El día de la prueba había llegado, Galhard caminaba con paso firme por la playa de Isla Yotsuba mientras empujaba su embarcación hacia la arena, la brisa del mar acariciaba su cara y agitaba su pelo castaño. El ruido de las olas rompiendo en la orilla era en parte algo tranquilizador, en contraste con los pensamientos que recorrían la mente de Gal en aquel momento.
Ya había estado en la isla antes, la misma, le daba una bienvenida menos lúgubre con la luz de la mañana, aquella otra vez, durante su incursión nocturna le reveló la naturaleza abandonada y melancólica del sitio. Sin embargo, aunque aquella vez todo parecía envuelto en sombras, como si la misma isla susurrara secretos que no quería revelar. Esta vez, el sol de la mañana iluminaba la isla, bañando a la misma con una apariencia menos tenebrosa, pero menos inquietante.
Su pequeña tartana, ahora asegurada en la arena, lejos de la marea, parecía fuera de lugar en el escenario desolado de la isla. Como un visitante en un lugar que ya no pertenecía a nadie. Tras empujarla hasta quedar firme en la playa, Galhard respiró hondo para luego soltar un suspiro de alivio después del esfuerzo. Sabía que lo que le esperaba hoy no era una simple exploración por las ruinas de una ciudad olvidada. El viejo marine que había conocido la vez anterior le había preparado una prueba, una que prometía desafiar tanto su cuerpo como su mente.
— Bueno, por ahora todo parece estar en calma...— Murmuró mientras avanzaba hacia las ruinas de la cuidad, observando el entorno con la atención de alguien que ha aprendido a no dejarse llevar por los juicios iniciales de aparente tranquilidad. El ambiente en Isla Yotsuba, aunque menos lúgubre bajo la luz del día, todavía emanaba una sensación de abandono. Los edificios a medio derruir, las calles desiertas y el eco del viento entre las ruinas le recordaban que este lugar había sido testigo de mejores tiempos, tiempos en los que las personas vivían aquí, en lugar de la soledad que se adueñaba de la isla.
Galhard había tomado todas las precauciones posibles antes de volver. Se había preparado meticulosamente, entrenando bajo la tutela del sargento Ahab, también se había preparado en cuanto a su equipo y mentalizado para la prueba. Sabía que el desafío que le esperaba no sería sencillo. El viejo marine no le había dado muchos detalles, pero el hecho de que fuese alguien tan curtido por el tiempo y la experiencia en la preparación de trampas le hacía pensar que no sería una simple prueba física. —Después de las trampas que esquivé e hice frente aquella noche puedo esperar que aquello solo era una pequeña demostración de sus habilidades de trampero— reflexionaba en voz bajja mientras avanzaba entre las ruinas, acercándose cada vez más al lugar donde esperaba encontrar a aquel hombre que le había ofrecido ese desafío.
Recordaba bien la mirada del viejo, cargada con un peso que solo aquellos que han visto demasiadas batallas pueden portar. Sabía que el marine, aunque desgastado por los años y el alcohol, no había perdido completamente su sentido del deber. Tal vez esta prueba era tanto para Galhard como para él mismo, una manera de recordarse que todavía había algo por lo que luchar.
Mientras recorría el camino, una parte de él no podía evitar sentirse algo nervioso. Aunque confiaba en su capacidad, sabía que este tipo de desafíos solían sacar a relucir lo inesperado. Pero más que miedo, lo que sentía era una mezcla de curiosidad y determinación. Quería demostrar no solo al viejo marine que podía enfrentar lo que fuera que le tuviera preparado.