Takahiro
La saeta verde
05-09-2024, 12:52 PM
(Última modificación: 05-09-2024, 12:53 PM por Takahiro.)
La idea de Takahiro no fue mal recibida, al contrario pareció gustarle, sin embargo, la teniente Orphelia parecía que ya tenía el plan de acción para rescatar al comandante Bryan y su grupo decidido. Además, que la mujer parecía no tener muchas ganas de continuar con la reunión. Su aspecto denotaba cansancio, quizá demasiado, pero aquello no quitaba que fuera una mujer bastante atractiva, pese a tener una quemadura en el rostro. Quizá era cosa de Takahiro, pero en cada mujer encontraba algo bello en lo que fijarse. ¿Falto de amor femenino? Era una posibilidad, pero su superior tenía algo que le resultaba curioso.
«La erótica del poder», pensó para sus adentros, buscando una explicación.
El peliverde, simplemente, asintió con la cabeza y se llevó los pocos informes en papel que les habían entregado durante la reunión. Tenía que poner a sus hombres manos a la obra, darle directrices y llevarlos al navío que iban a preparar. Sin embargo, mientras estaba aproximándose a la puerta para salir, escuchó su nombre. Eso le hizo pararse de golpe y girar la cabeza hacia la izquierda. No podía creer lo que estaba sucediendo, aquel hombre- león le había propuesto como líder de la comitiva de rescate. Ante aquello, muchos de los marines clavaron su mirada sobre él, haciendo que se encogiera de hombros. ¿En serio iba a liderar un asalto y un rescate en un islote? Pues parecía ser que sí. Aquella era, seguramente, la primera vez que hacía algo como eso, pues en el resto de sus misiones el peso del liderazgo y la toma de decisiones recaía sobre su amigo Ray.
Su corazón comenzó a latir con fuerza, mientras tragaba saliva. No sabía si estaba emocionado o si se encontraba temeroso por aquello, pero tenía que hacerlo bien o tendría que soportar a la Oni burlarse de él durante semanas. Eso, y que del éxito de la misión dependía la vida de varios marines, que era lo realmente importante.
—¡Dígame, señora! —le dijo, girándose completamente y haciendo el saludo militar—. ¡A sus órdenes! ¡Lo haré lo mejor posible para capturar al pirata y rescatar al comandante y su comitiva!
Si la mirada del suboficial Kovacs hubiera sido un puñal, seguramente Takahiro estaría muerto sobre el suelo de la sala de exposiciones. No lo conocía mucho, pero había oído rumores de que era un marine muy del estilo del teniente comandante Shawn, estricto en las formas y con una metodología bastante rígida. En cambio, el peliverde era todo lo contrario, creía en la espontaneidad de los individuos, la flexibilidad, y en el caos dentro del órden.
—No se preocupe —en la cara del sargento se dibujó una sonrisa—. Todos somos un equipo, si trabajamos juntos sin tonterías es más que probable que consigamos cumplir la misión con éxito.
Dicho aquello, con el permiso de sus superiores, salió de allí en dirección al patio. Sus hombres aguardaban ansiosos, pues muchos de ellos era la primera vez que tenían una misión real.
—Está bien —dijo, pensando en quien podía llevarse—. A la isla vendrán conmigo el suboficial Kovacs, que será mi mano derecha en esta empresa. El soldado raso Joe, que será mi mano izquierda. Y los otros dos miembros los decidiré cuando estemos en el barco, que me gustaría leerme algunos informes sobre vuestras capacidades. Seremos un total de cinco personas —aclaró, con tono firme y claro—. También quiero los informes de Kovacs y Joe. Por cierto, si vamos a meteros en territorio enemigo, lo mejor es que intentéis llevar una ropa con la que estéis cómodos, así que llevaosla en una bolsa aparte. ¡Rompan filas!
El camino al puerto se hizo rápido y la corbeta ya estaba esperándolos para zarpar. Una vez arriba, cogería los informes y escogería a los dos mejores entre todos. Realmente el sargento de cabellos verdosos necesitaba a una persona que supiera leer a la perfección mapas topográficos y a alguien con buena capacidad ofensiva a media y larga distancia.
