¿Sabías que…?
... el autor de One Piece, Eichiro Oda, hay semanas en las que apenas duerme 3 horas al día para poder alcanzar la entrega del capitulo a tiempo.
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[Común] [Común] ¿Nadando con un gyojin tiburón. ¿Qué puede salir mal?
Octojin
El terror blanco
Octojin nadaba a toda velocidad, provocando que el agua diese pequeños saltos hacia la superifice con sus movimientos, sintiendo cómo el agua se deslizaba por sus escamas. La frescura del agua era un alivio tras el intenso calor que había sentido durante todo el día. Mientras avanzaba, su cuerpo se movía con una agilidad que sólo el mar podía ofrecerle. Cada brazada conseguía impulsarle hacia adelante con fuerza, y su aleta dorsal cortaba la superficie como una cuchilla afilada, haciendo que ganase esa velocidad extra que necesitaba.

Una vez alcanzó a Takahiro y lo sumergió unos segundos tirando de su pie, sintió un destello de satisfacción, pero también un ligero toque de duda. ¿Se habría sentido Takahiro humillado? Sabía que no había sido un golpe bajo, simplemente un gesto amistoso, una simple broma, pero aún así no pudo evitar sentirse algo culpable.

Emergió del agua, respirando hondo mientras observaba a Takahiro con una sonrisa. Su compañero humano estaba chapoteando cerca, claramente un buen perdedor, pero Octojin se sentía obligado a disculparse de alguna manera.

—Lo siento por lo de antes —dijo, con una voz grave—. No debí tirarte del pie. La próxima vez, seré más deportivo. Prometido.

Takahiro no parecía realmente molesto. Incluso le había devuelto una broma sobre lo que habría ocurrido si no lo hubiera sumergido. Sin embargo, Octojin quería asegurarse de que la competencia fuera justa en el futuro.

Humano y gyojin se dejaron flotar en el agua durante un rato, permitiendo que el cansancio de la carrera se fuera yendo lentamente. Las palabras de Takahiro resonaron en su cabeza cuando le preguntó sobre su tierra natal, la Isla Gyojin. Aquella era una pregunta que no escuchaba a menudo, y que le hacía recordar viejos tiempos. Los humanos, por lo general, se limitaban a interactuar con él en la superficie, rara vez interesándose en la vida bajo el mar.

—Sí, está sumergida bajo el agua —comenzó Octojin, fundiendo sus ojos en el horizonte mientras se dejaba llevar por los recuerdos—. La Isla Gyojin está en el fondo del mar, justo bajo la Red Line. Es un lugar donde el océano es tan vasto como parece desde aquí, pero completamente diferente. Te diría que es un mundo en sí mismo, y que está lleno de vida y color, pero también de peligros y misterios. Sin duda, tendréis que venir en algún momento.

Sus palabras fluían lentamente, casi como si estuviera describiendo un sueño. Pero la realidad es que formaba parte de él, de su pasado.

—Cuando llegas, lo primero que te llama la atención es el color del agua—prosiguió, con una sonrisa amplia en la cara—. Y es que allí abajo, el color que del agua profunda es un azul muy oscuro, prácticamente negro, pero afortunadamente para aquellos que no tienen una vista desarrollada en la oscuridad, está lleno de pequeñas luces brillantes. Unas luces que realmente son criaturas marinas que flotan en la oscuridad, iluminando el camino. También hay multitud de gigantescos corales que se extienden durante kilómetros, con unos colores tan vivos que hacen que todo lo demás parezca gris en comparación.

Mientras el gyojin tiburón hablaba, iba gesticulando con sus grandes manos casi sin darse cuenta, tratando de dar vida a las imágenes que pasaban por su mente. Sabía que, para Takahiro, todo aquello debía sonar exótico, casi irreal, pero para él era su hogar y es como si estuviese allí presente en aquél momento.

—En las partes más bajas, la ciudad está construida en grandes cúpulas que permiten a los que no son como nosotros respirar. Esa zona está rodeada por edificios bastante antiguos, algunos tan viejos que se cree que llevan allí miles de años. Aunque francamente, lo dudo. Por supuesto, también tenemos templos que veneran a los dioses del mar, grandes plazas donde la gente se reúne para comerciar y contar historias. Pero también es un lugar de conflicto. —Octojin suspiró, bajando sus ojos un poco—. La relación con los humanos nunca ha sido fácil, y eso ha marcado nuestra historia. Algunos nos ven como monstruos, otros como enemigos.

