Byron
Que me lo otorguen
04-09-2024, 10:21 PM
"¿Esto va aliñao?" ¿Qué narices significaba eso? El muchacho puso una cara inconexa con cualquier tipo de sentimiento existente, no tenía ni idea de a que se refería. Era un experto en la noche si, pero en la sección del cortejo, no en el pasillo de drogas y diversión, podría decirse que ni siquiera sabía que era un estupefaciente, salvo por un par de sustancias, y ninguna de ellas se consumía fumándola. ¿A lo mejor se refería a echarle un poco de aceite de oliva? Para que pillase los matices de su sabor y estuviese más húmeda, en aquel momento, francamente podía ser cualquier cosa debido a su desconocimiento y tampoco era un tema al que le dedicase la atención suficiente como para ponerle remedio.
Le devolvió la pipa, por un momento no pudo evitar recordar como se hubiese sentido de más joven al compartir con una damisela algo así. Seguro que se hubiese puesto nervioso al pensar que se trataba de un beso indirecto, que los labios de la joven se habían posado sobre la boquilla. Quizás fue ese aire y ambiente distendido, esa sensación de tranquilidad familiar que se encontraba en aquellas ajetreadas calles, pues a pesar de abundar la muchedumbre y el ruido, en su mayoría eran locales pasando un buen rato, disfrutando de su día a día, como él pasando su adolescencia compartiendo pipa con su maestro en la tranquila bahía de Jaya.
Cuando le habló de piernas biónicas, la chica rubia no pudo evitar entusiasmarse, pudo ver como las cuencas de sus ojos se abrían y las pupilas se dilataban llenas de emoción. Se puso hablar animadamente, de golpe, como cuando habló de aquella arma de fuego, las palabras no paraban de salir de sus bonitos labios, llegando hasta casi balbucear, no debido a su extraño acento, sino por la cantidad de palabras que quería meter en un segundo de pronunciación. Byron se limitó a mirarla sin interrumpirla, es más tampoco tenía mucho que aportar, hablando de forma sincera, no tenía ni idea de lo que mascullaba tan alegre la mujer. ¿Tornillos y tipos de metal? Sí, podía entenderlo, pero ¿Conexiones nerviosas? ¿Acaso eso se podía hacer? Él mismo había dicho que los implantes habían avanzado, pero no se imaginaba que tanto, es más estaba afirmando que ella misma estaba creando uno. Una imagen vino a su mente, ella manchada de resbaladizo aceite en su taller, no podía negar que se le caía la baba con aquel pensamiento, pero no era el momento ni el lugar.
Rechazó su oferta educadamente, ante sus primeras palabras Byron simplemente asintió con sinceridad comprendiendo la difícil de aceptar oferta que la había propuesto, brindando el gesto como muestra de apoyo para que no se sintiese mal o tensa ante su respuesta. No todos podían elegir libremente ignorando sus circunstancias y deberes, por lo general, todo individuo tenía sus responsabilidades que atender, sus problemas que solventar, y no podía tomar una decisión tan importante a la ligera aunque quisieran, muchos tenían unas raíces que, por desgracia para él, no podía cortar. Incluso contaban con sus inseguridades, ya fueran grandes o pequeñas, que les impedían dar el paso, nunca mejor dicho en este caso. Aunque siendo honestos, también entendía a aquellos que simplemente rechazaban por no querer, por no ser la vida que querían vivir, pues eran libres de elegir en mayor o menor medida sobre lo que hacer con sus vidas. Él no iba a obligar a nadie a seguirlo en el camino que el destino había elegido para el muchacho.
- Tranquila mujer, es entendible, no te sientas mal, incluso aunque no tuvieses nada que te atase, aceptaría tu respuesta, es una lástima ni con el cebo en el mar he conseguido pescarte.- Dijo refiriéndose al rifle que guardaba en su caja.- Me quedo con tener una compañera de comidas cuando vuelva por aquí, te hablaré de las mejores tartas de queso que encuentre por las islas que visite.- Sonrió apoyándose con el codo sobre la mesa y soportando el peso de su cabeza con su mano, y con la cuchara en su mano sobrante señalando el postre.- De todas formas, si en algún momento cambias de opinión y quieres encontrarme, seguramente te sea fácil, no tardarás en escuchar noticias mías en todos los periódicos.- Comentó con seguridad.
Volvió a hablar, sobre hacerle una visitilla de una semana en Logue Town, bajando el precio del arma por ello a 300.000. Como un relámpago una idea recorrió su mente, iluminándola por completo con el tipo de pensamientos que un adolescente hasta arriba de hormonas solía tener de forma continua ¿Estaba entendiendo mal? ¿Era "eso" lo que le estaba ofreciendo? Tragó saliva sorprendido ante aquella suposición alejada totalmente de la realidad, no podía ser, simplemente no era posible. Apartó la idea y aquellas imágenes en cuanto pudo, intentando mantenerse sereno, no quería pensar así de ella por mucho que le atrajese aquel encuentro. Le caía bien, era una mujer magnética, incluso se había ganado su ligero aprecio con su forma de ser, simplemente un caballero no trataba o pensaba así de sus amigas.
- ¡Como esa visita no incluya que compartas la cama conmigo el premio no variará! Así que no te pases de lista jajaja.- Bromeó mientras golpeaba la cuchara de su mano, acentuando cada una de sus palabras. - ¡400.000 es una gran oferta, no me hagas subir a 500.000!