—¡Perfecto, Kovacs! —le dijo, sonriente—. ¡Muchas gracias! Nos reuniremos en la sala de reuniones en cinco minutos. Reúne al equipo.
Una vez estuvieran todos reunidos observarían el mapa y el punto dónde fue visto o localizado por última vez el batallón. Tras eso, dispondría al equipo de cinco con un den den mushi cada uno y aprovecharían la marea alta para subir al bote y acercarse.
«La erótica del poder», pensó para sus adentros, buscando una explicación.
El peliverde, simplemente, asintió con la cabeza y se llevó los pocos informes en papel que les habían entregado durante la reunión. Tenía que poner a sus hombres manos a la obra, darle directrices y llevarlos al navío que iban a preparar. Sin embargo, mientras estaba aproximándose a la puerta para salir, escuchó su nombre. Eso le hizo pararse de golpe y girar la cabeza hacia la izquierda. No podía creer lo que estaba sucediendo, aquel hombre- león le había propuesto como líder de la comitiva de rescate. Ante aquello, muchos de los marines clavaron su mirada sobre él, haciendo que se encogiera de hombros. ¿En serio iba a liderar un asalto y un rescate en un islote? Pues parecía ser que sí. Aquella era, seguramente, la primera vez que hacía algo como eso, pues en el resto de sus misiones el peso del liderazgo y la toma de decisiones recaía sobre su amigo Ray.
Su corazón comenzó a latir con fuerza, mientras tragaba saliva. No sabía si estaba emocionado o si se encontraba temeroso por aquello, pero tenía que hacerlo bien o tendría que soportar a la Oni burlarse de él durante semanas. Eso, y que del éxito de la misión dependía la vida de varios marines, que era lo realmente importante.
—¡Dígame, señora! —le dijo, girándose completamente y haciendo el saludo militar—. ¡A sus órdenes! ¡Lo haré lo mejor posible para capturar al pirata y rescatar al comandante y su comitiva!
Si la mirada del suboficial Kovacs hubiera sido un puñal, seguramente Takahiro estaría muerto sobre el suelo de la sala de exposiciones. No lo conocía mucho, pero había oído rumores de que era un marine muy del estilo del teniente comandante Shawn, estricto en las formas y con una metodología bastante rígida. En cambio, el peliverde era todo lo contrario, creía en la espontaneidad de los individuos, la flexibilidad, y en el caos dentro del órden.
—No se preocupe —en la cara del sargento se dibujó una sonrisa—. Todos somos un equipo, si trabajamos juntos sin tonterías es más que probable que consigamos cumplir la misión con éxito.
Dicho aquello, con el permiso de sus superiores, salió de allí en dirección al patio. Sus hombres aguardaban ansiosos, pues muchos de ellos era la primera vez que tenían una misión real.
—Está bien —dijo, pensando en quien podía llevarse—. A la isla vendrán conmigo el suboficial Kovacs, que será mi mano derecha en esta empresa. El soldado raso Joe, que será mi mano izquierda. Y los otros dos miembros los decidiré cuando estemos en el barco, que me gustaría leerme algunos informes sobre vuestras capacidades. Seremos un total de cinco personas —aclaró, con tono firme y claro—. También quiero los informes de Kovacs y Joe. Por cierto, si vamos a meteros en territorio enemigo, lo mejor es que intentéis llevar una ropa con la que estéis cómodos, así que llevaosla en una bolsa aparte. ¡Rompan filas!
El camino al puerto se hizo rápido y la corbeta ya estaba esperándolos para zarpar. Una vez arriba, cogería los informes y escogería a los dos mejores entre todos. Realmente el sargento de cabellos verdosos necesitaba a una persona que supiera leer a la perfección mapas topográficos y a alguien con buena capacidad ofensiva a media y larga distancia.
—¡Perfecto, Kovacs! —le dijo, sonriente—. ¡Muchas gracias! Nos reuniremos en la sala de reuniones en cinco minutos. Reúne al equipo.
Una vez estuvieran todos reunidos observarían el mapa y el punto dónde fue visto o localizado por última vez el batallón. Tras eso, dispondría al equipo de cinco con un den den mushi cada uno y aprovecharían la marea alta para subir al bote y acercarse.