Atlas
Nowhere | Fénix
05-09-2024, 04:51 PM
—Como si le tengo que echar a palos a él —dije en tono de broma, pero muy bajo, cuando Camille se tomó la molestia de pinchar un poco mi orgullo para asegurarse de que me esforzase en aquella prueba.
Extendí el brazo para aferrar el bo modificado para similar una naginata doble que me tendían. El balance del arma no tenía nada que ver con el de una de verdad, pero al menos tenía una forma parecida que me permitía desenvolverme con cierta soltura. Con uno como ése había resultado vencedor en el Torneo del Calabozo. ¿Qué podía salir mal? Cuando quise darme cuenta, la señal de que el entrenamiento daba comienzo había sido dada y todos los reclutas se dirían raudos al fuerte para hacerse con su control cuanto antes. Supuse que asumían que mantener asegurada posición defensiva sería más fácil que conquistarla. No era una premisa equivocada y, a fin de cuentas, de eso trataba el ejercicio que nos habían propuesto. No obstante, ninguno de ellos parecía contar con que la sola existencia de Camille habilitaba un acceso al recinto diferente a las puertas que ellos pretendían usar. Los combates entre los integrantes de los diferentes grupos habían comenzado a tener lugar frente a los accesos al improvisado fortín. Yo decidí coger el ascensor.
Me quedé quieto mientras Camille comenzaba su estampida. Estaba lejos de ser la más rápida de cuantos había allí, pero había visto barcos con menos capacidad de arrastre que ella. Blandía su arma a diestro y siniestro, lanzando por los aires a cuantos se atrevían no ya a interponerse en su camino, sino a acercarse a ella más de lo recomendable. Tal vez aquello fuese lo más parecido a la definición de un elefante en una cacharrería. Aunque Camille podía ser cualquier cosa menos un elefante. Como decía Taka... Bueno, que me desvío. El caso es que avanzaba hacia el fortín sin que nada ni nadie pudiese detenerla.
Deje que avanzase hasta la mitad del recorrido aproximadamente. No fue hasta entonces que rompí a correr yo también. Lo hice con la mirada bien clavada en la zona superior de su espalda. No tardé en alcanzar su posición, de manera que, cuando lo hice, apenas le quedaban cuatro o cinco metros para plantarse junto al fortín. Me impulso con fuerza, apoyando mi pie derecho en su hombro izquierdo y saltando con fuerza para llegar al segundo piso del recinto a defender.
—No, yo creo que me podré apañar bien. Si veo que no, te aviso —dije medio en broma medio en serio, procurando que mi respuesta llegase a los oídos de Shawn.
El primer marine acababa de plantar un pie en el segundo piso cuando mi arma impactó directamente en su cuello, lanzándole al exterior del recinto y aterrizando un par de metros a la izquierda de la oni. Unos diez metros por delante de ella, pude ver cómo el gesto de Shawn se torcía en una mueca de desagrado. No terminaba de entender por qué le disgustaba. A fin de cuentas, si me sometía a tantas intensas sesiones disciplinarias era precisamente para que hiciese cosas como aquélla, ¿no?
Fuera como fuese, no tardé en echar uno a uno a todos los uniformados que habían empleado medios más convencionales para acceder al fortín. Repartía varazos a cualquiera que se situaba frente a mí. No había peligro de herir a aliados, ya que todos se habían asegurado de rehuirnos a la hora de formas los equipos. Sé que todos pensáis que yo: bien merecido se lo tenían. Con la posición ya asegurada, Camille defendía los accesos situados en una mitad del fuerte desde el exterior sin permitir que nadie se acercase mientras que yo, desde dentro, expulsaba inmediatamente a cuantos osaban poner un pie dentro usando alguno de los otros.
—Podría estar así todo el día —dije en un tono de voz lo suficientemente alto como para que todos me pudiesen escuchar. ¿Mi intención? Que Shawn rechinase los dientes a base de bien y que aquella panda de desgraciados aprendiesen qué estaba bien y qué estaba mal: darles una buena cornada de oni en el culo.
