Alguien dijo una vez...
Rizzo, el Bardo
No es que cante mal, es que no saben escuchar.
[Común] [C - Pasado] La primera regla del club... digo, ¿qué?
Camille Montpellier
El Bastión de Rostock
El optimismo con el que Atlas se tomaba su rutina particular de escaqueos y castigos era cuanto menos loable. Debía tener la razón al decir que el orgullo era quizá el único motor que le hacía seguir intentándolo. Después de haber podido observar con cierta distancia la severidad de los castigos de Shawn, sumada a la notable eficacia que demostraba el sargento cada vez que tenía que dar con algún escaqueado —lo que generalmente significaba buscar y atrapar al rubio—, Camille tenía claro que no se trataba de un camino que mereciera la pena recorrer. Como bien decía su compañero, no salía a cuenta.

Tras su rápido resumen introductorio de las apasionantes rutinas del G-31, ambos marines se dirigieron directos a formar filas en el patio de armas. Respondieron para hacer acto de presencia cuando les tocó el turno de ser nombrados, aunque la oni respondía más por protocolo que por necesidad. Quiero decir, casi basta con un simple vistazo para saber si está o no presente en la formación, sacándole cerca de medio cuerpo —si no más— a la mayoría de sus compañeros. No pasó desapercibida, por supuesto, la reacción de Shawn cuando Atlas respondió con un firme «presente», y hasta tuvo que contenerse para no echarse a reír por la reacción que ambos tuvieron en aquel intercambio de miradas. Se habría atrevido a asegurar que la sorpresa era palpable en todos los presentes.

Como era habitual, tras el pase tocaba empezar con el adiestramiento matutino ahora que todos los reclutas y soldados se habían nutrido bien y estaban —en teoría— rebosantes de energía. Ese día iba a tocarles un ejercicio que a Camille siempre le había parecido interesante y, a su vez, de necesidad para un cuerpo como lo era la Marina. Pese a la fama que tuvieran determinados individuos en lo que respectaba a la persecución y captura de criminales, lo cierto es que la función principal del ejército era la de defensores: aseguraban los puertos y pueblos de las diferentes islas que se encontraban bajo el amparo del Gobierno Mundial y patrullaban las costas para asegurarse de que no hubiera ningún problema en sus zonas de influencia. De este modo, aprender a asegurar una posición como podría ser un fuerte o, en su defecto, practicar para poder retomarlas de manera eficaz era algo mínimo e indispensable en su formación. Por supuesto, ese tipo de ejercicios también servían para fomentar el trabajo en equipo y estrechar lazos con los compañeros... más o menos. Lo cierto es que Camille casi siempre participaba sola, salvo algún que otro momento puntual en el que algún compañero más amigable de lo habitual le tendía una mano y la invitaba a formar parte de su equipo. En aquella ocasión tan solo serían el rubio y ella, pero esto tan solo suscitó emoción en ella. Después de lo que vio la noche anterior, estaba completamente segura de que sería más que suficiente.

Una vez se repartieron, varios soldados que apoyaban al sargento Shawn durante la instrucción se pusieron a repartir diversas armas de entrenamiento antes de que diera comienzo el ejercicio. Mientras lo hacían, la oni miró de reojo a su compañero con una sonrisa.

Parece que hoy va a ser divertido. ¿Las agujetas bien? —su sonrisa sincera dejaba entrever el tinte de broma que bañaba sus palabras. Para lo siguiente bajó un poco el tono—. Lo digo porque no creo que a Shawn le haga mucha gracia verte ganar aquí, así que... Igual te apetece que nos esmeremos un poco para darle en los morros. ¿Vamos a ello?

Se rio con complicidad tras esto, tomando el enorme palo tallado que hacía las veces de espada para ella durante los entrenamientos. Una vez estuvieron todos pertrechados, el sargento hizo una breve cuenta atrás y dio la señal de inicio, momento en el que todos salieron corriendo para intentar ser el primer grupo en adueñarse del fuerte. Ganar durante esa primera fase solía ser crucial, ya  que defender incluso en inferioridad numérica solía ser mucho más sencillo que atacar. En el caso particular de su equipo de dos quizá fuera al revés, pero lo verían según fuera transcurriendo la mañana.

Camille salió corriendo hacia el frente, espada en mano, no tan veloz como otros pero sí con más inercia, como un ariete hecho persona que no se detendría ante nada. Si Atlas no decidía adelantarla, se encargaría de apartar a cuantos se pusieran en su camino para abrirle paso al rubio, no siendo pocos los marines que acabarían derribados y rodando por el suelo. Esa era la parte más sencilla para ella, ya que la cosa cambiaba cuando se trataba de defender el interior del fuerte. Mientras que fuera de este su tamaño era una ventaja, en el interior el espacio se reducía drásticamente y, por lo tanto, su movilidad se veía bastante afectada. Ese era el punto donde ella solía aportar poco y, dado que solía formar equipo consigo misma, rara vez podía echar a todos los invasores a tiempo. «Pero hoy cuento con Atlas», se dijo, apartando de un rápido arco de su espada a todo un grupo de reclutas.

Creo que me voy a quedar por fuera —sugirió con cierta vehemencia, plantándose frente a una de las entradas y dando un pisotón en el suelo que hizo retroceder a algunos de sus compañeros, cautelosos—. ¿O necesitas ayuda para sacar a los de dentro? 
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RE: [C - Pasado] La primera regla del club... digo, ¿qué? - por Camille Montpellier - 05-09-2024, 02:52 PM

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