pero estaba demasiado ocupado luchando por contener las lágrimas que intentaban brotar de sus ojos, ese llanto ahogado y reprimido por tanto tiempo que ahora, en ese instante de vulnerabilidad, intentaba escapar como una brutal estampida. Mordió su labio con fuerza, tanto que llegó a sangrar un poco, mientras intentaba contener el llanto que amenazaba con desbordarse. Escuchó a la sirena decir que echarían a los Marines a los tiburones, acompañando sus palabras con una palmadita en el hombro y un guiño de ojo. Sentía que no merecía tanta reafirmación y apoyo, sabía que era una alimaña rastrera y traicionera, y no quería arrastrarla en la espiral de caos y sangre que era su vida.

Al cabo de unos segundos Asradi también notó la herida sangrante en su mano y se ofreció a limpiarla, pero el peliblanco aún estaba un poco fuera de sí por la broma sobre el tipo de mordidas que le gustaban. La sirena, con su ingenio rápido, aprovechó la situación para preguntarle con una sonrisa pícara qué tipo de mordidas prefería. Ubben dudó por un segundo, pero si ella podía encontrar diversión en medio del caos, él también podría intentarlo. Con una calma que contradijo su agitado interior, Ubben llevó su mano sana al hombro de la mujer de cabellos oscuros, mientras con la otra mano, la herida, le indicaba que se acercara. Recuperando por un breve segundo su característica mirada pícara, se inclinó hacia el oído de la sirena y, con una voz lasciva y deseosa, susurró ―Algunas de las mordidas que me gustan son estas― Luego, con suavidad, mordió el lóbulo de la oreja de Asradi, seguido de un mordisco fugaz en su cuello. Retrocedió como si nada, sabiendo que aquello no fue más que una broma en respuesta a la picardía de la sirena.

Aunque también me gustan los mordiscos aquí― añadió el bribón de ojos dorados, mientras con sorprendente agilidad sujetaba los labios de la pelinegra con su mano sana, moviéndolos hacia arriba y abajo suavemente, jugueteando de forma infantil, con una leve sonrisa dibujándose en su rostro. Finalmente, extendió su mano herida hacia Asradi, aceptando su oferta de ayuda. ―Gracias por animarme― dijo, más tranquilo por dentro y por fuera, aunque su mente seguía luchando con las emociones que había mantenido a raya durante tanto tiempo.
#17
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Como sirena en el mar - por Ubben Sangrenegra - 20-08-2024, 05:20 AM
RE: Como sirena en el mar - por Asradi - 20-08-2024, 05:15 PM
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RE: Como sirena en el mar - por Ubben Sangrenegra - 05-09-2024, 09:31 PM
RE: Como sirena en el mar - por Asradi - 05-09-2024, 10:49 PM
RE: Como sirena en el mar - por Ubben Sangrenegra - 09-09-2024, 05:00 AM
RE: Como sirena en el mar - por Asradi - 10-09-2024, 05:38 PM

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