Ray
Kuroi Ya
04-09-2024, 08:36 PM
Para variar la llegada de Atlas estuvo marcada por sus eternos encontronazos con Shawn. El recientemente ascendido a Teniente Comandante seguía siendo día tras día el tormento de nuestra pequeña brigada, nuestra némesis por llamarlo de alguna manera. Y en particular la del escurridizo Atlas, que constantemente se topaba con él en sus intentos de evadir sus tareas.
En esta ocasión su superior llegó persiguiéndole como si quisiera matarle hasta que el rubio, visiblemente asustado, se escondió tras la pierna de Octojin. Por suerte el tiburón y él ya se conocían, pues de lo contrario el momento habría sido considerablemente incómodo para ambos.
El recién llegado señaló al joven de pelo plateado y posteriormente al gyojin para mostrar a Shawn que no estaba intentando engañarle en aquella ocasión y que de verdad les habían encargado dar la bienvenida a Octojin. Su superior no parecía muy convencido, pero finalmente aceptó.
Sin embargo el dantesco espectáculo estaba lejos de haber terminado, pues justo en ese momento llegó Takahiro. El peliverde, como en él era habitual, iba vestido con sus propias prendas en lugar de con el uniforme reglamentario, algo que a Shawn nunca le había hecho demasiada gracia. Reaccionó con su virulencia habitual, abroncando a Taka a voz en grito. No obstante en esta ocasión pasó algo verdaderamente sorprendente, y es que el joven de cabellos esmeralda le respondió citándole varios artículos de la normativa vigente que le dejaron con la palabra en la boca, obligándole a cesar su arenga y a marcharse con el rostro rojo de rabia para no tener que reconocer que uno de sus subordinados había sido más listo que él.
Poco después fue Camille la que hizo su aparición, riéndose del destartalado aspecto del gyojin en el inmenso uniforme que incluso a él le quedaba enorme y dándole también la bienvenida.
Masao se unió al grupo apenas unos minutos más tarde, completándolo. Con su siempre particular forma de expresarse saludó al escualo como si ya le conociera de antes, cosa que este corroboró al devolverle el saludo, antes de regalarle una estampita de una virgen. Resultaba llamativa la obsesión que su compañero tenía con aquellas imágenes y con repartirlas entre los demás. Había días que al llegar a su habitación a Ray se le habían caído media docena del bolsillo sin ser siquiera consciente de que estaban allí hasta ese momento.
El grupo, ya reunido, conversó distendidamente durante unos minutos hasta que se les acercó una joven de cabellos rubios y unos enormes y llamativos ojos de tono marronáceo. Su rostro era muy armonioso y realmente atractivo, atrayendo rápidamente las miradas de los presentes.
Entonces comenzó a hablar y, entre torpes tartamudeos, les comunicó que la Capitana Montpellier solicitaba su presencia en la caseta situada al norte del campo de entrenamiento cuatro. Cuando se fue Taka hizo una broma sobre la tartamudez de la mensajera, a lo que Ray en tono amable le contestó mientras se llevaba la mano izquierda detrás de la cabeza:
- Pobrecilla, con la vergüenza que habrá pasado. - Como parte de sus estudios de medicina había aprendido que las personas que hablaban así podían padecer o bien alguna clase de problema neurológico, o con mayor probabilidad algún trastorno relacionado con la ansiedad social. La situación le había generado un cierto sentimiento de ternura realmente, pues le daba pena que aquella pobre chica tuviera que pasar por eso cada vez que se comunicaba con alguien.
- Si, yo sé dónde es. - Contestó a la siguiente pregunta del peliverde. - Es el campo de entrenamiento en el que nos conocimos, donde casi te cargas a la Capitana de un pelotazo. - Le recordó entre risas.
Acto seguido se pusieron en marcha. El camino no era largo, y en apenas cinco minutos llegaron a su destino. La caseta estaba guardada por dos sargentos que les autorizaron la entrada sin poner ninguna pega. Les conocían personalmente, y eran conscientes de que su superior les esperaba.
En el interior encontraron a la Capitana sentada en su silla con los pies sobre la mesa y profundamente dormida. Dudando si despertarla o no, fueron entrando intentando no hacer demasiado ruido hasta que su superior abrió los ojos sobresaltada:
- Perdonad, chicos. Me habéis pillado echando una cabezada. - Se excusó. Ese tipo de cosas eran típicas de la Capitana, que en ciertos aspectos era casi tan peculiar como ellos. Quizá por eso les había cogido tanto aprecio desde el principio.
- Hemos recibido informes de que hay un pirata por la zona del puerto que está intentando reclutar una tripulación para dirigirse al Grand Line. Es alguien poco conocido, de hecho no sabemos qué aspecto tiene, pero se hace llamar Phar D Yoh. Necesito que lo encontréis y le traigáis ante mí.
La Capitana hizo una pequeña pausa y les miró uno por uno a los ojos. Apenas unos segundos después hizo una última petición.
