Silver D. Syxel
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05-09-2024, 01:05 PM
(Última modificación: 05-09-2024, 01:07 PM por Silver D. Syxel.)
Observó atentamente cómo los dos viejos marineros se alejaban para discutir, y su instinto le advirtió de inmediato que había algo más en juego que solo un trabajo. Ninguno de los marineros inspiraban especial confianza, pero la forma en que se alejaban y la manera en que miraban de reojo a su grupo le daba aún más mala espina. Se inclinó ligeramente hacia adelante, tomando un sorbo lento y calculado de su petaca mientras sus ojos no perdían detalle de cada gesto y expresión.
—Balagus, esto huele a problemas... y no del tipo que me gusta —murmuró para que solo su compañero pudiera escucharlo. La mirada del gigante, severa y cargada de frustración, le dejó claro que compartían la misma opinión.
El capitán esperó el momento justo antes de deslizarse disimuladamente hacia una posición más cercana, aprovechando el ruido del local y la distracción de los demás. No sería el mejor espía del mundo, pero tenía suficiente práctica como para captar lo importante. Se apoyó contra una columna y aguzó el oído, tratando de filtrar las palabras que le llegaban entre los murmullos y el bullicio general.
"Problemas... seguro quieren robar el barco... el pequeño para reparar el barco... peor de los casos... cebo."
Una media sonrisa asomó en su rostro. Los viejos desconfiaban, y con razón, pero también estaban lo suficientemente desesperados como para ofrecerles una oportunidad. Sabía que no podía confiar en ellos, pero esto era justo lo que necesitaba. Si lograban subir a ese barco, las cosas podrían cambiar a su favor muy rápidamente.
Volvió sobre sus pasos con la misma discreción y tomó posición junto a Balagus, manteniendo una expresión impasible mientras su mente trabajaba rápido.
—Van a intentar algo en cuanto nos alejemos de la costa, pero están desesperados. Necesitan al pequeño más de lo que están dispuestos a admitir —comentó en voz baja, con la mirada fija en la jarra de alcohol aguado frente a él—. Tendremos que ser más listos que ellos, como siempre. Y cuando llegue el momento... ya veremos quién se la juega a quién.
Antes de que pudiera seguir, notó la figura del mediano que había estado escuchando la conversación. Silver le lanzó una mirada de reconocimiento, sabiendo que también podría haber captado la situación. El pequeño parecía tener agallas, y en un negocio como ese, era justo lo que necesitaba a su lado.
—Tú —dijo, dirigiéndose a Marvolath con una sonrisa torcida—, pareces el tipo de persona que se mete en los líos adecuados. Me gusta. ¿Qué te parece unirte a nosotros para este trabajo? No te prometo que acabes ileso, pero las aventuras están garantizadas... y si jugamos bien nuestras cartas, puede que terminemos muy bien parados.
La propuesta no necesitaba muchas florituras. El capitán había aprendido hace mucho tiempo que aquellos que valían la pena sabían identificar una buena oferta cuando la veían, y el pequeño parecía encajar en esa categoría.
Al cabo de unos instantes, los dos marineros volvieron con una propuesta formal. Vieho, que se presentó como el contramaestre del "Death of Hopes", les ofreció la oportunidad que habían estado esperando.
El capitán cruzó los brazos y se permitió unos segundos de silencio, lo justo para hacerles sentir que la decisión no era tan fácil para él, aunque en realidad ya estaba listo para aceptar.
—Parece que tenemos un trato —dijo finalmente, extendiendo la mano hacia Vieho con una sonrisa confiada—. Llévanos con tu capitán, y veremos cómo va esto.
—Balagus, esto huele a problemas... y no del tipo que me gusta —murmuró para que solo su compañero pudiera escucharlo. La mirada del gigante, severa y cargada de frustración, le dejó claro que compartían la misma opinión.
El capitán esperó el momento justo antes de deslizarse disimuladamente hacia una posición más cercana, aprovechando el ruido del local y la distracción de los demás. No sería el mejor espía del mundo, pero tenía suficiente práctica como para captar lo importante. Se apoyó contra una columna y aguzó el oído, tratando de filtrar las palabras que le llegaban entre los murmullos y el bullicio general.
"Problemas... seguro quieren robar el barco... el pequeño para reparar el barco... peor de los casos... cebo."
Una media sonrisa asomó en su rostro. Los viejos desconfiaban, y con razón, pero también estaban lo suficientemente desesperados como para ofrecerles una oportunidad. Sabía que no podía confiar en ellos, pero esto era justo lo que necesitaba. Si lograban subir a ese barco, las cosas podrían cambiar a su favor muy rápidamente.
Volvió sobre sus pasos con la misma discreción y tomó posición junto a Balagus, manteniendo una expresión impasible mientras su mente trabajaba rápido.
—Van a intentar algo en cuanto nos alejemos de la costa, pero están desesperados. Necesitan al pequeño más de lo que están dispuestos a admitir —comentó en voz baja, con la mirada fija en la jarra de alcohol aguado frente a él—. Tendremos que ser más listos que ellos, como siempre. Y cuando llegue el momento... ya veremos quién se la juega a quién.
Antes de que pudiera seguir, notó la figura del mediano que había estado escuchando la conversación. Silver le lanzó una mirada de reconocimiento, sabiendo que también podría haber captado la situación. El pequeño parecía tener agallas, y en un negocio como ese, era justo lo que necesitaba a su lado.
—Tú —dijo, dirigiéndose a Marvolath con una sonrisa torcida—, pareces el tipo de persona que se mete en los líos adecuados. Me gusta. ¿Qué te parece unirte a nosotros para este trabajo? No te prometo que acabes ileso, pero las aventuras están garantizadas... y si jugamos bien nuestras cartas, puede que terminemos muy bien parados.
La propuesta no necesitaba muchas florituras. El capitán había aprendido hace mucho tiempo que aquellos que valían la pena sabían identificar una buena oferta cuando la veían, y el pequeño parecía encajar en esa categoría.
Al cabo de unos instantes, los dos marineros volvieron con una propuesta formal. Vieho, que se presentó como el contramaestre del "Death of Hopes", les ofreció la oportunidad que habían estado esperando.
El capitán cruzó los brazos y se permitió unos segundos de silencio, lo justo para hacerles sentir que la decisión no era tan fácil para él, aunque en realidad ya estaba listo para aceptar.
—Parece que tenemos un trato —dijo finalmente, extendiendo la mano hacia Vieho con una sonrisa confiada—. Llévanos con tu capitán, y veremos cómo va esto.