Hizo una pausa, sumergido en sus pensamientos de nuevo. El contraste entre la belleza natural de la Isla Gyojin y las tensiones que había sentido a lo largo de su vida siempre lo había desconcertado. Era difícil para él, incluso en sus momentos más tranquilos, separar ambas realidades. Y aquello quizá condicionaba lo que veía allí.

—Pero a pesar de todo, es un lugar magnífico —continuó—. Hay especies de peces que no verás en ningún otro lugar del mundo, criaturas que son capaces de adaptarse a las profundidades más oscuras. Y, por supuesto, las sirenas. —Sonrió, recordando algunas figuras familiares de su juventud—. Si te lo estás preguntando... Son tan bellas como dicen, pero también peligrosas si las subestimas. Algunos humanos piensan que son sólo leyendas, pero te aseguro que son muy reales. Y algunas no sólo tienen el don de la belleza, también poderosas armas que no dudarán en usar si se sienten acorraladas.

Takahiro, que estaba flotando en la superficie del agua, escuchando con atención. El escualo no pudo evitar preguntarse qué tanto podía imaginar su compañero sobre un lugar como aquél, y si sus descripciones estaban siendo sencillas de entender. ¿Cómo se podría describir correctamente el océano a alguien que vive en la tierra? ¿Cómo se podría transmitir la sensación de libertad que trae nadar entre las corrientes marinas y perderse en las profundidades?

Después de la conversación, ambos comenzaron a nadar en dirección a la orilla. El agua era tranquila, permitiendo que se movieran sin esfuerzo alguno, algo que su compañero aprovechó y dejó su cuerpo ir lentamente hasta allí. El gyojin por su parte, se impulsó para llegar un poco antes.

Cuando finalmente llegaron a la orilla, Takahiro decidió tumbarse en la arena, disfrutando del calor del sol en su piel aún húmeda tras el chapoteo. Octojin lo observó, sintiendo una mezcla de satisfacción y gratitud. A pesar de la competitividad amistosa y las diferencias entre ellos, se sentía cómodo en la compañía de Takahiro.

—La Isla Gyojin es todo eso y más —finalizó, sentándose junto a su compañero en la arena—. Pero también tiene sus problemas. No es fácil vivir allí, y muchos de nosotros terminamos buscando nuestro camino en la superficie, como yo. Supongo que es la misma historia en todas partes, ¿no? Buscamos nuestro lugar en el mundo, aunque no sepamos exactamente dónde está.

El humano parecía estar procesando lo que el escualo había compartido, y el gyojin no lo culpaba. Había mucho que digerir, y no era una historia fácil de contar. Había dejado multitud de matices que seguro que tocaría tocar en otro momento. Pero aquella era su isla natal, a grandes rasgos.

El sol seguía su descenso, que parecía que no fuera a acabar nunca, lo cual provocaba que la cala se bañase en tonos dorados. La brisa marina era suave, y el sonido de las olas rompiendo en la orilla proporcionaba un ritmo relajante. El tiburón miró al horizonte, perdiéndose en el resplandor del sol que desaparecía poco a poco.

—Lo bueno del mar —dijo, más para sí mismo que para Takahiro— es que siempre está allí. No importa cuántos problemas haya en la superficie, siempre puedes volver a él. Siempre te recibe. Es como un viejo amigo al que no le importa cuánto tiempo has estado lejos.

La calma que sentía en ese momento era algo raro para él. Estaba acostumbrado a la tensión, al peligro, a la desconfianza de los humanos. Pero allí, en esa cala apartada, con Takahiro a su lado, por primera vez en mucho tiempo se sentía en paz. Una paz que no sabía si se volvería a repetir en poco tiempo.

—La próxima vez que vayamos a nadar —dijo, rompiendo el silencio con una sonrisa— prometo no hacer trampas. Aunque como podrás haber visto... No es que hicieran falta —finalizó, intentando picar al humano.

El habitante del mar rió, dejando que la ligera broma disolviera cualquier posible tensión que pudiera haber quedado de su pequeña competencia. Octojin se sintió agradecido por el momento de tranquilidad que estaba compartiendo con su compañero. El mar, siempre presente, seguía siendo su hogar, pero quizás, en la superficie, también podría encontrar un lugar donde pertenecía.
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RE: [Común] ¿Nadando con un gyojin tiburón. ¿Qué puede salir mal? - por Octojin - 05-09-2024, 09:19 AM

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