Ray
Kuroi Ya
04-09-2024, 06:54 PM
Los cuatro jóvenes marines se dirigieron con celeridad hacia el lugar del supuesto incidente. A juzgar por los rostros de sus compañeros, Ray sabía que tanto a Takahiro como a Atlas les atormentaba lo sucedido previamente allí tanto como a él. Y Camille, a la que habían contado con pelos y señales lo ocurrido, parecía ser movida por la misma urgencia y necesidad de hacer bien las cosas que ellos tres. Podían ser indisciplinados y tener unas ideas bastante particulares sobre cómo debía funcionar la Marina, pero desde luego si algo no se les podía achacar era que no fueran los primeros en dejarse la piel para cumplir con su deber cuando este llamaba a la puerta.
La escena que se encontraron al llegar a las proximidades de los astilleros era digna de una película. Una columna de denso humo de color azabache se elevaba hacia el cielo justo encima del lugar donde se había estado construyendo el tren. El edificio ardía con una intensidad que dejaba a muy a las claras que aquello había sido obra de alguien y no producido de forma natural. El caos se había adueñado de la zona, y la gente corría sin ton ni son presa del pánico. No había duda, los saboteadores habían vuelto a actuar, y esta vez a plena luz del día.
Los bomberos intentaban luchar contra el incendio de forma completamente infructuosa, casi a la desesperada. Los gritos inundaban el ambiente casi tanto como la negra humareda que emitía el edificio. La situación requería sin duda de la actuación de cuantas personas estuvieran en condiciones de ayudar.
El joven, siempre alerta, no pudo evitar darse cuenta de que algunas personas parecían extrañamente tranquilas en mitad del caos, y se alejaban del lugar disimuladamente como tratando de pasar desapercibidas. Desde luego eso olía mal.
Un destacamento de compañeros marines se les acercó entonces, comandados por un capitán. Alguien de rango superior a ellos y que, sin duda, asumiría el mando de la operación. Sin embargo había cosas que no podían esperar a que se organizarán, así que Ray decidió tomar la iniciativa antes de que llegaran a su posición.
- Chicos, ¿qué os parece si nos dividimos? - Preguntó a sus compañeros. Les miró entonces a los ojos uno a uno. La confianza mutua que existía entre los cuatro hacia que no hubiera mejores compañeros con los que contar. Tener con ellos también a Octojin y Masao habría estado bien, pero al menos cuatro de los seis podían trabajar juntos en aquella crisis.
- Atlas, intenta acercarte al edificio en llamas a ver si ves algo. Camille, trata de organizar a los civiles para que no se produzcan bajas en la huida. Taka, habla con el capitán para ver cuál es su plan y qué espera de nosotros o si nos da libertad de movimientos como unidad. Yo voy a encargarme de vigilar a los tipos que parecen estar intentando escapar de aquí sigilosamente. Mucha suerte chicos. Vamos a por ellos.
Una vez terminó de exponer su estrategia dejó que su cuerpo comenzase a mirar hasta transformarse en un ser mezcla entre persona y zángano. Desplegó sus alas y comenzó a volar de forma silenciosa, intentando no hacer el más mínimo ruido y sin ascender demasiado, ya que no quería meterse en mitad de la columna de humo e intoxicarse.
Trató de seguir a alguno de los tipos que habían llamado su atención por la aparente calma con la que se movían y por dar la sensación de que buscaban esconderse y desaparecer. Si podía intentaría situarse en una posición que le permitiera abalanzarse sobre él antes de que se diese cuenta de que estaba ahí.
La escena que se encontraron al llegar a las proximidades de los astilleros era digna de una película. Una columna de denso humo de color azabache se elevaba hacia el cielo justo encima del lugar donde se había estado construyendo el tren. El edificio ardía con una intensidad que dejaba a muy a las claras que aquello había sido obra de alguien y no producido de forma natural. El caos se había adueñado de la zona, y la gente corría sin ton ni son presa del pánico. No había duda, los saboteadores habían vuelto a actuar, y esta vez a plena luz del día.
Los bomberos intentaban luchar contra el incendio de forma completamente infructuosa, casi a la desesperada. Los gritos inundaban el ambiente casi tanto como la negra humareda que emitía el edificio. La situación requería sin duda de la actuación de cuantas personas estuvieran en condiciones de ayudar.
El joven, siempre alerta, no pudo evitar darse cuenta de que algunas personas parecían extrañamente tranquilas en mitad del caos, y se alejaban del lugar disimuladamente como tratando de pasar desapercibidas. Desde luego eso olía mal.
Un destacamento de compañeros marines se les acercó entonces, comandados por un capitán. Alguien de rango superior a ellos y que, sin duda, asumiría el mando de la operación. Sin embargo había cosas que no podían esperar a que se organizarán, así que Ray decidió tomar la iniciativa antes de que llegaran a su posición.
- Chicos, ¿qué os parece si nos dividimos? - Preguntó a sus compañeros. Les miró entonces a los ojos uno a uno. La confianza mutua que existía entre los cuatro hacia que no hubiera mejores compañeros con los que contar. Tener con ellos también a Octojin y Masao habría estado bien, pero al menos cuatro de los seis podían trabajar juntos en aquella crisis.
- Atlas, intenta acercarte al edificio en llamas a ver si ves algo. Camille, trata de organizar a los civiles para que no se produzcan bajas en la huida. Taka, habla con el capitán para ver cuál es su plan y qué espera de nosotros o si nos da libertad de movimientos como unidad. Yo voy a encargarme de vigilar a los tipos que parecen estar intentando escapar de aquí sigilosamente. Mucha suerte chicos. Vamos a por ellos.
Una vez terminó de exponer su estrategia dejó que su cuerpo comenzase a mirar hasta transformarse en un ser mezcla entre persona y zángano. Desplegó sus alas y comenzó a volar de forma silenciosa, intentando no hacer el más mínimo ruido y sin ascender demasiado, ya que no quería meterse en mitad de la columna de humo e intoxicarse.
Trató de seguir a alguno de los tipos que habían llamado su atención por la aparente calma con la que se movían y por dar la sensación de que buscaban esconderse y desaparecer. Si podía intentaría situarse en una posición que le permitiera abalanzarse sobre él antes de que se diese cuenta de que estaba ahí.