Terminó de reír conservando el ambiente juguetón de aquel encuentro. Suspiró profundamente y haciendo hueco en la mesa, colocó la caja de madera en ella, abriéndola lentamente, pausada, como seduciendo su mente con la idea de que aquella arma que relucía dentro de esa cavidad estaba a punto de ser suya. La abrió finalmente ante sus ojos que seguramente se encontraban deseosos de asegurar que ese rifle era suyo, para que volviese a ver todos los detalles que tenía, un segundo vistazo para deleitarse con aquel premio que el fabuloso destino le había otorgado.
- ¿Y bien querida Airgid? ¿Tienes a mano esos suculentos berries?
Le devolvió la pipa, por un momento no pudo evitar recordar como se hubiese sentido de más joven al compartir con una damisela algo así. Seguro que se hubiese puesto nervioso al pensar que se trataba de un beso indirecto, que los labios de la joven se habían posado sobre la boquilla. Quizás fue ese aire y ambiente distendido, esa sensación de tranquilidad familiar que se encontraba en aquellas ajetreadas calles, pues a pesar de abundar la muchedumbre y el ruido, en su mayoría eran locales pasando un buen rato, disfrutando de su día a día, como él pasando su adolescencia compartiendo pipa con su maestro en la tranquila bahía de Jaya.
Cuando le habló de piernas biónicas, la chica rubia no pudo evitar entusiasmarse, pudo ver como las cuencas de sus ojos se abrían y las pupilas se dilataban llenas de emoción. Se puso hablar animadamente, de golpe, como cuando habló de aquella arma de fuego, las palabras no paraban de salir de sus bonitos labios, llegando hasta casi balbucear, no debido a su extraño acento, sino por la cantidad de palabras que quería meter en un segundo de pronunciación. Byron se limitó a mirarla sin interrumpirla, es más tampoco tenía mucho que aportar, hablando de forma sincera, no tenía ni idea de lo que mascullaba tan alegre la mujer. ¿Tornillos y tipos de metal? Sí, podía entenderlo, pero ¿Conexiones nerviosas? ¿Acaso eso se podía hacer? Él mismo había dicho que los implantes habían avanzado, pero no se imaginaba que tanto, es más estaba afirmando que ella misma estaba creando uno. Una imagen vino a su mente, ella manchada de resbaladizo aceite en su taller, no podía negar que se le caía la baba con aquel pensamiento, pero no era el momento ni el lugar.
Rechazó su oferta educadamente, ante sus primeras palabras Byron simplemente asintió con sinceridad comprendiendo la difícil de aceptar oferta que la había propuesto, brindando el gesto como muestra de apoyo para que no se sintiese mal o tensa ante su respuesta. No todos podían elegir libremente ignorando sus circunstancias y deberes, por lo general, todo individuo tenía sus responsabilidades que atender, sus problemas que solventar, y no podía tomar una decisión tan importante a la ligera aunque quisieran, muchos tenían unas raíces que, por desgracia para él, no podía cortar. Incluso contaban con sus inseguridades, ya fueran grandes o pequeñas, que les impedían dar el paso, nunca mejor dicho en este caso. Aunque siendo honestos, también entendía a aquellos que simplemente rechazaban por no querer, por no ser la vida que querían vivir, pues eran libres de elegir en mayor o menor medida sobre lo que hacer con sus vidas. Él no iba a obligar a nadie a seguirlo en el camino que el destino había elegido para el muchacho.
- Tranquila mujer, es entendible, no te sientas mal, incluso aunque no tuvieses nada que te atase, aceptaría tu respuesta, es una lástima ni con el cebo en el mar he conseguido pescarte.- Dijo refiriéndose al rifle que guardaba en su caja.- Me quedo con tener una compañera de comidas cuando vuelva por aquí, te hablaré de las mejores tartas de queso que encuentre por las islas que visite.- Sonrió apoyándose con el codo sobre la mesa y soportando el peso de su cabeza con su mano, y con la cuchara en su mano sobrante señalando el postre.- De todas formas, si en algún momento cambias de opinión y quieres encontrarme, seguramente te sea fácil, no tardarás en escuchar noticias mías en todos los periódicos.- Comentó con seguridad.
Volvió a hablar, sobre hacerle una visitilla de una semana en Logue Town, bajando el precio del arma por ello a 300.000. Como un relámpago una idea recorrió su mente, iluminándola por completo con el tipo de pensamientos que un adolescente hasta arriba de hormonas solía tener de forma continua ¿Estaba entendiendo mal? ¿Era "eso" lo que le estaba ofreciendo? Tragó saliva sorprendido ante aquella suposición alejada totalmente de la realidad, no podía ser, simplemente no era posible. Apartó la idea y aquellas imágenes en cuanto pudo, intentando mantenerse sereno, no quería pensar así de ella por mucho que le atrajese aquel encuentro. Le caía bien, era una mujer magnética, incluso se había ganado su ligero aprecio con su forma de ser, simplemente un caballero no trataba o pensaba así de sus amigas.
- ¡Como esa visita no incluya que compartas la cama conmigo el premio no variará! Así que no te pases de lista jajaja.- Bromeó mientras golpeaba la cuchara de su mano, acentuando cada una de sus palabras. - ¡400.000 es una gran oferta, no me hagas subir a 500.000!
Terminó de reír conservando el ambiente juguetón de aquel encuentro. Suspiró profundamente y haciendo hueco en la mesa, colocó la caja de madera en ella, abriéndola lentamente, pausada, como seduciendo su mente con la idea de que aquella arma que relucía dentro de esa cavidad estaba a punto de ser suya. La abrió finalmente ante sus ojos que seguramente se encontraban deseosos de asegurar que ese rifle era suyo, para que volviese a ver todos los detalles que tenía, un segundo vistazo para deleitarse con aquel premio que el fabuloso destino le había otorgado.
- ¿Y bien querida Airgid? ¿Tienes a mano esos suculentos berries?