[Aventura] [A - Presente] No es mi problema

Alexander fue la voz de la razón en ese momento de incertidumbre. Si se iban, sólo se perderían unos cuantos objetos y el negocio y casa de una persona que ni conocían ni les importaba. Arriesgar la salud o la vida misma en salvar unos pocos efectos personales no era inteligente. Como capitán y persona inmune al fuego, se quedó dentro hasta que sus nakamas salieron del lugar. El humo ya comenzaba a hacer que le ardiera la garganta, pero no sentía ni pizca de calor cuando debería haber estado abrasándose con aquellas lenguas de fuego que parecían querer lamer su pelaje para prenderlo en llamas pero que no conseguían nada.

Una vez fuera llamaba demasiado la atención. Sí, había otros dos minks con él, pero uno estaba atendiendo al dueño del local para que no muriera y él era el único que vestía un color que contrastaba tanto con el de su pelaje. Y por si fuera poco, además no se le notaba ninguna herida o zona chamuscada, ni siquiera sudaba debido al horno en que se había convertido el interior de la taberna. Pero tenía otras cosas de las que preocuparse. No había estado a la altura. No sólo no había podido sofocar las llamas, que no era algo que le preocupara tanto, pero es que ni siquiera pudo tomar una decisión por sí mismo. Se suponía que era el capitán, Alexander y Raiden estaban bajo su mando y confiaban en él… Tenía que haber decidido él mismo que se fueran del local en lugar de que tomara la decisión Alexander. ¿Cómo se aprendía a ser un buen capitán pirata? Necesitaba cambiar, aprender, mejorar, ser más fuerte. Pero no sólo fortalecerse en el sentido físico de la palabra, necesitaba la fortaleza mental para superar situaciones como esa sin que su tripulación estuviera realmente expuesta al peligro por una tontería.

Su hilo de pensamiento se vio interrumpido cuando algunas palabras de unos hombres cercanos alcanzaron sus oídos. Esos truhanes tenían dinero, les pagaban las fábricas de la isla, probablemente por una extorsión. Bueno, algo tenía que sustituir lo que habían perdido en ese incendio y tenían que compensarles por el tiempo perdido y el riesgo que había tenido para sus vidas. De paso rescatarían a la hija del posadero, aunque no le importaba lo que hicieran con ella, pero a lo mejor se llevaban una recompensa extra por ello. Se acercó a Raiden y Alexander con paso firme. – Vamos a atacar. Esos tipos deben tener una pequeña fortuna con el dinero que cobran extorsionando a la gente. Y nos van a pagar las molestias de su pequeña hoguera con intereses.