Alguien dijo una vez...
Monkey D. Luffy
Digamos que hay un pedazo de carne. Los piratas tendrían un banquete y se lo comerían, pero los héroes lo compartirían con otras personas. ¡Yo quiero toda la carne!
[C-Presente] Éramos pocos y... apareció un tiburón
Octojin
El terror blanco
Octojin estaba sumamente nervioso. Durante varios minutos se limitó a jugar con sus dedos a dar pequeños toquecitos sobre su pierna, como intentando crear una melodía que carecía de sonido. El gigante gyojin tiburón no había dejado de notar las miradas desde el momento en que había entrado en la base de la Marina. Había pasado su vida siendo diferente, siempre consciente de su descomunal tamaño y su naturaleza exótica, pero aquello era distinto. Ahora estaba en un lugar donde su presencia no solo era observada con curiosidad, sino con una mezcla de respeto y sospecha. Apretaba con fuerza el inmenso uniforme que le habían dado, uno temporal diseñado para un gigante, mientras esperaba a ver a los rostros conocidos de Atlas y Camille. Su nerviosismo crecía con cada segundo.

El primer día de Octojin en la Marina había comenzado con una mezcla de nerviosismo y curiosidad que iba incrementando y cambiando los pesos de las cantidades entre ambos sentimientos. Por la mañana, a primer ahora, había tenido diversas introducciones y un tour apresurado por las instalaciones, aunque el gyojin todavía no tenía un lugar asignado para dormir. Mientras esperaba en un rincón del patio de armas, los murmullos y miradas curiosas de otros marines lo hacían sentir más como una atracción turística que un recluta. Sin embargo, mantenía la compostura, respondiendo con una sonrisa torpe pero sincera a cada saludo que recibía.

La llegada de Ray cambió el tono del día. El joven, de cabello plateado y ojos azules, se acercó con una energía contagiosa y una sonrisa que desarmaba cualquier defensa. Octojin se presentó, impresionado por la calidez del saludo y aliviado de finalmente ver un rostro amistoso que parecía genuinamente contento de tenerlo allí. El tiburón sonrió un poco, aunque nervioso. Respondió cordialmente, tratando de no parecer demasiado inquieto por estar rodeado de tantas miradas desconocidas.

—Sí, soy Octojin. Encantado, Ray. —El tono de Octojin fue cordial, a pesar de la inseguridad que todavía lo mordisqueaba por dentro. El gyojin le extendió su enorme mano en un saludo que parecía casi intimidante por el contraste de tamaño.

Ray parecía encantado de conocerlo y mencionó que Atlas y Camille también llegarían pronto, lo que calmó aún más al nervioso habitante del mar, pero sus ojos seguían moviéndose de un lado a otro, esperando ver las caras conocidas.  Sin embargo, la tensión volvió a aumentar cuando vio a Atlas aparecer corriendo, casi estrellándose contra ellos, perseguido por el que después se presentaría como el temible sargento Shawn.
Atlas se escondió detrás de las piernas de Octojin, usándolo como un escudo. El gyojin apenas pudo contener su asombro ante el caos que se desarrollaba. Era casi cómico ver cómo Atlas intentaba zafarse de su superior. Sin poder evitarlo, Octojin dejó escapar una risa mientras observaba la escena.

—¿Siempre es así de caótico por aquí? —preguntó Octojin, claramente sorprendido.

Fue entonces cuando una figura mucho más familiar apareció: Camille, con su gorra puesta hacia atrás y sus cuernos rojos asomando. Al verla, Octojin no pudo evitar esbozar una sonrisa y lanzó una pequeña broma para aliviar la tensión que sentía y responder a las risas de la oni.

—Camille, ¿no te molesta esa gorra? —dijo con un tono burlesco, señalando los cuernos que sobresalían de su cráneo—. Siempre he pensado que se verían mejor sin ese intento de esconderlos.

Octojin continuó con su respuesta con una tímida risa y un aire de camaradería que intentó para sentirse parte del equipo. Tras ello, Camille hizo una broma sobre su oferta de fregasuelos que provocó una gran risa en el tiburón. Aquella tipa pese a su porte, tenía un sentido del humor muy compatible con el del gyojin.

—Espero que no me den una mini fregona como las vuestras o me voy a dejar los riñones —comentó mientras se levantaba de su asiento, dejando ver la diferencia de altura con todos los demás.

Después de que Shawn se calmara y Camille terminara de reír, Octojin sintió que el ambiente era mucho más acogedor. Sin embargo, pronto más figuras llegaron al lugar. Un hombre robusto de cabello verdoso y tatuajes tribales, Takahiro, llegó y lo saludó con un puño amistoso y un estilo desenfadado. Octojin lo chocó, sorprendido por la cordialidad y el ambiente relajado entre los marines. Octojin comenzó a sentir que, a pesar de las primeras impresiones abrumadoras, podría encontrar su lugar entre estos peculiares pero acogedores marines.

Lo que le llamó la atención era la labia que tenía aquél tipo. Pese a que iba sin uniforme y Shawn parecía ser muy estricto con eso, se las ingenió para sacarlo de sus casillas ley en mano, algo que sin duda denotaba que o bien era muy inteligente, o tenía una cruzada personal con su superior.

Finalmente, apareció un nuevo rostro conocido que lo sorprendió profundamente: Masao. El extravagante humano que alguna vez había conocido en los bajos fondos de otra isla ahora estaba frente a él, presentándose con el mismo tono casual y amistoso que recordaba. Masao le ofreció una estampita de la Virgen del Carmen, lo cual Octojin aceptó con una mezcla de incredulidad y gratitud. Y lo cierto es que no pudo dejar de mirarla durante unos minutos. Aquella estampita parecía tener algo hipnótico. ¬¿Qué tendría la religión que conseguía tantos adeptos?
Mientras Masao hablaba, Octojin no pudo evitar sonreír ante lo extraña que se había vuelto su vida. Allí estaba, en su primer día como parte de la Marina, rodeado de nuevos amigos y viejos conocidos.

—Gracias a todos por la cálida bienvenida. Estoy listo para aprender y espero contribuir tanto como pueda—dijo Octojin, con una voz firme que intentaba denotar una mezcla de gratitud y determinación, aunque con nervios de por medio.

Mientras el grupo intercambiaba bromas y conversaciones ligeras, Octojin observaba y escuchaba, aprendiendo más sobre las dinámicas y personalidades de sus nuevos compañeros. Se arremangó el uniforme y se subió un poco el pantalón para que no le cayese tanto, después de todo, tropezarse y caer el primer día no sería un buen recuerdo. El escualo sabía que el camino por delante estaría lleno de desafíos, pero también de oportunidades para crecer y, tal vez, para cambiar la percepción de los gyojin dentro de la Marina.
#7


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RE: [C-Presente] Éramos pocos y... apareció un tiburón - por Octojin - 04-09-2024, 09:17 AM

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