- Y por favor, intentad no provocar demasiados destrozos, ¿vale? El Gobierno Mundial no puede seguir pagando las cosas que rompéis durante las misiones.
En esta ocasión su superior llegó persiguiéndole como si quisiera matarle hasta que el rubio, visiblemente asustado, se escondió tras la pierna de Octojin. Por suerte el tiburón y él ya se conocían, pues de lo contrario el momento habría sido considerablemente incómodo para ambos.
El recién llegado señaló al joven de pelo plateado y posteriormente al gyojin para mostrar a Shawn que no estaba intentando engañarle en aquella ocasión y que de verdad les habían encargado dar la bienvenida a Octojin. Su superior no parecía muy convencido, pero finalmente aceptó.
Sin embargo el dantesco espectáculo estaba lejos de haber terminado, pues justo en ese momento llegó Takahiro. El peliverde, como en él era habitual, iba vestido con sus propias prendas en lugar de con el uniforme reglamentario, algo que a Shawn nunca le había hecho demasiada gracia. Reaccionó con su virulencia habitual, abroncando a Taka a voz en grito. No obstante en esta ocasión pasó algo verdaderamente sorprendente, y es que el joven de cabellos esmeralda le respondió citándole varios artículos de la normativa vigente que le dejaron con la palabra en la boca, obligándole a cesar su arenga y a marcharse con el rostro rojo de rabia para no tener que reconocer que uno de sus subordinados había sido más listo que él.
Poco después fue Camille la que hizo su aparición, riéndose del destartalado aspecto del gyojin en el inmenso uniforme que incluso a él le quedaba enorme y dándole también la bienvenida.
Masao se unió al grupo apenas unos minutos más tarde, completándolo. Con su siempre particular forma de expresarse saludó al escualo como si ya le conociera de antes, cosa que este corroboró al devolverle el saludo, antes de regalarle una estampita de una virgen. Resultaba llamativa la obsesión que su compañero tenía con aquellas imágenes y con repartirlas entre los demás. Había días que al llegar a su habitación a Ray se le habían caído media docena del bolsillo sin ser siquiera consciente de que estaban allí hasta ese momento.
El grupo, ya reunido, conversó distendidamente durante unos minutos hasta que se les acercó una joven de cabellos rubios y unos enormes y llamativos ojos de tono marronáceo. Su rostro era muy armonioso y realmente atractivo, atrayendo rápidamente las miradas de los presentes.
Entonces comenzó a hablar y, entre torpes tartamudeos, les comunicó que la Capitana Montpellier solicitaba su presencia en la caseta situada al norte del campo de entrenamiento cuatro. Cuando se fue Taka hizo una broma sobre la tartamudez de la mensajera, a lo que Ray en tono amable le contestó mientras se llevaba la mano izquierda detrás de la cabeza:
- Pobrecilla, con la vergüenza que habrá pasado. - Como parte de sus estudios de medicina había aprendido que las personas que hablaban así podían padecer o bien alguna clase de problema neurológico, o con mayor probabilidad algún trastorno relacionado con la ansiedad social. La situación le había generado un cierto sentimiento de ternura realmente, pues le daba pena que aquella pobre chica tuviera que pasar por eso cada vez que se comunicaba con alguien.
- Si, yo sé dónde es. - Contestó a la siguiente pregunta del peliverde. - Es el campo de entrenamiento en el que nos conocimos, donde casi te cargas a la Capitana de un pelotazo. - Le recordó entre risas.
Acto seguido se pusieron en marcha. El camino no era largo, y en apenas cinco minutos llegaron a su destino. La caseta estaba guardada por dos sargentos que les autorizaron la entrada sin poner ninguna pega. Les conocían personalmente, y eran conscientes de que su superior les esperaba.
En el interior encontraron a la Capitana sentada en su silla con los pies sobre la mesa y profundamente dormida. Dudando si despertarla o no, fueron entrando intentando no hacer demasiado ruido hasta que su superior abrió los ojos sobresaltada:
- Perdonad, chicos. Me habéis pillado echando una cabezada. - Se excusó. Ese tipo de cosas eran típicas de la Capitana, que en ciertos aspectos era casi tan peculiar como ellos. Quizá por eso les había cogido tanto aprecio desde el principio.
- Hemos recibido informes de que hay un pirata por la zona del puerto que está intentando reclutar una tripulación para dirigirse al Grand Line. Es alguien poco conocido, de hecho no sabemos qué aspecto tiene, pero se hace llamar Phar D Yoh. Necesito que lo encontréis y le traigáis ante mí.
La Capitana hizo una pequeña pausa y les miró uno por uno a los ojos. Apenas unos segundos después hizo una última petición.
- Y por favor, intentad no provocar demasiados destrozos, ¿vale? El Gobierno Mundial no puede seguir pagando las cosas que rompéis durante las misiones.