Extendí el brazo para aferrar el bo modificado para similar una naginata doble que me tendían. El balance del arma no tenía nada que ver con el de una de verdad, pero al menos tenía una forma parecida que me permitía desenvolverme con cierta soltura. Con uno como ése había resultado vencedor en el Torneo del Calabozo. ¿Qué podía salir mal? Cuando quise darme cuenta, la señal de que el entrenamiento daba comienzo había sido dada y todos los reclutas se dirían raudos al fuerte para hacerse con su control cuanto antes. Supuse que asumían que mantener asegurada posición defensiva sería más fácil que conquistarla. No era una premisa equivocada y, a fin de cuentas, de eso trataba el ejercicio que nos habían propuesto. No obstante, ninguno de ellos parecía contar con que la sola existencia de Camille habilitaba un acceso al recinto diferente a las puertas que ellos pretendían usar. Los combates entre los integrantes de los diferentes grupos habían comenzado a tener lugar frente a los accesos al improvisado fortín. Yo decidí coger el ascensor.
Me quedé quieto mientras Camille comenzaba su estampida. Estaba lejos de ser la más rápida de cuantos había allí, pero había visto barcos con menos capacidad de arrastre que ella. Blandía su arma a diestro y siniestro, lanzando por los aires a cuantos se atrevían no ya a interponerse en su camino, sino a acercarse a ella más de lo recomendable. Tal vez aquello fuese lo más parecido a la definición de un elefante en una cacharrería. Aunque Camille podía ser cualquier cosa menos un elefante. Como decía Taka... Bueno, que me desvío. El caso es que avanzaba hacia el fortín sin que nada ni nadie pudiese detenerla.
Deje que avanzase hasta la mitad del recorrido aproximadamente. No fue hasta entonces que rompí a correr yo también. Lo hice con la mirada bien clavada en la zona superior de su espalda. No tardé en alcanzar su posición, de manera que, cuando lo hice, apenas le quedaban cuatro o cinco metros para plantarse junto al fortín. Me impulso con fuerza, apoyando mi pie derecho en su hombro izquierdo y saltando con fuerza para llegar al segundo piso del recinto a defender.
—No, yo creo que me podré apañar bien. Si veo que no, te aviso —dije medio en broma medio en serio, procurando que mi respuesta llegase a los oídos de Shawn.
El primer marine acababa de plantar un pie en el segundo piso cuando mi arma impactó directamente en su cuello, lanzándole al exterior del recinto y aterrizando un par de metros a la izquierda de la oni. Unos diez metros por delante de ella, pude ver cómo el gesto de Shawn se torcía en una mueca de desagrado. No terminaba de entender por qué le disgustaba. A fin de cuentas, si me sometía a tantas intensas sesiones disciplinarias era precisamente para que hiciese cosas como aquélla, ¿no?
Fuera como fuese, no tardé en echar uno a uno a todos los uniformados que habían empleado medios más convencionales para acceder al fortín. Repartía varazos a cualquiera que se situaba frente a mí. No había peligro de herir a aliados, ya que todos se habían asegurado de rehuirnos a la hora de formas los equipos. Sé que todos pensáis que yo: bien merecido se lo tenían. Con la posición ya asegurada, Camille defendía los accesos situados en una mitad del fuerte desde el exterior sin permitir que nadie se acercase mientras que yo, desde dentro, expulsaba inmediatamente a cuantos osaban poner un pie dentro usando alguno de los otros.
—Podría estar así todo el día —dije en un tono de voz lo suficientemente alto como para que todos me pudiesen escuchar. ¿Mi intención? Que Shawn rechinase los dientes a base de bien y que aquella panda de desgraciados aprendiesen qué estaba bien y qué estaba mal: darles una buena cornada de oni en el culo.