Hay rumores sobre…
... una plaga de ratas infectadas por un extraño virus en el Refugio de Goat.
[Aventura] [A-Presente] Bienvenidos al circo [Tier 3]
Octojin
El terror blanco
Con la sonrisa de un niño pequeño cuando recibe un regalo, Octojin no pudo evitar sentir una oleada de orgullo cuando la sargento Palemane mencionó que confiaría en sus habilidades. No era común que alguien con su cargo de soldado raso, y más siendo un gyojin, recibiera tal nivel de confianza. Esa sonrisa típica de satisfacción se dibujó en su rostro mientras respondía con un saludo militar firme, reflejando el respeto que sentía por la sargento y la misión que le habían encomendado.

El comentario del mink león, Palemane, lo dejó algo pensativo. Las palabras del veterano mink resonaban con sabiduría en su cabeza. Aquello hizo esbozar otra sonrisa al habitante del mar, que ya sabía que conocerse a sí mismo era fundamental para sobrevivir, pero escucharlo de un superior con experiencia le reafirmó en su creencia de que iba por el buen camino.

—Nunca olvidaré ese consejo, señor. Es una verdad clara, y parece usted un hombre sabio. Gracias—respondió, inclinando la cabeza con respeto. La sabiduría de Palemane lo inspiraba a ser más que un soldado; lo motivaba a ser un líder algún día.

Con el pecho lleno de orgullo, y decidido a cumplir su función, el tiburón salió del patio y, con el gesto que le hizo la sargento, se adelantó hacia el puerto. El camino fue una mezcla de emoción y nerviosismo a partes iguales. Sabía que la misión era delicada, y no se podía permitir cagarla. No se trataba solo de romper un timón, sino de hacerlo sin que nadie lo notara. Además, destruir el timón era una tarea que requería precisión. Si lo hacía bien, los piratas quedarían atrapados sin posibilidad de huir, pero si lo hacía mal, el ruido podría delatar su presencia antes de que el resto del pelotón llegara. Y aquello sería un escenario fatal.

Al llegar al puerto, Octojin se detuvo un momento para observar la zona. El Gymnasium destacaba entre los otros navíos, aunque no precisamente por su aspecto temible. Más bien, parecía una embarcación de artistas, con su carpa colorida y su aire de festividad. El gyojin se preguntó que harían allí dentro. Aunque pronto volvió de su ensimismamiento y se centró en lo realmente serio.

Nadie hubiera sospechado que aquel barco era en realidad una guarida de criminales. "Vaya fachada tienen estos piratas," pensó mientras esbozaba una ligera sonrisa. Pero su misión no era admirar el barco, sino inutilizarlo. Así que habría que pensar cómo.

El puerto, como de costumbre, estaba lleno de actividad. Trabajadores por aquí y por allá, mercaderes y marineros que se movían de un lado a otro sin aparente rumbo pero realizando duros trabajos. Cargaban y descargaban mercancías con una facilidad pasmosa. Charlaban entre ellos y se gritaban órdenes. Aquello podría parecer un caos por fuera, pero por dentro tenía su orden. Nadie hacía algo que no estuviese previsto, y así, en cadena, todos funcionaban con gran tesón. No sería fácil sumergirse en el agua sin ser visto, pero Octojin tenía un par de ideas. Sabía que debía actuar con discreción y aprovechar su conocimiento del puerto y de la carpintería para ejecutar el plan.

Primero, se aseguró de caminar cerca de las zonas más abarrotadas de gente, donde el bullicio y la confusión podían jugar a su favor. Caminó decidido, como si realmente tuviese un quehacer allí. Mirada al frente y paso firme, era algo que siempre ayudaba a hacer parecer lo que realmente no era. Su enorme tamaño llamaba la atención, pero eso también significaba que la gente lo vería como algo cotidiano en el puerto, siempre lleno de personajes extraños. O eso pensaba él. Se desplazó con calma, pasando cerca de una pila de cajas vacías y aprovechando el momento en el que un grupo de estibadores se acercó para depositar algunas más de un cargamento en el suelo, se dejó caer de espaldas con un movimiento calculado al agua, bajo el amparo de las cajas y el ruido de los trabajadores.

Ya sumergido, Octojin se sintió en su elemento. Esperaba que nadie hubiese reparado en él, o que al menos no le hubieran dado la importancia que realmente tenía. Se sumergió unos metros, notando cómo el frescor del agua lo envolvía, y su mente se aclaraba. A pesar de la tarea que tenía por delante, una sensación de paz lo recorrió. Movió su cuerpo con destreza y, desde las profundidades, comenzó a acercarse al Gymnasium. Sabía exactamente lo que tenía que hacer: destruir el timón sin causar un gran estruendo. Sus conocimientos de carpintería eran fundamentales para esa tarea. No podía simplemente arrancarlo, pues el ruido del metal y la madera rompiéndose sería demasiado obvio. Tenía que desmantelarlo con cuidado, pieza por pieza, asegurándose de que el daño fuera lo suficientemente significativo como para impedir que los piratas pudieran reparar el timón rápidamente, pero sin provocar un desastre en el proceso. Luego vería qué hacer con el timón, ya que dejarlo cerca del barco sería una torpeza. Si se daban cuenta de que era eso lo que estaba estropeado, tendrían la pieza a escasos metros.

Cuando llegó a la parte trasera del barco, Octojin observó el timón. El diseño era relativamente sencillo, y sabía que si comenzaba por los pivotes que lo mantenían en su lugar, podría desestabilizarlo lo suficiente para hacerlo inservible. A diferencia de un carpintero común, él tenía la ventaja del agua y de su fuerza natural, lo que le permitía trabajar con más precisión y sin necesidad de herramientas ruidosas.

Con la fuerza de sus manos sería suficiente. O eso creyó él. Apretando con fuerza las manos, empezó a aflojar los tornillos que mantenían el timón en su lugar. Eran bastante grandes, aunque afortunadamente sus manos también lo eran. Uno tras otro, fue quitándolos todos, utilizando su habilidad y conocimientos para hacerlo de la manera más silenciosa posible. Mientras lo hacía, se aseguró de que ningún sonido proveniente de la estructura alertara a los tripulantes. "Esto está bien sujeto," pensó mientras liberaba una de las piezas clave que mantenía el timón unido a la rueda.

El proceso le llevó un poco más tiempo del que esperaba, pero finalmente, después de unos minutos, el timón comenzó a tambalearse. Octojin sonrió para sí mismo. Había logrado desestabilizarlo sin romper nada de forma abrupta. Con un último empujón calculado, el timón se soltó del todo, quedando inoperativo.

Satisfecho con su trabajo, Octojin se aseguró de que no quedara ningún rastro evidente de su intervención. El escualo sonrió, llevándose el timón y los tornillos unos metros hacia la profundidad del mar. Lo hizo en diagonal desde el barco a la dirección opuesta en la que se había lanzado al agua. Allí dejó que se hundiese.

Con la misión cumplida, se retiró sigilosamente, nadando hacia una zona más oscura del puerto donde pudiera emerger sin llamar la atención. Sabía que había hecho un buen trabajo, y aunque la acción había sido sutil, tendría un gran impacto en la capacidad de los piratas para huir.

Ahora, solo quedaba esperar a que la redada comenzara. Octojin, mientras se mantenía oculto en las sombras, se permitió un breve momento de orgullo. Había cumplido con su deber de manera impecable, y eso lo llenaba de satisfacción. O al menos ese era su sentimiento.
#4


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RE: [A-Presente] Bienvenidos al circo [Tier 3] - por Octojin - 05-09-2024, 02:57 PM

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